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A la venta la casa de los horrores de Pioz
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por 127.000 euros

A la venta la casa de los horrores de Pioz

Los dueños han puesto a la venta el chalé de Pioz, en Guadalajara, donde se cometió el múltiple asesinato de una familia brasileña el pasado verano

Foto: La casa después del múltiple asesinato. (EFE)
La casa después del múltiple asesinato. (EFE)

Dos águilas de piedra guardan la casa donde Patrick Nogueira mató a su tío y su familia. A simple vista, nada la diferencia del resto de chalés que pueblan la tranquila urbanización, salvo un cartel amarillo que cuelga del balcón del dormitorio principal.

“Se vende”.

Ocho meses después del mediático suceso, los dueños de la casa del crimen de Pioz, un matrimonio divorciado que reside en Zamora, quieren deshacerse de ella y la han puesto a la venta por 127.000 euros.

La casa apenas guarda rastro ni recuerdos de la familia que apareció descuartizada en bolsas de basura el pasado mes de septiembre. No quedan muebles ni enseres personales y el eco llena las estancias, que han sido pintadas de un blanco impoluto antes de ponerse a la venta. Solo una pegatina de precinto policial olvidada en una de las ventanas que da al garaje y unos polvos en un interruptor de la luz para detectar huellas dactilares dejan adivinar el pasado homicida de estas paredes.

La cocina, la primera puerta a la izquierda al entrar al domicilio, es la única estancia que mantiene el mobiliario intacto. Es allí donde Nogueira acabó con la vida de Janaína y sus dos hijos mientras se calentaban las pizzas que había llevado para cenar con la familia. Después, esperó paciente a que llegase Marcos, su tío, al que oyó cerrar la cancela y abordó en la entrada, como él mismo relató después de entregarse en una visita a la vivienda con la Guardia Civil para reconstruir los hechos.

En el salón, justo enfrente de la cocina, los descuartizó y los metió en bolsas, donde estuvieron varias semanas hasta que se descubrió su asesinato. Hoy solo una chimenea con cenizas de antiguas hogueras queda como testigo del suceso. En el otro lado del pasillo, aguarda impecable el baño donde el asesino se duchó tras acabar con la vida del matrimonio y sus dos hijos.

La pintura se ha llevado también el fuerte olor que alertó a los vecinos de que algo no iba bien en la casa de los brasileños, a los que no veían desde hacía unas semanas. Fue el propio dueño el que pidió al alcalde que entrasen en su casa: “Solicito, pido y ruego que haga las gestiones oportunas para que se persone en mi casa acompañado de Guardia Civil con el objeto de averiguar el motivo del fuerte olor”, dijo entonces.

Desde la inmobiliaria donde se ha puesto a la venta el inmueble, avisan nada más preguntar de que se trata de “la casa de los crímenes”. Mucha gente interesada cambia de idea al conocer la siniestra historia del chalé, aunque a otros, menos supersticiosos, no les importa e incluso hay algunas ofertas en curso. “Excelente oportunidad”, reza el anuncio sobre la vivienda construida en 1994 y en venta desde febrero.

La casa cuenta en total con 140 metros cuadrados construidos y más de 500 de parcela que rodean toda la casa. Tiene dos plantas, con cuatro dormitorios y dos baños, además de una amplia piscina, ahora cubierta, y barbacoa de obra. Su precio no varía mucho de las cifras de la zona, a pesar de las circunstancias.

Junto a la venta se incluye la comunidad, que permite hacer uso de las instalaciones deportivas del barrio y la ruta de autobús para que los niños, en caso de que la familia que la adquiera tenga hijos, vayan al colegio. A solo unas casas se encuentra una escuela infantil, y el griterío de los menores puede oírse durante el recreo.

Aparte de eso, la urbanización, de nombre La Arboleda, a tres kilómetros del centro de Pioz, no tiene muchos más atractivos. Sus calles zigzaguean hasta el fondo del barrio, donde solo puede encontrarse un colegio y un bar abandonado. Esta localidad de Guadalajara, que linda con Madrid y donde viven cerca de 5.000 vecinos, fue concebida como casa de retiro para los madrileños, aunque tras la burbuja se ha convertido en la vivienda habitual de algunos inquilinos.

Aun así, en una tranquila mañana de primavera solo se oyen los pájaros y los ladridos de los perros, recelosos de los extraños, mientras la casa aguarda a que una nueva familia llene de alegrías este lugar y borre su pasado oscuro.

Dos águilas de piedra guardan la casa donde Patrick Nogueira mató a su tío y su familia. A simple vista, nada la diferencia del resto de chalés que pueblan la tranquila urbanización, salvo un cartel amarillo que cuelga del balcón del dormitorio principal.

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