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El hombre tranquilo de C’s que se pasea con Susana Díaz pero daría Andalucía al PP
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JUAN MARÍN, el líder naranja

El hombre tranquilo de C’s que se pasea con Susana Díaz pero daría Andalucía al PP

Juan Marín aterrizó en la política andaluza hace año y medio como un total desconocido. En 18 meses ha quintuplicado militantes y recibido críticas por ser cómodo para el PSOE

Foto: La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, acompañada por su vicepresidente Manuel Jiménez Barrios (i) y el portavoz de Ciudadanos, Juan Marín, el pasado 20 de octubre. (EFE)
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, acompañada por su vicepresidente Manuel Jiménez Barrios (i) y el portavoz de Ciudadanos, Juan Marín, el pasado 20 de octubre. (EFE)

Para quienes abominan de las frases tipo Coelho y ven en Ciudadanos ‘el cuñadismo político’, Juan Marín sería el prototipo, un cincuentón amable, algo plano y gris. Para quienes agradezcan calma, serenidad y una sonrisa por respuesta en mitad de la jauría política, el líder de Ciudadanos en Andalucía sería un gran hallazgo. Dice Albert Rivera que “la nueva política no es gritar, es ofrecer soluciones a los españoles” y su dirigente andaluz se siente muy cómodo en ese lema. A diferencia del catalán, a este político nacido hace 53 años en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) sería muy difícil pillarlo en el hemiciclo con un “gilipollas” en la boca contra un adversario. Si lo insultan, se estira su sonrisa. Hasta el punto de que a veces exaspera tanto buenismo.

Sus adversarios políticos los definen como un partido entregado al PSOE, demasiado cómodo y complaciente

Ciudadanos acaba de sellar en Andalucía su segundo acuerdo consecutivo para los Presupuestos andaluces. La tercera gran rúbrica desde que en mayo de 2015 decidieran apoyar la investidura de Susana Díaz. Sus adversarios políticos los retratan como un partido entregado al PSOE, un socio demasiado cómodo y complaciente. A Marín ni siquiera le molesta la etiqueta. “No lo siento así”, replica. “Llevo recorridos 19.000 kilómetros en cuatro meses y no me queda esa sensación. La gente me da la gracias y aseguran que les damos confianza”, dice sin molestarse en contestar a las críticas. En ese momento la consejera andaluza de Hacienda, la socialista María Jesús Montero, pasa y pide estamparle dos besos. Hacía pocos minutos que había dicho en rueda de prensa que era él quien tenía “la sartén por el mango” en el pacto de presupuestos. Él se deja y bromea con la típica foto en la que aparece a punto de un apasionado beso de tornillo con Susana Díaz. “Siempre me hacen la misma”, comenta.

Diálogo, consenso, responsabilidad, centralidad, sensatez... ensarten esas palabras y darán con el discurso de la que llama la oposición “constructiva”. Esa que defiende que ha llegado para beneficiar a los ciudadanos sin sillones a cambio. Es de los de ni izquierdas, ni derechas: sentido común. Hace sólo 20 meses que Marín recibió una llamada de Fran Hervías. Era febrero de 2015 y le pilló en pijama en la cocina de su casa. El secretario de organización le dijo que tenía que presentarse a las primarias y que Ciudadanos quería concurrir a las elecciones autonómicas que Susana Díaz acababa de convocar de forma inesperada. El partido naranja en Andalucía no existía. No tenía estructura. Por aquel entonces Marín era primer teniente de alcalde del ayuntamiento de Sanlúcar y gobernaba en coalición con el PSOE. La alcaldesa era Irene García, actual secretaria general del PSOE de Cádiz. Rechazó la oferta y alegó que ya se había comprometido a volver a ser candidato en las municipales de su pueblo. “Me acaba de decir lo mismo Luis Salvador”, se quejó Hervías sobre el diputado por Granada. A los pocos minutos al teléfono tenía a Albert Rivera: “Juan tienes que hacerlo”.


Los primeros patinazos

En 2006, Marín fundó Ciudadanos Independientes por Sanlúcar (CIS) y en 2011 se integró en el partido naranja. Sus dos hijos adolescentes y su mujer le dieron el visto bueno. Claro que entonces él les contó que ni siquiera iba a ganar las primarias y que si lo hacía, como mucho estaría muy liado unos meses durante la campaña. Pensaban obtener un diputado por Sevilla y otro por Cádiz pero fueron nueve. Su rostro como candidato era el de un gran desconocido. Ganó las primarias frente a otros tres rivales. La diputada andaluza Marta Bosquet cuenta que cuando lo vio lo tuvo claro: “Me gusta el de Cádiz. Es muy llano y llega muy bien”.

Así se creo Ciudadanos Andalucía. A toda prisa. Contaba con 1.200 afiliados en marzo de 2015 y tiene ahora 5.700, con datos oficiales de la pasada primavera. Han contabilizado en estos meses unas 40 expulsiones en Andalucía. Algunas tan sonadas como la de la concejal que quería ejercer desde Chicago y fue portada de Interviú, el candidato de Dos Hermanas objeto de chantaje por un vídeo en el que aparecía supuestamente esnifando cocaína o la los tres concejales de Jaén, que decidieron con el apoyo del PP subirse el sueldo 10.000 euros al año. El ayuntamiento bandera que tenían en Andalucía, el de Espartinas (Sevilla), lo perdieron posiblemente por la bisoñez de su alcalde. “Yo digo como Albert, no puedo poner la mano por cada militante o por cada concejal pero sí le garantizo que si hay alguna irregularidad no me temblará el pulso para expulsarlos del partido”. Tras los patinazos de los fichajes a toda prisa, dice Marín que ha llegado la calma.

