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IU acusa a González de mover los hilos del adelanto para la gran coalición PSOE-PP
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MIENTRAS SUSANA DÍAZ CULPA A PODEMOS y garzón

IU acusa a González de mover los hilos del adelanto para la gran coalición PSOE-PP

Susana Díaz afirma que convoca por un posible pacto de IU e Iglesias, pero sus socios señalan que el expresidente mueve los hilos hacia la gran coalición de PSOE y PP

Hay dos invitados de excepción al baile de las elecciones de Andalucía que acaba de comenzar: Podemos y Felipe González. La dirigente socialista Susana Díaz achaca la ruptura de su Gobierno a un “giro radical” de Izquierda Unida con Alberto Garzón en cabeza y con el convencimiento de que habrá alianza de este partido con el de Pablo Iglesias. La otra parte se muestra segura de que la dirigente socialista mueve ficha, apadrinada por su admirado expresidente González y caminando hacia un Gobierno de gran coalición con el Partido Popular. PSOE e IU rompen su matrimonio en Andalucía con terceras personas de por medio y sentimientos clásicos de celos, traición y desconfianza como ingredientes.

Los dos miembros de la pareja cuidarán su legado y evitarán poner en duda la gestión de sus tres años de Gobierno o la eficacia de un modelo de pacto entre PSOE e IU que hasta hace poco eran vendidas como una fórmula exportable al ámbito nacional. Pero el divorcio, que está siendo sonado, deja muy tocada esta experiencia política en un momento en el que los sondeos anuncian el fin del bipartidismo y la apertura de un nuevo tiempo de políticas de alianzas y pactos. Además, de custodia compartida nada de nada. Díaz demostró ayer su mano de hierro y expulsó de su Gobierno a los tres representantes de IU, repartiendo sus competencias entre los consejeros socialistas. El líder de IU, Antonio Maíllo, admitió que la presidenta le había propuesto una “ruptura pactada” que han rechazado. “Susana no es de fiar” o “el PSOE en cuanto puede te la juega”, advirtió.

El escenario electoral es nuevo. Los seis candidatos en las autonómicas andaluzas del próximo domingo 22 de marzo debutan en un ring muy diferente al de las últimas elecciones. En estos comicios, los primeros en España de un año político muy intenso, se medirán la fuerza real de Podemos, los efectos de la fragmentación del voto de izquierdas, el estado real de salud del Partido Popular y las consecuencias de los casos de corrupción y la crisis en el electorado. Hay factores incontrolables y muchas preguntas que no se resolverán hasta el cierre de las urnas. Ocurre, además, en una comunidad singular, donde el PSOE ha llevado las riendas del Gobierno durante más de tres décadas sin alternancia política.

Vídeo: “Lo que ha provocado el adelanto es un giro radical de IU”

En lo único que hay unanimidad de todos los partidos frente al PSOE es en que Susana Díaz ha anticipado los comicios por “capricho”, “intereses personales” o puro “cálculo electoral”. El Partido Popular, Izquierda Unida, Podemos, UpyD o el Partido Andalucista coincidieron en no ‘comprarle’ a la socialista los motivos esgrimidos para el adelanto. Es curioso que desde la oposición se critique en bloque que se abran las urnas. Enfrente, la presidenta andaluza insiste en que no había “estabilidad” ni “solidez” en su Gobierno y defiende su decisión “impecablemente democrática” de convocar elecciones. Es una prerrogativa exclusiva de la presidenta fijar la cita electoral, de eso no cabe duda. Lo que no está tan claro es si los andaluces comprenderán que el pacto de PSOE e IU salte por los aires cuando hasta hace dos semanas los dos enfatizaban su pacífica convivencia. Ahora, la presidenta asegura que lo que restaba de legislatura iba a ser un año perdido en pugnas políticas y que ha querido “ganar tiempo”.

