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Mas no dará entrevistas a diarios ‘españoles’ para evitar el ‘cuerpo a cuerpo’
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CiU NO QUIERE MOVILIZAR A LOS ABSTENCIONISTAS

Mas no dará entrevistas a diarios ‘españoles’ para evitar el ‘cuerpo a cuerpo’

Los dirigentes de Convergència i Unió (CiU) mantendrán un discurso radical hasta las elecciones del próximo 25 de noviembre pero sin caer en ataques -”y, a

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Mas no dará entrevistas a diarios ‘españoles’ para evitar el ‘cuerpo a cuerpo’

Los dirigentes de Convergència i Unió (CiU) mantendrán un discurso radical hasta las elecciones del próximo 25 de noviembre pero sin caer en ataques -”y, a poder ser, tampoco en descalificaciones”- a los antinacionalistas. La intención no es calmar los ánimos ni echar el freno a las pretensiones de conseguir un estado propio independiente de España, sino algo mucho más pragmático: no remover al electorado no nacionalista y que éste se movilice. No será, por tanto, una campaña de “baja intensidad”, sino una campaña con palabras amables pero con planteamientos radicales.

Y en esta estrategia se sitúa también una decisión sorprendente: Artur Mas no concederá entrevistas, al menos de momento, a medios escritos de ámbito estatal. Para CiU, ésta es una decisión “lógica”, porque donde va a haber elecciones es en Cataluña y, por tanto, su discurso debe ir dirigido exclusivamente a los ciudadanos de la comunidad. Para los críticos de la oposición, no obstante, ese veto obedece al hecho de que “los medios estatales le pedirían explicaciones de su deriva y él no quiere cometer errores y motivar al electorado antiindependentista”.

“Nuestro electorado aún no está movilizado del todo, sólo está empezando. Pero estamos seguros de que CiU va a intentar diluir sus propuestas, contemporizar con los no nacionalistas y ser ambiguos para no crispar a la gente. Ya le va bien que todo se quede igual”, dice a este diario una fuente de la cúpula del PP.

Las encuestas dan a CiU un ligero aumento de escaños, una subida más importante a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y, en menor medida, a Iniciativa per Catalunya (ICV). Pero el principal partido de la oposición, el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) baja de manera importante (puede pasar de 28 diputados a una veintena) y el PP se mantiene más o menos igual, con dos o tres escaños menos que los socialistas. Sin embargo, hay un detalle importante: casi el 35% de los electores no saben todavía a quién votarán o si acudirán a hacerlo.

Los nacionalistas saben que su electorado está movilizado al 100% y que el bajón que auguran las encuestas al PSC se debe, principalmente, a ese segmento de indecisos que todavía no están convencidos. De la misma manera, el electorado del Partido Popular (PP) tampoco está muy movilizado, por lo que cualquier afluencia a las urnas a partir de ahora podría beneficiar directamente a sus principales rivales.

En esa situación, los dirigentes nacionalistas saben que una crispación del ambiente político más allá de la existente podría ser la chispa que encendiese la mecha de una afluencia masiva que beneficiase a la izquierda o a los detractores de la independencia.

Su estrategia, por tanto, pasará por “vender” su proyecto manteniendo una cierta tensión pero eludiendo los ‘berenjenales’. En otras palabras, que quiere eludir el “cuerpo a cuerpo” porque sabe que manteniendo los porcentajes de participación e intención de voto puede quedarse, al menos, a las puertas de una mayoría absoluta.

Bajas en el PSC

Desde las filas socialistas también se reconoce que su electorado está bajo mínimos. Tras los malos resultados de las elecciones autonómicas, municipales y generales, el partido regeneró su cúpula a finales del 2011. Pero en el año escaso que lleva la nueva dirección todavía no ha creado un discurso coherente con el que atraer a su electorado, circunstancia agravada con un buen puñado de bajas en su militancia. El PSC, como partido, ha tenido dos enemigos internos: por un lado, los barones del PSOE, remisos a todo lo que huela a propuesta identitaria o de territorio; por otra parte, el ala catalanista, soliviantada por lo que consideran una tibia política nacionalista. El propio Ernest Maragall ha anunciado ya que tras las elecciones creará un partido nuevo que quiere ser el referente del socialismo catalán. Pero, hasta el momento, las grandes figuras del sector catalanista no se han mostrado dispuestas a seguirle en su aventura.

Con esta difícil coyuntura, el PSC sabe que su gran baza es movilizar a los abstencionistas, consciente de que pierde votos hacia CiU, hacia el PP, hacia ICV e incluso hacia Ciutadans. “Evidentemente, a CiU no le interesa que la gente se movilice. Pero ellos, teniendo a todos totalmente movilizados no llegan aún a la mayoría absoluta, por lo que su principal preocupación es que la izquierda y, especialmente, el cinturón industrial de Barcelona, acuda masivamente a las urnas el 25 de noviembre, porque de haber un récord de asistencia puede incluso perder diputados”, argumenta a El Confidencial un alto dirigente socialista.

Los dirigentes de Convergència i Unió (CiU) mantendrán un discurso radical hasta las elecciones del próximo 25 de noviembre pero sin caer en ataques -”y, a poder ser, tampoco en descalificaciones”- a los antinacionalistas. La intención no es calmar los ánimos ni echar el freno a las pretensiones de conseguir un estado propio independiente de España, sino algo mucho más pragmático: no remover al electorado no nacionalista y que éste se movilice. No será, por tanto, una campaña de “baja intensidad”, sino una campaña con palabras amables pero con planteamientos radicales.