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La 'operación cremas' que ha reventado al PP en Madrid: "Imaginábamos el juego sucio"
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Génova-Sol, una relación imposible

La 'operación cremas' que ha reventado al PP en Madrid: "Imaginábamos el juego sucio"

Desde hace meses el partido vive como una espada de Damocles los rumores sobre presuntas irregularidades del Gobierno Ayuso para favorecer al hermano de la presidenta

Foto: Ilustración: Learte
Ilustración: Learte
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El 25 de octubre este periódico publicó que, desde el equipo de Isabel Díaz Ayuso, se denunciaba una maniobra por parte de Génova para evitar que la presidenta de la Comunidad repitiera como candidata en las próximas elecciones. Concretamente, se señalaba al secretario general del PP, Teodoro García Egea como el principal enemigo para frenar la carrera de la baronesa. Desde ese día empezó a circular la teoría de “las cremas” en referencia a aquel vídeo de Cristina Cifuentes robando cosméticos en un súper que le costó el cargo. En ese mismo artículo se desvelaba una tensa conversación entre el jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, y García Egea. Los implicados nunca confirmaron ni desvelaron los términos, pero en ella se llegó a poner sobre la mesa que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, fuese el sustituto de Ayuso. El choque vino por el adelanto electoral tras la moción de Murcia y la confección de las listas del 4 de mayo. Desde entonces nunca hubo paz. Incluso antes.

El Confidencial desveló ayer que altos cargos del PP próximos a la dirección nacional han contactado con detectives privados para encargar una investigación secreta para comprobar si el hermano de la presidenta madrileña, Tomás Díaz Ayuso, se habría llevado una comisión por un contrato concedido por la Comunidad de Madrid a un supuesto empresario amigo por valor de 1,5 millones de euros para adquirir mascarillas en la primera oleada del coronavirus. El administrador de la empresa adjudicataria es Daniel Alcázar Barranco, que reside en el municipio de Sotillo de la Adrada (Ávila) donde Ayuso y su hermano veraneaban. Concretamente, se apunta como principal urdidor al director general de Coordinación del alcalde de Madrid, Ángel Carromero, persona de confianza de Pablo Casado y García Egea. Desde la Dirección Nacional del PP se apresuraron ayer a desmentir “tajantemente” las informaciones sobre la "supuesta investigación" y anunciaron acciones legales ante “estas falsedades”.

Por el contrario, en la Puerta del Sol no sorprendió esta noticia. No había una reacción oficial, pero fuentes cercanas a la presidenta de la comunidad aseguraban que “imaginábamos el juego sucio. Buscan cremas”. La sensación era que se corroboraban sus sospechas de una “operación” para desbancar a Ayuso. Las miradas están puestas directamente en Casado, al que no dudan en señalar en privado, aunque reconocen que “no hay pruebas”. La guerra está servida y esta vez la sensación que hay en el partido es que solo puede quedar uno. El secretario general canceló ayer su agenda, igual que la portavoz del grupo popular en el Congreso, Cuca Gamarra. Hoy saldrá a dar la cara Almeida, que desde el primer momento ha sido un peón en esta batalla.

El germen de “las cremas” llevaba meses desgastando al partido. Las denuncias de la oposición en la Asamblea de Madrid sobre el trato de favor de la presidenta a su hermano caían como un jarro de agua fría en Génova. La Dirección Nacional miraba para otro lado cuando se les planteaba este asunto, pero siempre hubo un miedo real a que algún día un escándalo de corrupción pudiera salpicar a Ayuso. No tenían pruebas, solo rumores y una especie de espada de Damocles que pesaba sobre sus cabezas cada vez que salían a relucir los contratos de la comunidad en la pandemia. García Egea trató este tema con Ayuso, pero no hubo paz. El clima de desconfianza que se había instaurado entre Casado y Ayuso por la pelea política de sus números dos tampoco favorecía. Si algo preocupa al presidente del PP desde que ocupó su cargo es levantar un cortafuegos con la corrupción y así se lo ha hecho saber siempre a su círculo más cercano. Casado está dispuesto a marcharse antes de que la más mínima sospecha pese sobre su etapa al frente del PP.

Foto: Isabel Díaz Ayuso, durante un pleno en la Asamblea de Madrid. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

En este magma envenenado de filtraciones y rumores entre Génova y Sol se ha librado una lucha por el poder encarnada en la convocatoria del Congreso regional del PP. Ayuso, desde que arrasó en las elecciones del 4-M, se ha visto respaldada para tomar el control de la formación. “No soy un producto de marketing que consigue los votos y otros reparten los sueldos”, llegó a decir en una reunión. Ahora hay muchos dirigentes del partido que entienden por qué el empecinamiento de Génova en no convocar el Congreso de Madrid. Hasta ayer mismo, desde la planta séptima se insistía en que no había prisa y que Ayuso tendría que plegarse a los ritmos del partido. “En esto y en lo de Vox”. Aún no había estallado la bomba informativa que a medianoche de ayer la Puerta del Sol y Génova se pasaban como una granada a punto de estallar.

Entre los barones ayer había desolación. No eran ajenos a la famosa guerra de las cremas, pero se movían en la nebulosa de las acusaciones de unos y otros. De norte a sur coinciden en que se debería haber zanjado hace meses esta batalla que ahora “ha herido de muerte al partido”. “Ya vivimos una guerra de espías en Madrid” recordaba un ex alto cargo en alusión a la guerra de Ignacio González y Francisco Granados, los dos hombres de Esperanza Aguirre que acabaron en prisión. El miércoles en los corrillos de Comité Ejecutivo Nacional se había abordado este asunto de la pugna con Ayuso y lo que se trasladó a García Egea fue que lo mejor era convocar cuanto antes el congreso y librar al partido de esta tensión de cara a las próximas citas electorales. Los líderes territoriales están desconcertados porque desde el equipo de Ayuso se les trasladaba anoche una versión diferente a la que había dado Génova. Además, el escándalo llega en plena negociación para conformar gobierno en Castilla y León. Si las expectativas eran poco optimistas sobre la negociación con Vox ayer se pusieron de color hormiga.

Entre los barones siempre se entendió que en la guerra Casado-Ayuso había una parte de “infantilismo” heredado de la etapa de Nuevas Generaciones de donde proceden y se conocieron todos los protagonistas de esta cruzada. Desde el propio Carromero pasando por Ayuso a Casado. “Casado debe elevarse y comportarse como el presidente del PP que es”, lamentaba hace unos días un barón. Cuando el presidente del PP subió al trono de Génova, se quiso rodear de amigos y desde ese momento ha sido muy criticado por una parte del partido que siempre le reprochó haberse saltado una generación. Ahora puede acabar como un emperador romano asesinado por los suyos.

El 25 de octubre este periódico publicó que, desde el equipo de Isabel Díaz Ayuso, se denunciaba una maniobra por parte de Génova para evitar que la presidenta de la Comunidad repitiera como candidata en las próximas elecciones. Concretamente, se señalaba al secretario general del PP, Teodoro García Egea como el principal enemigo para frenar la carrera de la baronesa. Desde ese día empezó a circular la teoría de “las cremas” en referencia a aquel vídeo de Cristina Cifuentes robando cosméticos en un súper que le costó el cargo. En ese mismo artículo se desvelaba una tensa conversación entre el jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, y García Egea. Los implicados nunca confirmaron ni desvelaron los términos, pero en ella se llegó a poner sobre la mesa que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, fuese el sustituto de Ayuso. El choque vino por el adelanto electoral tras la moción de Murcia y la confección de las listas del 4 de mayo. Desde entonces nunca hubo paz. Incluso antes.

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