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Rajoy asume todo el protagonismo para venderse como único garante de estabilidad
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Rajoy asume todo el protagonismo para venderse como único garante de estabilidad

Sin oposición presente y creíble, solo frente a la opción populista, Rajoy rompió el debate para dar la vuelta a la moción y convertirla en un acto de refuerzo al frente del Ejecutivo

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante su intervención en el debate de la moción de censura. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante su intervención en el debate de la moción de censura. (EFE)

Mariano Rajoy saca partido de la moción de censura de Pablo Iglesias incluso antes de que el Congreso certifique el fracaso de la iniciativa de Podemos. Después de los últimos problemas con su frente judicial y el revolcón del Tribunal Constitucional a la regularización fiscal de Cristóbal Montoro, el presidente del Gobierno recuperó la iniciativa política en defensa del Ejecutivo y de su partido desde la tribuna de la Cámara. El debate le sirvió para presentarse como garante del marco constitucional y de la racionalidad en la gestión económica frente a la alternativa del populismo, al tiempo que dejaba en evidencia la ambigüedad de Iglesias ante la cuestión clave de la soberanía nacional.

Después de jugar durante días al despiste, resultó que Rajoy se presentó en el Congreso dispuesto a responder en persona a Iglesias y a su telonera Irene Montero en cada turno que se abre para la intervención del Gobierno. Llevaba un discurso preparado para cada uno, para la portavoz proponente y para el aspirante a jefe del Ejecutivo. Y también intentará poner hoy el broche final al debate antes de que el dirigente podemita constate que solo convence a los diputados propios, más Compromís, los independentistas catalanes de ERC y los herederos de Batasuna: 82 diputados, una quinta parte de la Cámara.

Cara a cara de Iglesias y Rajoy en el debate de la moción de censura

El presidente del Gobierno recuperó las conocidas citas de Iglesias sobre sus planes para acosar, estigmatizar y destruir al adversario, liquidar el 'régimen del 78', su admiración por el chavismo o el silencio sobre la unidad nacional para argumentar que el de Podemos no debe llegar al poder.

Según el análisis de Rajoy, el candidato de Podemos presenta la moción de censura porque el fin de la crisis económica y el hecho de que el PSOE parezca que puede tocar fondo le obligan a reafirmarse en el espectáculo político. "Cuanto más se les conoce, más apoyos pierden", remachó Rajoy.

El jefe del Ejecutivo aprovechó el debate para volver a la carga con la venta de todos los datos acumulados sobre la recuperación económica y la creación de empleo. También para presumir de su mayoría parlamentaria, al menos presupuestaria, que con C's, el PNV y los regionalistas canarios le despeja un mínimo de año y medio de estabilidad en el poder. Además, Iglesias se empeñó en insultar y pelearse con los portavoces y diputados que no le daban su apoyo: Ana Oramas, Pedro Quevedo, Aitor Esteban y hasta Carles Campuzano (del PDeCAT).

El PSOE estuvo ausente en la primera jornada del debate, pero fue receptor de las ofertas del propio candidato, sus socios y los independentistas, tanto para formar parte de una futura moción de censura contra Rajoy (con más votos), como para que se sume al desafío independentista en Cataluña.

En el Gobierno y en el Grupo Popular estaban satisfechos con la intervención de su jefe de filas. Sin oposición presente y creíble y solo frente a la alternativa populista, Rajoy había roto el debate desde que terminó de hablar Irene Montero con su intervención por sorpresa para dar la vuelta a la moción de censura y convertirla en un acto de reafirmación y refuerzo al frente del Ejecutivo.

Mariano Rajoy saca partido de la moción de censura de Pablo Iglesias incluso antes de que el Congreso certifique el fracaso de la iniciativa de Podemos. Después de los últimos problemas con su frente judicial y el revolcón del Tribunal Constitucional a la regularización fiscal de Cristóbal Montoro, el presidente del Gobierno recuperó la iniciativa política en defensa del Ejecutivo y de su partido desde la tribuna de la Cámara. El debate le sirvió para presentarse como garante del marco constitucional y de la racionalidad en la gestión económica frente a la alternativa del populismo, al tiempo que dejaba en evidencia la ambigüedad de Iglesias ante la cuestión clave de la soberanía nacional.

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