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Los fareros que se resisten al desahucio: "Me saqué la oposición para vivir frente al mar"
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EL PP defendió Darle uso HOTELERO

Los fareros que se resisten al desahucio: "Me saqué la oposición para vivir frente al mar"

Los torreros del faro de Cabo de Palos (Cartagena) se rebelan contra la decisión del Congreso de convertirlo en un hotel. Es el primer faro habitado que se quiere privatizar

Foto: Javier Argul y Jesús Álvarez, dos de los fareros de Cabo de Palos, ante la instalación. (R. M.)
Javier Argul y Jesús Álvarez, dos de los fareros de Cabo de Palos, ante la instalación. (R. M.)

El lugar es imponente. Una torre de piedra de 51 metros de altura que domina La Manga del Mar Menor y hacia el sur la costa hacia Cartagena. El faro de Cabo de Palos es lugar de peregrinación de turistas que pasean alrededor de la instalación, construida en 1865. Pero desde que el pasado 28 de junio el Congreso aprobó una moción para convertirlo en un hotel, el faro es además escenario de otra batalla: los cuatro fareros que viven allí se han rebelado contra su posible desahucio. La pugna trasciende Cabo de Palos. Los fareros, un cuerpo oficialmente "a extinguir", ven cómo el negocio se cierne sobre los enclaves en los que han trabajado décadas. Pero no lo van a poner fácil.

El pasado 28 de junio, el diputado popular por Murcia Teodoro García Egea defendió en la comisión de Fomento la idoneidad de dar un uso privado al faro. "Con los avances de las nuevas tecnologías en la navegación marítima, la mayoría de los faros han perdido su función principal, muchos de ellos lamentablemente están abandonados y algunos necesitan una reforma inminente para evitar daños irreparables. Por eso el Grupo Parlamentario Popular opina y propone que para conservarlos, para cuidarlos, para abrirlos a la gente, qué mejor que permitir su uso como infraestructura turística o científica", declaró el diputado: "Se están abriendo a la gente, que diría Podemos", ironizó.

placeholder El faro de Cabo de Palos. (EFE)
El faro de Cabo de Palos. (EFE)

El diputado se apoya en una iniciativa de Puertos del Estado de 2012 para dar uso turístico a los faros —que seguía a una modificación legal de 2010 con el PSOE que abría la puerta—. En plena crisis, sacar dinero de los faros de Puertos se vio como buena idea, aunque no ha sido hasta ahora cuando se ha llevado a cabo: en marzo abrió un hotel en el faro de Isla Pancha en Ribadeo (Galicia), aunque meses después el ayuntamiento lo clausuró. Hay iniciativas similares en Tenerife y El Hierro, pero ninguno de esos estaba habitado.

Las palabras de García Egea aún retumban en el faro de Cabo de Palos. En la sala desde la que se controlan los faros de toda la Región de Murcia, Javier Argul y Jesús Álvarez, dos de los cuatro fareros, responden indignados. "Desde aquí controlamos ocho faros y las balizas del puerto de Cartagena. Dicen que los faros no tienen uso, pero en el mar cada vez hay más luces y la señalización marítima es cada vez más importante. Se está vendiendo que aquí no se hace nada cuando no es así", responde Argul, nacido en San Sebastián hace 53 años y que lleva 27 de farero en Cabo de Palos. El faro no es solo la luz que orienta y posiciona a los barcos y pateras, sino desde allí se manejan otros instrumentos: hay una antena de GPS diferencial, que corrige el error de todos los GPS y lo deja en centímetros, señales de radar y radiofaros.

placeholder El faro de Cabo de Palos.
El faro de Cabo de Palos.

Álvarez asiente. Él lleva 31 años allí y destaca que con todos los faros que hay deshabitados, el Congreso ha elegido en el que viven cuatro familias para instalar un hotel. Señalan que sacarlos del faro, incluso si les dan otra casa, es un cambio radical. "Cuando no había colegios ni banco ni médicos, vivíamos aquí y nadie lo quería. Cuando éramos funcionarios del MOPU, vivir aquí era una obligación. El farero tenía que encender el faro manualmente media hora antes del ocaso y apagarlo media hora antes del orto", recuerdan. Uno de los fareros, José Luis Gandolfo, nació incluso en el faro. Ahora viven cuatro familias. Y al ver los sofás y la mesa que tienen en la terraza, uno se imagina perfectamente el atractivo que tendría el hotel. Por la ventana entra el rumor de las olas y hasta el horizonte todo es el azul del mar. Con todo el cemento que hay alrededor esto es un lujo.

El cuerpo de fareros fue traspasado a los puertos en 1993 y oficialmente está llamado a desaparecer

La de farero era una profesión que se heredaba a menudo por familia. Aunque no es el caso de Argul y Álvarez. Hace casi 30 años, el primo de Álvarez sacó una oposición de técnico mecánico de señales marítimas y así él se interesó por el tema. En la familia se corrió la voz de esa oposición y hoy son cinco los primos que son fareros. Curiosamente, uno de ellos era amigo de Argul y lo metió en el ajo. Ahora cubren desde aquí los distintos faros de la región, con visitas periódicas a los otros faros, en barco cuando es al faro de Isla Hormigas.

