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El marido de Cospedal fue espiado en un restaurante dentro de una trama
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UNA AGENCIA COLOCÓ GRABADORAS BAJO LA MESA

El marido de Cospedal fue espiado en un restaurante dentro de una trama

Ignacio López del Hierro fue espiado el pasado septiembre por orden de Marcos de Pablo, consejero delegado de la consultora Neoris

Foto: María Dolores de Cospedal y López del Hierro (EFE)
María Dolores de Cospedal y López del Hierro (EFE)

Ignacio López del Hierro, marido de María Dolores de Cospedal y consejero, entre otras empresas, de Amper, fue espiado el pasado septiembre por orden de Marcos de Pedro, consejero delegado de la consultora Neoris, que temía una ‘traición’ de varios de sus consejeros en una comida en el restaurante ‘Ten con Ten’ de Madrid. Dos mujeres, tras comprobar que la escolta de López del Hierro no rastrearía el local, colocaron los ‘cacharros’ y grabaron la reunión.

El espionaje a López del Hierro, que se vio envuelto en esta trama empresarial, es uno de los que aparece en el vasto sumario de la ‘Operación Pitiusa’, contra una red de venta de datos confidenciales en la que ya hay más un centenar de imputados. Cospedal dio a entender en varias ocasiones que sus rivales del PSOE habían contratado despachos de detectives para espiar a los dirigentes del PP. Pero no todo tiene por qué venir de los enemigos políticos.

El 19 de septiembre, López del Hierro se reunía con algunos colegas suyos, consejeros a tiempo parcial de la compañía Neoris España, en torno a una mesa del ‘Ten con Ten’, en la calle Ayala. Lo que no sospechaban es que bajo la mesa alguien había colocado una grabadora para ‘inmortalizar’ sus conversaciones.

Cinco días antes, el 4 de septiembre, el propietario de la compañía Vertex Consultants & Advisors, Juan Manuel Olivera, dedicada a temas de seguridad, mantenía una reveladora conversación con el consejero delegado y presidente para Europa, Próximo Oriente y África de Neoris, Marcos de Pedro. El ejecutivo de esta consultora estaba muy preocupado por si los consejeros de la compañía podían tramar una OPA hostil o traicionarlo. Con el objetivo de estar prevenido y conocer todo sobre sus movimientos, contrató al despacho de Olivera, que tiene la sede en el número 8 de la calle de Orense.

J. M. O.: Es complicado y delicado. No te puedo dar un cien por cien de seguridad, sólo lo sabré cuando pueda recoger el cacharro, ir a ese restaurante como sea, meterme en una mesa una media hora antes, colocar el cacharro, recogerlo y ver si esa prueba se oye. Necesito tener una prueba porque no te voy a meter en una inversión sin saber si realmente lo voy a escuchar o no. Hay que madurar la idea..., explicaba el dueño de la empresa de seguridad.

M. de P.: ... Nos pone en mucho peligro...

J. M. O.: Un pequeño delito. Estamos interceptando conversaciones que son de terceros... y además, por lo que han dicho, ahí hay políticos... las medidas... también es verdad que no es la primera vez que lo hacemos.

M. de P.: Bueno, ¿Y qué pasaría si te pillan? Es un delito, por lo que me estás diciendo.

J. M. O.: Pues se me cae el pelo.

La conversación que aparece en el sumario, y a la que ha tenido acceso El Confidencial, deja poco margen para la imaginación. Ambos sabían a lo que jugaban y lo que arriesgaban: espiar una reunión de consejeros que se habían citado para comer en un restaurante de postín. Además, conocían que entre ellos se encontraba al menos una persona vinculada a la política.

La cuestión era que Marcos de Pedro no las tenía todas consigo. Debido a que López del Hierro suele llevar a veces escolta, temía que pudiesen rastrear antes la sala y encontrar los micrófonos. Su interlocutor, que no sabía quién era el político, se interesó vivamente por conocer su identidad, pero recibió la negativa del ejecutivo. “Por teléfono no te lo doy”.

El razonamiento entre ambos giró en torno a si el hecho de llevar escolta podía ser un impedimento para la operación, pero el directivo de Neoris recordó que a determinados actos privados, su objetivo no suele llevar escolta. Una vez acabada la conversación, De Pedro despejó las dudas de Juanma: le envió un WhatsApp con un escueto “marido de Dolores de Cospedal”. En el sumario, éste aparece también identificado como consejero de Amper.

Pero los temores eran infundados. El día de la comida, dos detectives del despacho de Olivera lograron colar una grabadora bajo la mesa. Se trata de María C. L., conocida como Meri, y de Mercedes H. S., más conocida como Mercè. Y la grabación fue un éxito. Después del ágape, recogieron el cacharro y se dirigieron a la sede de Neoris, donde entregaron la cinta a Jorge Escobar, uno de los apoderados de la empresa.

Más de 180 implicados en la trama

Ésta es sólo una de las historias que han salido a la luz gracias a la ‘Operación Pitiusa’, un año de investigación a una red de compra-venta de datos confidenciales tras varias denuncias cruzadas de detectives en Barcelona. La unidad provincial de Seguridad Privada se hizo cargo de las pesquisas, para lo que tuvo que intervenir unos 200 teléfonos con orden judicial. El pasado mes de marzo, comenzaron las detenciones de detectives, intermediarios, gestores y funcionarios.

Según algunas fuentes, un miembro del CNI con domicilio en Mallorca podría formar parte también de la trama y de ahí que se le asignase el nombre de Pitiusa, que es el toponímico con el que se conocen a las Baleares. De momento, hay más de 180 implicados en el sumario, que suma ya 57 tomos.

Ignacio López del Hierro, marido de María Dolores de Cospedal y consejero, entre otras empresas, de Amper, fue espiado el pasado septiembre por orden de Marcos de Pedro, consejero delegado de la consultora Neoris, que temía una ‘traición’ de varios de sus consejeros en una comida en el restaurante ‘Ten con Ten’ de Madrid. Dos mujeres, tras comprobar que la escolta de López del Hierro no rastrearía el local, colocaron los ‘cacharros’ y grabaron la reunión.

María Dolores de Cospedal