Albert Rivera tiene previsto inaugurar en Sevilla una gran sede de C's tras meses sin pisar la comunidad: "Hago más falta en otros lugares"

En la segunda quincena de noviembre está previsto que Albert Rivera inaugure la sede oficial en Sevilla, un gran espacio en el barrio de Nervión. Hace mucho que a Rivera no se le ve por Andalucía. Cuando viene celebra “el oasis de entendimiento con el PSOE”. Marín asegura que ‘el jefe’ le contesta que hace más falta en otros territorios y que en Andalucía “la cosa marcha sola”. Fue la cara de Rivera la que ocupó la mayoría de las vallas electorales en las andaluzas y en las locales. Hoy el poder institucional de Ciudadanos en Andalucía se cuenta en 180 concejales, cuatro alcaldes, nueve diputados en el Parlamento, siete andaluces en el Congreso y seis diputados provinciales. Según Marín los compañeros de Extremadura y de Cataluña le piden consejo e importan iniciativas de la Cámara andaluza.

A la espera del dictamen de los cursos

Cada vez que hay una imputación o salta un escándalo, Ciudadanos está bajo la lupa. Acaban de imputar al alcalde socialista de Granada por su gestión como delegado de la Junta en una trama que investiga por una denuncia del Sindicato Andaluz de Funcionarios contratos privados para supervisar los talleres de formación. El partido de Rivera rompió con el PP en la alcaldía de la ciudad tras la detención de su alcalde. Ahora pide cautela a la espera de comprobar si es un caso de corrupción o si tiene algo que ver con los cursos de formación. También se aguarda su dictamen sobre el fraude de la formación en la comisión de investigación del Parlamento andaluz. Marín asegura que sí que hay responsabilidades políticas por una mala gestión de esos fondos pero como los socialistas evita hablar de fraude. Los tribunales, recuerda, han archivado el principal caso en los juzgados sevillanos.

"Yo no hablo mucho con Susana Díaz y Albert Rivera creo que cada vez lo hace menos", asegura Marín

Ciudadanos ha roto también el pacto con el PP en Mijas pero mantiene sus alianzas en Almería, pese al cerco judicial se estrecha sobre el histórico Gabriel Amat, y Málaga. Marín tiene en el vicepresidente andaluz, Manuel Jiménez Barrios, uno de los que lideran las quinielas para suceder a la presidenta, su principal interlocutor socialista. Ambos tienen mucha sintonía y se pasean del brazo por el Parlamento andaluz. “Hablo poco con Susana Díaz”, asegura Marín. La baronesa socialista tenía hilo directo con Albert Rivera aunque, ahora, dice el portavoz andaluz, “creo que hablan menos”. El exconcejal de Sanlúcar asegura que si el PP sumara con Ciudadanos en unas autonómicas en Andalucía tendrían que desalojar a los socialistas tras cuarenta años en el poder. Esa aritmética dicen que es la que salía en la última encuesta del Egopa de la Universidad de Granada, el CIS andaluz, que rompiendo la tradición acabó guardada en un cajón. Desde entonces, abrió una mesa de diálogo con Juanma Moreno Bonilla (PP-A), casi a la vez que Rivera apoyaba a Mariano Rajoy.

Sopa de siglas: AP, PA, PSOE y CIS

Un día por 1982 llegó a su casa y su padre le dijo “Juanillo, vete a Las Piletas que te van a hacer una foto”. Así fue, cuenta quitándole importancia, como apareció en el cartel electoral de Alianza Popular en uno de los últimos puestos de la lista para las municipales. Trabajó como jefe de comunicación del Partido Andalucista y gobernó su pueblo con el PSOE. No terminó los estudios de Relaciones Laborales y se puso al frente del negocio familiar, una joyería, al morir su padre. Hace mucho que no juega al voleibol, deporte que entrenó durante años. Su corazón se ha resentido en los últimos meses y le ha dado algún susto. Con todo, se atreve a asegurar que será candidato de Ciudadanos en las próximas autonómicas, por más que haya gente de su partido que señale a la jiennese Raquel Morales, la joven coordinadora en Andalucía que aspiró a ser diputada en el Congreso y se sitúa a su lado en la mayoría de las comparecencias. Muy al estilo Arrimadas. De la jerezana Marín habla maravillas y aleja los rumores de crisis con Rivera. “Lo de Carolina Punset ha sido un caso aislado”, asegura el andaluz al que su presidente mira cuando busca sosiego. “Ya sabes, escribe lo que te dé la gana que conmigo no vas a tener problema”, dice un campechano Marín a modo de despedida.

Para quienes abominan de las frases tipo Coelho y ven en Ciudadanos ‘el cuñadismo político’, Juan Marín sería el prototipo, un cincuentón amable, algo plano y gris. Para quienes agradezcan calma, serenidad y una sonrisa por respuesta en mitad de la jauría política, el líder de Ciudadanos en Andalucía sería un gran hallazgo. Dice Albert Rivera que “la nueva política no es gritar, es ofrecer soluciones a los españoles” y su dirigente andaluz se siente muy cómodo en ese lema. A diferencia del catalán, a este político nacido hace 53 años en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) sería muy difícil pillarlo en el hemiciclo con un “gilipollas” en la boca contra un adversario. Si lo insultan, se estira su sonrisa. Hasta el punto de que a veces exaspera tanto buenismo.

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