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El PP sigue pidiendo “tiempo” para su líder en Andalucía tras medio año de tropiezos
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“DE LOS MAITINES AL VIETNAM ANDALUZ”

El PP sigue pidiendo “tiempo” para su líder en Andalucía tras medio año de tropiezos

"Lleva pocos meses". Es la respuesta inmediata sobre el presidente del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, que cumple 7 meses en el partido sin un liderazgo sólido

Foto: El presidente del PP de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla (Efe)
El presidente del PP de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla (Efe)

“Lleva pocos meses”. Esa es la respuesta más inmediata cuando se pregunta en el Partido Popular de Andalucía sobre su presidente, Juan Manuel Moreno Bonilla, que cumple siete meses al frente del partido sin que su liderazgo acabe de consolidarse, en un recorrido salpicado de tropiezos y con un guión político confuso, que salta del discurso duro contra la corrupción al guante blanco y la mano tendida a Susana Díaz. La realidad es que el líder del PP andaluz “ha pasado de los ‘maitines’ de Mariano Rajoy a Vietnam”, como ironizan en las filas populares con lo que es Andalucía: una comunidad extensísima y muy complicada políticamente, feudo del PSOE y donde el centro-derecha lleva 32 años en la oposición sin dar con la tecla para remover a los socialistas de la Junta.

En estos meses se ha rodeado de un equipo donde se mezcla gente de su estricta confianza, la mayoría también recién bajados del AVE o fichados desde Málaga, con quienes fueron parte de la cúpula de Javier Arenas y donde cuenta también, aseguran, con la delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, que asume el desgaste de dar la cara por las decisiones más duras de la gestión de Rajoy. No ha terminado de definir a su núcleo duro ni se visualiza una estrategia nítida en el Parlamento andaluz, donde Moreno Bonilla no tiene escaño ni posibilidad del cara a cara con la socialista Susana Díaz. La decisión del Tribunal Constitucional de avalar la ley que declara incompatible ser alcalde y diputado en Andalucía le ha abierto un nuevo boquete que cuatro días después sigue sin resolver para extrañeza de propios y extraños.

La principal afectada es la secretaria general del PP-A, María Dolores López Gabarro, la número dos del partido, por quien Moreno Bonilla apostó hace un par de semanas para dar la réplica a la presidenta de la Junta. Fue “una decisión personal”, dijo entonces. Ella es alcaldesa de Valverde del Camino (Huelva), un pueblo de 12.900 habitantes, donde el PP ganó por vez primera en las últimas municipales. Aunque en condiciones normales no habría duda entre si la número dos del PP-A tiene que estar en el Parlamento o en una alcaldía del Andévalo onubense, en la dirección de Moreno Bonilla no se pronuncian. Piden “respeto” para este pueblo y aseguran que el debate de la Cámara autonómica no llega a los ciudadanos ni es tan importante. Detrás hay mucho ruido sobre las malas relaciones entre el líder del PP-A y su número dos. Ambos lo desmienten. También se disparan los comentarios sobre una tensa comunicación entre el líder del PP-A y su portavoz parlamentario, Carlos Rojas. Igualmente los protagonistas lo niegan. Hay otro nombre propio, el de la alcaldesa de Fuengirola (Málaga), Esperanza Oña, que ya había trasladado con anterioridad su deseo de abandonar la vida municipal. El resto de alcaldes, otros cinco, se irán a sus ciudades.

El líder del PP andaluz no ha tomado tampoco una decisión sobre la alcaldesa de Bormujos (Sevilla), Ana Hermoso, a la que un juez acaba de confirmar su imputación por cohecho en una trama ligada al caso Gürtel. No ha dado una orden clara sobre qué hacer con esta regidora y evita así roces con el PP sevillano. El último capítulo de Moreno Bonilla ha tenido lugar en Canal Sur Televisión, donde el líder del PP ha afirmado que “la cúpula socialista se ha enriquecido ilícitamente” con los casos de corrupción hoy en los tribunales, los ERE y el fraude de la formación. Cuándo los periodistas le pidieron que concretara la acusación ha echado balones fuera y ha apuntado al exconsejero de Hacienda, Ángel Ojeda, que formó parte del Gobierno hace 27 años. Ha denunciado que 2.500 millones de euros se han ido “por las alcantarillas”. El PSOE-A rápidamente ha amagado con presentar una querella. Era la segunda vez que el líder del PP-A pisaba el plató de la radiotelevisión pública de Andalucía después de que su antecesor, Javier Arenas, renegara de Canal Sur e incluso descartara ir a un debate electoral en una decisión que muchos aún hoy admiten que le salió cara. Los suyos admiten que pudo patinar al hacer esa acusación tan general sin concretarla pero se escudan en que la entrevista fue “dura”. Ese victimismo tampoco es nuevo. Si ha habido una queja general del PP en Andalucía es que en esta comunidad “el listón está mucho más alto y se exige más a la oposición que al Gobierno”.

