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Sin móvil, sin delito, sin testigos y sin rastro: el callejón sin salida del caso de Diana Quer
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la guardia civil sigue trabajando

Sin móvil, sin delito, sin testigos y sin rastro: el callejón sin salida del caso de Diana Quer

Los investigadores continúan manteniendo vías de investigación abiertas en uno de los casos más complejos de desaparición de personas de los últimos años

Foto: Diana Quer.
Diana Quer.

El caso de la desaparición de Diana Quer se está convirtiendo en uno de los más complejos que han afrontado las fuerzas de seguridad en los últimos años. La ausencia de pruebas de ningún tipo está dificultando enormemente la tarea de los miembros de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil encargados de esclarecer los hechos que llevaron a que toda la familia y amigos de la chica le perdiera la pista el pasado 22 de agosto cuando la joven regresaba a su casa de veraneo en la localidad gallega de A Pobra do Caramiñal (La Coruña).

Cuando están a punto de cumplirse 11 meses de la desaparición, los agentes aún tienen escasos elementos sobre los que construir una hipótesis clara de lo que ocurrió aquella noche cuando la chica volvía a su hogar tras pasar un rato en las fiestas del pueblo. Por el momento, no ha llegado a sus manos elemento alguno que ayude a fijar una línea de investigación que se imponga sobre las demás, por lo que los funcionarios siguen trabajando con la práctica totalidad de las posibilidades abiertas.

Foto: La madre de la joven Diana Quer, de 18 años, muestra en el móvil la foto de su hija. (EFE)

Los investigadores siguen sin encontrar un móvil que justifique un supuesto secuestro, asesinato o fuga, por lo que incluso a estas alturas resulta imposible determinar por qué motivo Diana no regresó a su casa. No existen indicios que lleven a pensar que unos enemigos de la familia se la llevaron o que un conocido la secuestró o que fue ella misma la que optó por huir como respuesta a determinados problemas. No. Ninguna señal indica que la desaparición se produjo por un motivo concreto.

Ni hay grabaciones telefónicas o cartas escritas por la joven que hagan pensar que se fue de forma voluntaria ni otros elementos que indiquen una desaparición forzosa. Esta última hipótesis es sobre la que trabajan los agentes, pero únicamente por un motivo de prudencia, dado que en cualquier momento podrían encontrarse indicios que apuntaran a este extremo y el trabajo realizado sería una labor ganada al tiempo. Esta situación de incertidumbre impide, sin embargo, que los responsables de la UCO puedan fijar un punto claro sobre el que apoyar el resto de las pesquisas y limita considerablemente las posibilidades de llevar a cabo una investigación consistente, dado que los investigadores no tienen una base sobre la que avanzar.

No existen indicios que lleven a pensar que unos enemigos de la familia se la llevaron, que un conocido la secuestró o que fue ella la que huyó

Tampoco cuentan los guardias civiles con pruebas que respalden la comisión de un delito concreto. Los investigadores no han encontrado sangre ni indicios de violencia ni ADN ni otros argumentos que avalen la comisión de un ilícito penal determinado, extremo que nuevamente repercute en las pesquisas. Al no saber si están ante un homicidio, un secuestro, una amenaza o incluso ninguna de las tres, no pueden tomar decisiones que enfoquen las diligencias en una dirección precisa con certeza de no equivocarse. No pueden los funcionarios, por lo tanto, más que tantear líneas de investigación e indagar en ellas dando por supuesto que se ha dado alguna de las mencionadas posibilidades con la esperanza de encontrar datos que confirmen las sospechas, como de hecho están haciendo.

La ausencia de testigos relevantes que aporten información clave para el avance de las pesquisas también está condicionando la investigación. Los agentes de la UCO han entrevistado a decenas de personas del entorno de Diana sin ningún éxito. Vecinos, amigos, compañeros de instituto, exnovios, familiares cercanos y lejanos. Nadie ha aportado datos que permitan a los guardias civiles dar un paso adelante en las diligencias. Los testimonios apenas han servido para cerrar vías de investigación, como la de que algunas malas compañías frecuentadas por la chica podían estar detrás de la desaparición. Pero no han permitido señalar con claridad líneas de rastreo sin fisuras ni contradicción.

Foto: Diana Quer. (Facebook)

Únicamente el teléfono móvil de la joven, encontrado por un mariscador el pasado 27 de octubre en el puerto de Taragoña (Rianxo), se torna como prueba física del rastro de la chica. Sin embargo, la imposibilidad de acceder al terminal, del que nadie conoce el número pin, cierra la puerta a cualquier puesta que el celular pudiera aportar al caso. Fotos que la chica pudiera hacer en el último momento, grabaciones que le diera por realizar u otras posibilidades se encuentran en estos momentos custodiados por la Guardia Civil, que no permitirá a empresa alguna acceder al dispositivo a menos que demuestre antes que es capaz de sortear la seguridad del iPhone 6, ya que el terminal se encuentra muy dañado y los investigadores no puede arriesgarse a que se termine de aniquilar.

El pasado 19 de abril, el titular del Juzgado número 1 de Ribeira, Félix Isaac Alonso Peláez, que instruye la investigación, decidió archivar provisionalmente la causa. El magistrado acordó dar carpetazo a la instrucción precisamente por la escasez de pruebas que ayuden a esclarecer lo que ocurrió la noche del pasado 22 de agosto en el pequeño pueblo costero gallego. En el auto que cierra de momento la investigación, el juez explica que la Guardia Civil continúa investigando por diferentes vías, pero que ninguna de ellas apunta claramente a un sospechoso. "No existen motivos suficientes para acusar a determinada o determinadas personas como autores, cómplices o encubridores" de los hechos, señala el instructor, que admite que actualmente "se encuentran abiertas varias líneas de actuación policial", aunque matiza que ninguna presenta "indicios superiores a las meras sospechas".

Foto: Diana Quer, a la izquierda, junto a su hermana Valeria. (Facebook)

Esta vía muerta en la que, según el juez, ha entrado la investigación es la que ha llevado necesariamente al archivo de las actuaciones con el fin de preservar los derechos de las personas que han comparecido como testigos, según argumenta el propio Alonso Peláez. Sin embargo, el magistrado agrega que aún quedan cosas por hacer y líneas de investigación en las que la Guardia Civil tiene la obligación de profundizar. En concreto, señala "el análisis y cotejo de la gran cantidad de datos telefónicos" que se encuentran en manos de los agentes de la Unidad Central Operativa del instituto armado.

Es este último punto, de hecho, en el que trabajan insistentemente los guardias civiles. El cruce de datos facilitados por las operadoras telefónicas que cubren la zona con la información que proporcionan las cámaras de videovigilancia que captan matrículas de vehículos y otros elementos, con el testimonio de los testigos que relatan las últimas horas de Diana o con los dispositivos electrónicos entregados a la UCO por los amigos, vecinos y familiares de la chica es una de las pocas esperanzas que tienen los investigadores, que siguen haciendo esta labor de análisis con el fin de encontrar algún atisbo de luz que ayude a reabrir la investigación en estos momentos cerrada por la autoridad judicial.

El caso de la desaparición de Diana Quer se está convirtiendo en uno de los más complejos que han afrontado las fuerzas de seguridad en los últimos años. La ausencia de pruebas de ningún tipo está dificultando enormemente la tarea de los miembros de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil encargados de esclarecer los hechos que llevaron a que toda la familia y amigos de la chica le perdiera la pista el pasado 22 de agosto cuando la joven regresaba a su casa de veraneo en la localidad gallega de A Pobra do Caramiñal (La Coruña).

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