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La Policía hizo el tercer disparo que mató al agresor para salvar la vida de un agente
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LA LLAMADA LA REALIZÓ LA HIJA DE LA PAREJA

La Policía hizo el tercer disparo que mató al agresor para salvar la vida de un agente

La pareja del hombre muerto no había denunciado malos tratos: fue la hija de ambos, de 15 años, quien llamó de madrugada alertando de que su padre estaba fuera de sí

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Los corrillos de vecinos que murmuran se suceden en La Algaba, a unos 20 minutos de Sevilla capital. Allí, las cámaras y los periodistas se arremolinan en varios puntos de la localidad, pero no porque haya caído la nieve que lleva a inmortalizar algunos pueblos próximos varios kilómetros más al norte. La crónica aquí no es blanca sino negra. Un hombre murió de madrugada por un disparo de la Policía Local. Fue su hija, menor de edad, quien llamó al 112 para pedir auxilio. Su padre estaba fuera de sí, comunicó. Como en otras muchas ocasiones, no constan denuncias previas de malos tratos.

Foto: Las autoridades, sacando al fallecido en el tiroteo de La Algaba (Efe).

La delegada de Igualdad del Ayuntamiento de La Algaba, Lidia Gómez, narró cómo sucedieron los hechos. No había denuncias previas por malos tratos ni registro de que la mujer hubiera pedido ayuda o información en los servicios sociales. Tampoco en el centro de salud se había observado nada raro. Según su relato, tras la llamada de emergencia que hizo su hija, de 15 años, dos agentes de la Policía Local se personan "en pocos minutos" en el domicilio. "Alguien abre la puerta" y el agresor se resiste a ser detenido. Empuña un arma blanca de gran tamaño. "Posiblemente, un hacha", aseguró la responsable municipal. "Uno de los agentes recula y se cae. En ese momento, el agresor aprovecha para asestarle un hachazo en la cabeza", narró la delegada de Igualdad. Intentan reducirlo sin éxito y en el forcejeo el otro agente recibe varios cortes profundos en el brazo.

Un hombre muere por disparos de la Policía tras ser denunciado por maltrato

Hay dos disparos previos al tercero que será el mortal. Desde el ayuntamiento, aseguran que la Policía Local trató de detener al individuo y le disparó primero a las piernas. Solo cuando se dirigió a uno de los policías con intención, de nuevo, de clavarle el arma en la cabeza, su compañero efectúa el disparo que le quitaría la vida. Los agentes están hospitalizados en el Virgen Macarena de Sevilla. Uno con heridas en la cabeza y el otro ha sido intervenido quirúrgicamente por lesiones provocadas por el arma blanca.

La Guardia Civil dirige una investigación a instancias del juez y dentro de las diligencias judiciales abiertas tras esta muerte, confirma la Delegación del Gobierno. No se podrá considerar específicamente un caso de violencia de género, explican estas mismas fuentes, porque no hay ninguna mujer herida o asesinada. Así es el protocolo que marca la ley. Aquí, la víctima no es la mujer ni el agresor se quitó la vida, como suele ser el patrón habitual.

La mujer y la hija, en estado de 'shock'

El alcalde de La Algaba, Diego Agüera, defiende la labor de la Policía Local y no tiene dudas sobre la actuación de los agentes, según dice en conversación con El Confidencial. Es más, se muestra convencido de que nadie quería que se produjera el disparo que mató al agresor, pero cree que ha salvado varias vidas. Una gripe lo mantiene fuera del despacho municipal, pero atiende al teléfono. Varios técnicos del ayuntamiento asisten a la mujer y a su hija, que se encuentran psicológicamente "muy dañadas y en estado de 'shock". Hasta el punto, aseguró la delegada de Igualdad, de que no son capaces aún de hacer un relato detallado de cómo se sucedieron los hechos. "De lo que pasó no cuentan nada", comentó Lidia Gómez.

Al ayuntamiento no le consta que ninguna de las familias haya denunciado ni pedido explicaciones por la intervención de la Policía Local. "Todo lo contrario. La familia de ella está muy agradecida", indicó la responsable municipal de Igualdad. Sobre las 11 de la mañana, la Guardia Civil escoltaba a tres hombres y una mujer saliendo del domicilio donde de madrugada ocurrieron los hechos. Llevaban varias bolsas de plástico. Son familiares que habían acudido a recoger algunas pertenencias personales. Llamaron para pedir escolta policial ante la presencia de cámaras y periodistas en las escaleras del edificio.