Fue en marzo cuando el exsecretario de Estado se bajó del AVE para quedarse en Andalucía en una maniobra política desconcertante para muchos. Directamente Mariano Rajoy, influenciado directamente por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, señaló al político malagueño para tomar las riendas del PP andaluz y acabar con una situación de interinidad tras la marcha de Javier Arenas que estaba dividiendo el partido en un reino de Taifas. “Tú lo has querido”, le advirtió Rajoy. Moreno Bonilla desplazó a José Luis Sanz, exsecretario general del PP-A y alcalde de Tomares (Sevilla), hoy a la espera de que el Supremo decida sobre su imputación en un caso de enchufismo en su Ayuntamiento. El aterrizaje del nuevo líder no fue nada fácil. Contó con el gesto desairado de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y una fría bienvenida de quienes desde dentro del PP andaluz se preguntaban quién era.

Moreno Bonilla, de la generación de Susana Díaz y criado como ella en el partido sin vida profesional al margen de la política, se propuso modernizar y centrar al PP de Andalucía. Se quitó la corbata, proclamó que él era hijo de emigrantes y de familia obrera y prometió que la corrupción en Andalucía no iba a ser el único argumento de su oposición. Incluso hizo algo que en su partido no había hecho nunca antes: autocrítica. En una entrevista en El Correo de Andalucía aseguró: “Los responsables de que en Andalucía no haya habido alternancia no son los andaluces, el problema es del PP. El Partido Popular no ha sido capaz de articular una alternativa suficientemente mayoritaria como para gobernar Andalucía. Esa responsabilidad es exclusivamente nuestra”. Aquella afirmación revolvió a más de uno.

Se fue a San Telmo desde la primera semana. Se entrevistó personalmente con Susana Díaz y ofreció diálogo. Desde entonces solo han hablado una vez, cuando la socialista lo llamó para felicitarlo por el nacimiento de su tercer hijo. Los canales de comunicación está rotos. Se vio enredado en un lío por haber inflado su currículum, se tuvo que dedicar a dar explicaciones sobre su renta y la de su mujer, sobre su sueldo, sobre si iba a tener o no escaño en el Senado y sobre si era un político con sello propio o una simple copia de Javier Arenas, como desde su propia casa política se dedicaron a subrayar.

Después de ese complicado aterrizaje llegaron las europeas y el PP andaluz se estrelló. Moreno Bonilla asumió la campaña en primera persona. Esas elecciones iban a ser “el anticipo del cambio” en Andalucía, repitió por toda la comunidad. Se quedaron a diez puntos del PSOE andaluz y perdieron más de 350.000 votos. Se rompía la racha de tres victorias consecutivas para los populares andaluces. Llegaron las dudas internas sobre el líder andaluz, hasta el punto de que Rajoy hizo escala en Sevilla para respaldarlo y garantizar que era “una apuesta de futuro”. Moreno Bonilla dio un giro de 180 grados a su estrategia. Se retiró del foco político, pidió tiempo e inició una ronda de visitas y reuniones privadas en todas las provincias andaluzas, oyendo a profesores, sanitarios, agricultores, funcionarios... A la vez, la vieja guardia de Arenas volvió al núcleo duro y el discurso del PP-A contra la corrupción se radicalizó. A Moreno Bonilla le empezaron a llover críticas porque estaba “escondido”.

Desde su equipo aseguran que no es verdad, que “una o dos veces a la semana atiende a preguntas de los medios de comunicación” y que “no todo hay que hacerlo en Sevilla”. Insisten en que él no quiere hablar solo de los ERE y la formación, que tiene propuestas pero que solo sale en los medios cuando habla de “de corrupción o de elecciones”. Del adelanto electoral ya ha dejado de hablar intencionadamente, aseguran fuentes de su equipo, porque “esa es una bola que mueve ella”, aseguran aludiendo a la presidenta de la Junta. Insisten en que Moreno Bonilla solo tiene un problema, el desconocimiento entre el electorado andaluz, por debajo del 30%, pero su equipo vende optimismo y se aferra a la irrupción de Podemos como baza. Consideran que “el globo de Susana Díaz se ha pinchado” y abanderan las encuestas que hablan de empate técnico en Andalucía y sobre todo a los datos del CIS que dan a Mariano Rajoy la victoria en España a ocho puntos de los socialistas. El líder regional saca pecho. Sostiene que si el PP se ha descalabrado en Valencia, Madrid y Cataluña, Rajoy aguanta “porque hay empate técnico en Andalucía”. Por lo que pueda pasar insisten también en desligar su futuro político de lo que ocurra en las próximas municipales. El PP gobierna en las ocho capitales andaluzas y en cinco diputaciones. Un resultado que será, admiten, muy difícil de sostener. Moreno Bonilla tiene el respaldo de Rajoy y un partido muy disciplinado donde no se airean las diferencias internas. El tiempo es lo que corre en su contra.

“Lleva pocos meses”. Esa es la respuesta más inmediata cuando se pregunta en el Partido Popular de Andalucía sobre su presidente, Juan Manuel Moreno Bonilla, que cumple siete meses al frente del partido sin que su liderazgo acabe de consolidarse, en un recorrido salpicado de tropiezos y con un guión político confuso, que salta del discurso duro contra la corrupción al guante blanco y la mano tendida a Susana Díaz. La realidad es que el líder del PP andaluz “ha pasado de los ‘maitines’ de Mariano Rajoy a Vietnam”, como ironizan en las filas populares con lo que es Andalucía: una comunidad extensísima y muy complicada políticamente, feudo del PSOE y donde el centro-derecha lleva 32 años en la oposición sin dar con la tecla para remover a los socialistas de la Junta.

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