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El Partido Andalucista se juega su supervivencia al cumplir el medio siglo
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El Partido Andalucista se juega su supervivencia al cumplir el medio siglo

Los andalucistas tienen pocas posibilidades de volver al tablero autonómico y los partidos emergentes amenazan con ponerle la puntilla a unas siglas aferradas a un puñado de alcaldías

Foto: Antonio Jesús Ruiz, nuevo secretario general del PA. (Efe)
Antonio Jesús Ruiz, nuevo secretario general del PA. (Efe)

El Partido Andalucista sobrevive y puede jugarse su acta de defunción en las próximas elecciones andaluzas del 22 de marzo y en las municipales de meses más tarde. Desde que en 2008 salió del Parlamento andaluz, su lucha por permanecer en el tablero político es dura. La aparición de nuevos partidos como Podemos, Ciudadanos y UPyD resta aún más espacio a un PA que tiene previsto celebrar este año su medio siglo de vida. Comenzó a forjarse en la clandestinidad en 1965 y vivió años dorados en los inicios de la Transición. Lejos de la efervescencia de los nacionalismos en comunidades como Cataluña, el andalucismo no despega en las encuestas, que pronostican pocas posibilidades de que consiga un escaño. Hoy celebrarán el 28 de febrero, Día de Andalucía, con varios actos conmemorativos y una voz política casi inaudible.

Su actual líder, Antonio Jesús Ruiz, que accedió a la secretaría general en 2012 en un congreso casi de refundación con llamadas desesperadas a la unidad interna, admite que en los últimos años pudieron cometer errores como mantenerse al margen del nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía, aprobado en 2007. El PA fue el único partido del Parlamento que no apoyó el texto. Un año después lo pagó saliendo de la Cámara. “Entendemos que deberíamos haber estado en ese gran acuerdo político”, admite el secretario general. Su actual músculo político se limita a unos 3.800 militantes, 490 concejales y presencia en unos 200 ayuntamientos, en 70 de ellos en el equipo de gobierno con alianzas o en solitario.

El dirigente andalucista admite que la actual fortaleza de su partido está muy restringida a solo dos provincias andaluzas, Sevilla y Cádiz. Ruiz, que es concejal en la localidad de El Puerto de Santa María, concurre como cabeza de cartel por la provincia gaditana, donde en los últimos comicios se quedaron a 4.000 votos de obtener un escaño. Obtuvieron un 2,51% de apoyos, por detrás de UpyD. El candidato confía en que ahora sí lleguen a obtener parlamentario pese a que cuentan con una campaña “muy humilde” y un presupuesto de apenas 50.000 euros, lejos de lo que planea el resto de partidos. Ciudadanos gastará 200.000 euros. UPyD, 125.000. Frente a los partidos emergentes, los andalucistas presentarán su gestión municipal como baza para pedir una nueva oportunidad a los andaluces.

La disputa por hacerse con el discurso autonómico la ganó el PSOE en los primeros 80 del presidente socialista Rafael Escuredo. Desde entonces, los socialistas han sido mucho más hábiles que los andalucistas para envolverse en la bandera blanca y verde, reduciendo cada vez más el espacio del nacionalismo andaluz. Las guerras fratricidas que han acompañado a esta formación desde casi su nacimiento y los bandazos ideológicos, con pactos municipales a gogó con casi todos los partidos, han contribuido durante años a dilapidar aquel caudal de los inicios. El actual secretario general asegura que históricos como Rojas Marcos, Antonio Ortega, Luis Uruñuela o Diego de los Santos son nombres con quienes aún la cúpula andalucista guarda una estrecha relación, aunque ninguno de ellos tiene sitio en la actual dirección y no participan en la vida orgánica del partido.

Ruiz se guarda de referirse a Pedro Pacheco, el otro gran líder andalucista, enfrentado históricamente al sevillano Rojas Marcos, que chocaba frontalmente con el carácter populista del que fue sempiterno alcalde jerezano. El olvido no es casual. Pacheco, que salió definitivamente del PA en el año 2000, cumple hoy condena entre rejas por un delito de prevaricación y malversación. Pero aunque su partido lo quiera condenar al ostracismo, no es posible entender el PA sin la rivalidad eterna de sus dos dirigentes más representativos. En 1995, Antonio Ortega se convertiría en otro de los referentes del nacionalismo andaluz, dedicado durante años a apagar los fuegos internos. Bajo su mandato se consumó una alianza con el PSOE, en 1996, que llevaría al PA a convivir durante ocho años con los socialistas en la Junta. Julián Álvarez y Pilar González se pondrían después al frente de un partido que había comenzado ya su particular descenso a los infiernos.

El actual secretario general niega que aquel pacto con el PSOE dañara de muerte a los andalucistas. De hecho, uno de los mejores resultados en unas elecciones autonómicas lo obtuvieron en 2004, recién salidos de la Junta, donde tuvieron en las áreas de Turismo y Deporte de la Junta su gran plataforma pública. Si hoy tuvieran que volver a pactar con los socialistas, Ruiz asegura que lo harían. “Estoy dispuesto a participar en acuerdos aunque no volveríamos a entrar en un gobierno de coalición”, señala, aunque los sondeos indican que están lejos de ser el partido bisagra que fueron muchos años.

En las últimas elecciones europeas decidieron ir en solitario y no sumarse a otras coaliciones nacionalistas. Creen que les fue mejor. Marcan distancias con otras fuerzas independentistas emergentes en el mapa nacional como Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). “Somos un partido nacionalista y apoyamos la libre determinación de los pueblos”, proclama Ruiz, para acto seguido advertir de que están radicalmente en contra de la celebración de un referéndum en Cataluña. “Si se va a hacer a costa o en contra de otros territorios, no”, trata de explicar el dirigente del PA.

Con medio siglo de vida, los andalucistas, que escribieron un capítulo importante de la política andaluza, se agarran a los ayuntamientos como tabla de salvación. Sus congresos políticos son memorables. Nunca una formación hizo tanto por autodestruirse en guerras internas. El bipartidismo que ha monopolizado la vida política andaluza le hizo muy difícil hacerse con un trozo del pastel. Ahora que nuevas formaciones amenazan con enterrar ese juego político a dos bandas, el PA ve como partidos emergentes como Podemos o Ciudadanos, que no tienen ni modelo territorial o que directamente abogan por una recentralización de competencias a manos del Estado, acaban por pisotear su pequeño espacio político. El secretario general del PA, por supuesto, tacha de apocalíptico este retrato. “En estas elecciones esperamos volver al Parlamento”, asegura. Quizás sea la última oportunidad.

El Partido Andalucista sobrevive y puede jugarse su acta de defunción en las próximas elecciones andaluzas del 22 de marzo y en las municipales de meses más tarde. Desde que en 2008 salió del Parlamento andaluz, su lucha por permanecer en el tablero político es dura. La aparición de nuevos partidos como Podemos, Ciudadanos y UPyD resta aún más espacio a un PA que tiene previsto celebrar este año su medio siglo de vida. Comenzó a forjarse en la clandestinidad en 1965 y vivió años dorados en los inicios de la Transición. Lejos de la efervescencia de los nacionalismos en comunidades como Cataluña, el andalucismo no despega en las encuestas, que pronostican pocas posibilidades de que consiga un escaño. Hoy celebrarán el 28 de febrero, Día de Andalucía, con varios actos conmemorativos y una voz política casi inaudible.

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