No quedó rastro del grave suceso que había ocurrido horas antes, sobre las cinco de la madrugada. Un señor que dice ser administrador de fincas revisaba el edificio, como responsable del mantenimiento, para constatar que no era necesario limpiar o actuar en las zonas comunes. El único vecino que abrió la puerta vive en la primera planta. Con prisas y sin pisar el zaguán, confirmó que oyó voces, golpes, tres disparos y que vio a los policías locales heridos. En el buzón correspondiente al domicilio donde ocurrieron los hechos figuran los nombres de Carlos C. M. y Josefa G. C.

En el bar que hay en los soportales del edificio tampoco saben mucho más. Según narraron, llegaron sobre las seis y media de la mañana a abrir el negocio y se encontraron con todo acordonado y varios agentes de la Guardia Civil. Los trabajadores del bar declararon no conocer demasiado a la pareja. "Él bajaba alguna vez a desayunar. A ella se la podía ver paseando un perrito", sostuvo un joven tras la barra. Pese a que aquí tenían su domicilio, la familia pasaba mucho más tiempo en la barriada García Lorca, a unos 10 minutos a pie. Allí regentaban un pequeño quiosco donde vendían chucherías y 'litros' de cerveza.

Nunca los habían visto discutir

En ese barrio, la familia de ella es propietaria del bar Cumplido, cerrado a cal y canto. Cerca, un grupo de jóvenes ociosos charla alrededor de un coche con música puesta. El quiosco de la pareja está cerrado. Otro, a pocos metros, sí está abierto. Dentro hay una mujer mayor que charla con otra joven tras el mostrador. Ambas insisten en el retrato que suele repetirse en los casos de violencia de género y que los manuales para el tratamiento de estas informaciones señalan que no hay que reproducir para no trivializar esta violencia. Nadie sabía nada. Nunca los habían visto discutir. Él era bueno y servicial. Amable y no agresivo. Lo de siempre. Como colofón al retrato robot, los vecinos a los que se les pregunta añaden: "Ya, lo que pase de puertas para adentro...", como si la violencia machista, que este año ha asesinado en dos semanas a cuatro mujeres, fuera un asunto de la intimidad o la esfera privada. En 2016 hubo 53 asesinadas. Desde 2003, más de 700 víctimas mortales, según las estadísticas oficiales del ministerio.

Más allá de los rumores extendidos por todo el pueblo, el Ayuntamiento de La Algaba confirma que el fallecido, "entre 35 y 38 años, como su pareja", era parado de larga duración. Se había acogido a los planes municipales de empleo en alguna ocasión y había visitado la Delegación de Asuntos Sociales para pedir información. La familia no era beneficiaria de ninguna ayuda social. Se investiga también si el agresor consumía drogas y si estas pudieron influir en el grave episodio violento que encontró la policía a su llegada.

"¿Cómo están los policías? ¿Se sabe?", preguntó un señor de avanzada edad tras parar su bicicleta. "Eran Jesús y 'el Cobra'. Ellos son los que están de noche. Buenos policías. ¿Están graves?", insistía sin respuesta. La vida de los agentes no corre peligro pese a las heridas de gravedad. Ambos están casados y tienen hijos. La Policía Local de La Algaba cuenta con 14 agentes en activo y ocho "en segunda actividad". Será el juez el que a partir de ahora dirija la investigación.

Los corrillos de vecinos que murmuran se suceden en La Algaba, a unos 20 minutos de Sevilla capital. Allí, las cámaras y los periodistas se arremolinan en varios puntos de la localidad, pero no porque haya caído la nieve que lleva a inmortalizar algunos pueblos próximos varios kilómetros más al norte. La crónica aquí no es blanca sino negra. Un hombre murió de madrugada por un disparo de la Policía Local. Fue su hija, menor de edad, quien llamó al 112 para pedir auxilio. Su padre estaba fuera de sí, comunicó. Como en otras muchas ocasiones, no constan denuncias previas de malos tratos.

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