El faro de Cabo de Palos es de 1865. (R. M.)La gente sube andando al faro porque está céntrico. Es típico comerse un caldero (el arroz marinero típico) y dar un paseo.Y alguien ha visto el negocio. De los 187 faros que hay en España, tan solo unos 40 están habitados. Y el de Cabo de Palos es probablemente el más apetecible. Otros están en un entorno inhóspito o simplemente lejos de cualquier pueblo. Los fareros no se han quedado quietos. El Ayuntamiento de Cartagena ha votado en contra y desde los vecinos a los pescadores han alzado su voz contra el hotel. Ciudadanos, que apoyó la moción en el Congreso, en Cartagena se opone.

Adrián Ángel Viudes, hasta 2016 presidente de la Autoridad Portuaria de Cartagena, designado por el PP, tampoco ve con buenos ojos el hotel. "Un hotel no abre el faro al público, lo abre a los clientes, y ese no sería barato. Estoy de acuerdo en que se abra y se pueda visitar, pero para eso no hace falta privatizarlo. Se pueden hacer visitas guiadas y abrirlo al público sin que entorpezca la labor de los fareros. Habrá que estudiar hasta dónde se puede subir y si hay que reforzar la escalera, pero para eso no hace falta un hotel".

placeholder Vistas desde sala de control del faro. (R. M.)
Vistas desde sala de control del faro. (R. M.)

Subir los más de 220 escalones en una angosta escalera de caracol deja sin resuello pero merece la pena. Las vistas desde arriba son espectaculares. La luz es visible hasta 23 millas náuticas (unos 42 kilómetros) y en días claros se puede ver hasta el de Santa Pola. Los fareros ya no tienen que subir a diario porque el faro se enciende y apaga automáticamente. Al inicio, esto fue además una escuela para los torreros. Eso era cuando los fareros eran gente instruida que a menudo llegaba a zonas muy pobres y cuyos libros de registro sirven en muchos casos para estudiar la historia de la zona.

Los funcionarios coinciden en que se puede abrir al público sin expulsarlos, pero creen que hay otros intereses. "Tenemos la sensación de que lo público se regala a lo privado". La Autoridad Portuaria de Cartagena, de quien depende el faro y quien ingresaría el dinero de la concesión, muestra una salud económica envidiable. El pasado 30 de junio aprobó las cuentas con una cifra de negocio de 41,99 millones de euros y un beneficio de 18,27 millones, lo que según 'La Verdad' lo convierte por sexto año consecutivo en el puerto más rentable de España.

"Probablemente seamos los últimos fareros que vivan aquí, pero por lo menos lo podríamos terminar de forma respetuosa"

El diputado García Egea —que no ha querido contestar a las preguntas de este diario— dijo en el Congreso: "Ante las posibles críticas, debido a que el funcionamiento parlamentario no me va a permitir responder a las mismas, ya adelanto que esta proposición no pretende privatizar nada, no pretende ir contra nadie, no pretende tocar un solo ladrillo de ese emblemático edificio, de esa joya y de ese símbolo del Mar Menor y de la costa cartagenera; lo que sí pretendemos es crear un valor añadido a la reserva marina de Cabo de Palos".

En plena temporada turística, los fareros de Cabo de Palos están recibiendo apoyo, aunque parecen saber que las condiciones con que han ejercido su profesión tienen fecha de caducidad. El cuerpo de fareros, declarado "a extinguir", fue traspasado a las autoridades portuarias en 1993, y aunque siguen en contacto no se convocan plazas desde entonces. Argul lo resume con elocuencia: "Probablemente seamos los últimos fareros que vivan aquí, pero por lo menos lo podríamos terminar de forma respetuosa. Me molesta que me quiten la casa y más, enterarme por el periódico. Nos hicimos fareros para vivir en un faro. La esencia de nuestro trabajo se destruye si vivimos en otro sitio. No me hubiese hecho farero para vivir en un pueblo, sino porque quería vivir en un sitio así, al lado del mar".

El lugar es imponente. Una torre de piedra de 51 metros de altura que domina La Manga del Mar Menor y hacia el sur la costa hacia Cartagena. El faro de Cabo de Palos es lugar de peregrinación de turistas que pasean alrededor de la instalación, construida en 1865. Pero desde que el pasado 28 de junio el Congreso aprobó una moción para convertirlo en un hotel, el faro es además escenario de otra batalla: los cuatro fareros que viven allí se han rebelado contra su posible desahucio. La pugna trasciende Cabo de Palos. Los fareros, un cuerpo oficialmente "a extinguir", ven cómo el negocio se cierne sobre los enclaves en los que han trabajado décadas. Pero no lo van a poner fácil.

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