Díaz sigue además eludiendo un compromiso firme y sin ambigüedades sobre su futuro político. En la comparecencia de media hora en la que explicó sus argumentos para convocar elecciones se le preguntó directamente si podía adquirir el compromiso con los andaluces de que se quedará los próximos cuatro años en Andalucía en caso de ganar las elecciones. Enarboló la metáfora de su tren y Andalucía como “su pasión” y el destino al que quiere llegar. Pero la dirigente socialista, que se caracteriza por hablar muy claro cuando quiere, eludió adquirir ningún compromiso ni dar su palabra en este asunto. Mientras, el secretario general, Pedro Sánchez, daba un puñetazo en la mesa para pedir unidad. Sobre la crisis del Partido Socialista, Díaz fue muy escueta. Simplemente recordó que Sánchez tiene un liderazgo legítimo porque ha sido elegido por todos los militantes. Otra cosa es que en privado a la dirigente andaluza se le pueda oír decir que “los liderazgos ni se dan ni se quitan, se ganan”.

En Andalucía el nombre de Artur Mas cobra un nuevo significado. La oposición al unísono recuerda la terrible experiencia del político catalán cuando decidió poner fin a su tripartito convocando unas elecciones en las que CIU encajó un duro castigo. Ahora, confían en que Susana Díaz, con una marca personal muy fuerte y que encarna uno de los liderazgos políticos con más brío de este país, corra la misma suerte por disolver el Parlamento sin argumento fuertes. La presidenta andaluza dijo confiar en “gobernar en solitario y con amplia mayoría”, aunque eludió enseñar sus cartas y las encuestas que el PSOE guarda a buen recaudo. Estos sondeos, definitivos para que haya movido ficha en el tablero electoral, apuntan a una subida importante de los socialistas, que perdieron en 2012 frente a un PP a las puertas de la mayoría absoluta. Los cálculos también aseguran que Podemos podría comerles mucho terreno si se les daba más tiempo para consolidarse en Andalucía. El partido de Iglesias ha acelerado la designación de su candidata, Teresa Rodríguez, que está llamada a jugar un papel protagonista.

¿Le tiene miedo a Podemos?, se le preguntó a Susana Díaz. “Quien tiene miedo a los andaluces son los que están chillando y gritando por el adelanto electoral”, respondió intrépida. La dirigente socialista afronta la carrera electoral con una pose de superioridad y convencida de su victoria y de que en los próximos meses recibirán buenos datos de empleo. El balance de su gestión está empañado por la alta tasa de paro, con un millón de desempleados en Andalucía, y por un saldo de cumplimiento del acuerdo entre PSOE e IU endeble. Unas 17 leyes de las 28 prometidas se quedan en el cajón tras la ruptura y sólo dos se han aprobado. Los casos de corrupción, además, acechan. Los ERE, el fraude de la formación o las facturas falsas de UGT salpimientan la batalla. Díaz defendió ayer la operación de blindaje de los exconsejeros andaluces señalados por la juez Mercedes Alaya. Podemos se lanza a por todas. IU se moverá entre el ataque a los socialistas, la defensa de la gestión del Gobierno y la amenaza de ser barridos por los de Iglesias. El PP se muestra convencido de un empate técnico y de la consolidación de su recién llegado líder, Moreno Bonilla, al patio andaluz. Se abre el baile.

Hay dos invitados de excepción al baile de las elecciones de Andalucía que acaba de comenzar: Podemos y Felipe González. La dirigente socialista Susana Díaz achaca la ruptura de su Gobierno a un “giro radical” de Izquierda Unida con Alberto Garzón en cabeza y con el convencimiento de que habrá alianza de este partido con el de Pablo Iglesias. La otra parte se muestra segura de que la dirigente socialista mueve ficha, apadrinada por su admirado expresidente González y caminando hacia un Gobierno de gran coalición con el Partido Popular. PSOE e IU rompen su matrimonio en Andalucía con terceras personas de por medio y sentimientos clásicos de celos, traición y desconfianza como ingredientes.

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