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Aguirre da oxígeno a la alta burguesía catalana que nunca iría a una cadena
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CIU Y LA CAIXA, AUSENTES DEL ‘CÍRCULO ECUESTRE’

Aguirre da oxígeno a la alta burguesía catalana que nunca iría a una cadena

Esperanza Aguirre se vistió este jueves de rojo pasión para dar ánimos a la alta burguesía catalana en tiempo de soberanismos revueltos

Foto: La presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre. (EFE)
La presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre. (EFE)

Esperanza Aguirre se vistió derojo pasión para dar ánimos a la alta burguesía catalanaen tiempo de soberanismos revueltos, esa clase dirigente que tiene en el Círculo Ecuestre uno de sus puntos de referencia. Aguirre llenó, y el acto fue un éxito. Pero hubo ausencias notables:nadie de CiU y nadie del entorno de La Caixa.

Sí que había empresarios notables, como el presidente de Freixenet, José Ferrer; el headhunter Luis Conde (‘jefe’ de Aguirre); el presidente del grupo Áreas, Pedro Fontana; el presidente de la sociedad de valores Riva y García, Borja García Nieto; el consejero delegado de Colonial, Pere Viñolas, o el empresario hotelero Pau Guardans, entre otros. También asistió la líder del PP en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho.

Esperanza Aguirre llegó y se fue en loor de multitudes. Llenó la sala noble, y los organizadores tuvieron que habilitar otra porque había lleno total.

Aguirre triunfó sin paliativos. Incluso en una de las preguntas le pidieron que se presentase a presidenta de Gobierno, algo que la todavía máxima responsable del PP en Madrid rechazó totalmente: “Mariano Rajoy hace lo que puede”, sentenció de manera condescendiente esta política intentando no entrar en muchas polémicas más allá del “hay que catalanizar España”.

En todo caso, Aguirre conectó con la Barcelona de por encima de la Diagonal, la que nunca irá a una cadena humana y que no entiende el giro independentista que está dando su ciudad. Esa Barcelona, de trajes caros y convocante de brunchs, anda huérfana de discursos en los que sentirse reflejada. Y eso es lo que les dio Aguirre. Justo lo que necesitaban.

Intentó ser a la vez conciliadora y frentista. Conciliadora al apoyar a Cataluña en cuestiones como las balanzas fiscales, que a su juicio también perjudican a Madrid, y frentista cuando criticó alguno de los pilares de la cultura catalana, como la educación, a la que acusó directamente de “adoctrinar durante dos generaciones” dando una visión sesgada de la Historia.

Críticas soto vocce

Si hubo algún desacuerdo fue en los corrillos de salida y en tono bajo, señalando que había faltado autocrítica -el Gobierno central no se ha equivocado en nada en estos últimos años– y toda la culpa es de las fuerzas catalanas: de las izquierdas por apoyar el derecho a decidir y de la derecha nacionalista por “no haber sabido articular un proyecto liberal ilusionante”.

Sin embargo, el público del Ecuestre se sintió reconfortado. Esperanza Aguirre reconoció que había un problema, habló de que “mucha gente está apoyando el independentismo” y calificó la crisis de muy grave: “Estamos al borde de un precipicio por el que todos podemos despeñarnos”. Para muchos, por fin llegaba alguien del PP de Madrid que no hacía como si no existiese el problema del independentismo y se ponía al frente de la oposición sin complejos. Un balón de oxígeno para votantes del PP catalán de toda la vida o para convergentes que ya no se reconocen en el partido de Artur Mas.

Visión entre mandobles

Esperanza Aguirre no ahorró mandobles a los impulsores de la secesión. Y se mantuvo fiel al guión de que la Constitución no permite la consulta. Pero lo hizo desde una visión amplia, que reconocía el espacio que se ha ganado el independentismo: “La independencia puede parecerme un error, pero no me escandaliza. En democracia en libertad y en ausencia de violencia puede plantearse. Pero la posibilidad de secesión está prohibida. En España y en todos los países del mundo. Y si se quiere votar, hay que cambiar la ley". Del mismo modo, discrepó de la idea de “España nos roba”, pero reconoció que estaba calando en amplias capas de la sociedad.

Al final, Esperanza Aguirre salió a hombros. Hubo muchos que quisieron preguntar y se quedaron sin tiempo para ello. Pero era su público. Antes llegará el fin del mundo que se verá una estelada colgando de la pecera del Círculo Ecuestre.

Esperanza Aguirre se vistió derojo pasión para dar ánimos a la alta burguesía catalanaen tiempo de soberanismos revueltos, esa clase dirigente que tiene en el Círculo Ecuestre uno de sus puntos de referencia. Aguirre llenó, y el acto fue un éxito. Pero hubo ausencias notables:nadie de CiU y nadie del entorno de La Caixa.

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