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Un G-8 catalán descolocado por el proceso soberanista
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RUBALCABA QUIERE GANARSE A LOS EMPRESARIOS

Un G-8 catalán descolocado por el proceso soberanista

Entre los ocho grandes de la empresa catalana y los representantes de la Generalitat se ha generado un vacío. Un vacío que Rubalcaba quiere ocupar

Foto: Fainé, Godó, Rodés, Oliu, Andic, Carulla, Puig y Lara.
Fainé, Godó, Rodés, Oliu, Andic, Carulla, Puig y Lara.

Se refieren a sí mismos y entre ellos como el G-8, los ocho empresarios más relevantes de Cataluña, los que cenaron el pasado miércoles con el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. La buena conexión que se produjo entre el representante del socialismo español y la élite de la burguesía catalana se explica más por razones sociológicas que ideológicas. Con el auge independentista, los grandes de la empresa catalana se han quedado descolocados. Entre ellos y los nuevos representantes de la Generalitat se ha generado un vacío. Un vacío que los socialistas quieren ocupar.

Repasemos los ocho invitados, si bien finalmente el presidente de Planeta, José Manuel Lara, excusó sus asistencia: Javier Godó -La Vanguardia- (72 años), Isidre Fainé -La Caixa- (71 años), Leopoldo Rodés -Mediaplannig- (78 años), Artur Carulla -Agrolimen- (68 años), José Manuel Lara (67 años), Josep Oliu -Banco Sabadell- (64 años),Isak Andic -Mango- (60 años) y Marc Puig -Puig- (51 años).

Excepto Marc Puig, el resto llevamás de dos décadas ocupando las más altas esferas de poder económico en Cataluña. En todos esos casos, representan empresas en las que se ha ido dilatando el relevo generacional. “Seguiré en la presidencia hasta que el consejo quiera”, advirtió Fainé en la última presentación de resultados de CaixaBank. Son hombres poderosos pero de otra época, la de Jordi Pujol y Felipe González.

Fuentes empresariales reconocen que este colectivo de grandes empresarios se encuentra ahora desorientado ante el giro sociológico y el auge del independentismo en Cataluña. También porque sea CiU, desde la Generalitat, la principal impulsora de este proceso de secesión.

Pero en Cataluña los tiempos de Pujol (83 años) han pasado. El presidente Artur Mas (57 años), el presidente de ERC, Oriol Junqueras (44 años), y el líder del PSC, Pere Navarro (54 años), son mucho más jóvenes que estos miembros del G-8 Porque en la política catalana sí se ha producido el relevo generacional al que muchos de estos titanes empresariales se sigue resistiendo.

Pere Navarro, Oriol Junqueras y Artur Mas. (Efe)Llamad a Sánchez

Antes de las grandes manifestaciones del 11 de septiembre, estos grandes empresarios también tenían problemas. Pero entonces CiU lo tenía todo organizado. “Llamad a Sánchez”, era la consigna en los salones enmoquetados. Y el diputado de Unió en Madrid, Josep Sánchez Llibre (64 años), se ponía manos a la obra. Sánchez Llibre era la cadena de conexión entre los lobbys empresariales y económicos y la clase política. Pero ahora, el móvil de Sánchez Llibre no es una alternativa. Igual que cambiar el director de La Vanguardia para que baje el soufflé independentista. Son soluciones del siglo XX para problemas del siglo XXI. Unió, como la élite empresarial, sigue con los mismos líderes que hace 20 años. Josep Antoni Duran i Lleida ha cumplido los 61 y su partido es de los que más está sufriendo con la nueva apuesta por el soberanismo y por celebrar una consulta sobre la independencia.

Para colmo ERC no tiene un interlocutor claro con el empresariado catalán. No existe el 'Sánchez republicano'. Sin ventanilla a la que dirigir sus demandas, la gran burguesía catalana se siente huérfana en el postpojulismo, sumida en una incertidumbre especialmente dañina para la cuenta de resultados.

En estas aguas revueltas es donde ha venido a pescar Pérez Rubalcaba. La oferta del socialista es clara: reforma federalista de la Constitución que posteriormente se sometería a votación en toda España. El argumento de Rubalcaba, según explican las fuentes empresariales consultadas, es desmarcarse del inmovilismo de Mariano Rajoy. Los populares se niegan a que los catalanes voten. En cambio, el PSOE propone una reforma de Estado que al final permitiría a los catalanes expresar su voluntad en las urnas. Si la cuestión es poder acudir a las urnas, los independentistas tendrían los resultados de las cuatro circunscripciones provinciales, igual que cuando todo el mundo aceptó que Cataluña había votado NO a la OTAN.

 Joaquim Gay de Montellà. (Efe)Punto débil del PP

Rubalcaba no sólo vino a Barcelona a vender federalismo sino sobre todo a escuchar. En la calle Nicaragua, la sede del PSC, él y Pere Navarrose reunieron con el presidente de la patronal Fomento del Trabajo, Joaquim Gay de Montellà. Fomento es una de las instituciones más reticentes al proceso independentista. En todos los casos, como en la cena en la casa de Godó, la pregunta de Rubalcaba era recurrente: ¿Sigue creciendo el independentismo entre los empresarios?Y la respuesta fue clara: sólo entre las pymes más pequeñas.

Parece que en Ferraz han identificado Cataluña como el aborto, otro punto débil del PP. En menos de una semana Felipe González se ha marcado un récord de audiencia en La Sexta debatiendo con Artur Mas sobre soberanismo, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, ha visitado Cataluña y luego Pérez Rubalcaba da su gira consultando con empresarios e intelectuales. En los tres casos el mensaje es idéntico: rechazo de la consulta que propone Mas pero al mismo tiempo impulsar una reforma constitucional y un mejor encaje de Cataluña en España. Diálogo, diálogo y diálogo. Un pacto. Y tanto Fomento del Trabajo como el Círculo de Economía, que también recibió a Rubalcaba, han defendido el pacto fiscal. Por tanto, el líder socialista ha venido a sembrar en terreno abonado. Y, además, Pérez Rubalcaba tiene 62 años. En términos generacionales, casi es uno de ellos.

Rubalcaba y Navarro están intentando ganar adeptos empezando por ese G-8 empresarial confundido por el cambio de los tiempos. Los empresarios catalanes son una brecha para hacer oposición al Gobierno y los socialistas quieren colarse por ella.

Se refieren a sí mismos y entre ellos como el G-8, los ocho empresarios más relevantes de Cataluña, los que cenaron el pasado miércoles con el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. La buena conexión que se produjo entre el representante del socialismo español y la élite de la burguesía catalana se explica más por razones sociológicas que ideológicas. Con el auge independentista, los grandes de la empresa catalana se han quedado descolocados. Entre ellos y los nuevos representantes de la Generalitat se ha generado un vacío. Un vacío que los socialistas quieren ocupar.

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