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La vida cotidiana de un yihadista en un pueblo de Castilla
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el día a día de un terrorista

La vida cotidiana de un yihadista en un pueblo de Castilla

Llevaba 15 años viviendo en la pequeña localidad y había rehecho su vida con una mujer espinariega con dos hijos de 18 y 24 años

Foto: Agentes de la Guardia Civil trasladan al hombre detenido en la localidad segoviana de El Espinar. (EFE)
Agentes de la Guardia Civil trasladan al hombre detenido en la localidad segoviana de El Espinar. (EFE)

“¡Ni rezaba ni mierdas de esas!”, dice con rabia Gonzalo, el hijo de la pareja del presunto terrorista yihadista detenido ayer en el municipio segoviano de El Espinar (9000 habitantes). “¡Pregunta a cualquiera!”, insiste el joven oriundo de toda la vida del pueblo serrano de la cara norte del Guadarrama. Y, en efecto, en las tres calles empedradas que separan el Ayuntamiento de la plaza donde se ubica el quiosco de música, todos reconocen que el marroquí Yasin era un tipo amable, de esos que saluda al entrar al bar con una sonrisa y un movimiento de cabeza. Allí “se apretaba sus bebidas como todos los demás” y departía con el personal sobre fútbol o lo que correspondiera. Llevaba 15 años viviendo en la pequeña localidad y había rehecho su vida con una mujer espinariega con dos hijos de 18 y 24 años.

Detenidos en El Espinar

“Fue hasta a la confirmación católica de su hijastra”, recuerda uno de los chicos de la pandilla de Gonzalo. Yasin, detenido junto a su socio, regentó una tienda de ordenadores en el pueblo durante años. “Después tenía una nave muy grande en el polígono Los Llanos y la verdad es que no se lo veía mucho trabajando, cosa que a mí siempre me pareció muy sospechosa”, añade uno de sus vecinos. Según los agentes que han participado en la operación Keops, el hombre y su socio están detenidos por participar en una red de empresas cuyos beneficios se dedicaban a financiar el terrorismo en Europa.

Su caída está estrechamente relacionada con la detención el pasado sábado de un ciudadano alemán de origen egipcio en un hostal de El Espinar. “A ver, ¿qué coño iba a hacer un egipcio en un hotelucho pegado a una carretera en medio de la provincia de Segovia?”, se pregunta una de las vecinas. "Pues cosas de terroristas", se responde a sí misma. Según los agentes, que ayer desplegaron varios furgones, se pusieron los pasamontañas y empuñaron sus subfusiles, el egipcio fue por asuntos poco inocentes a ver a estos dos hombres de origen marroquí ahora detenidos. "Parece que hubieran tomado todo el pueblo, yo no me creo si luego nos dicen que no pasa nada", refunfuña una vecina.

"¿Qué coño iba a hacer un egipcio en un hotelucho pegado a una carretera en Segovia? Pues cosas de terroristas", dice una vecina

“Es todo mentira”, clama su hijastro, que argumenta que simplemente le iban a vender unos ordenadores y que “lo van a demostrar cuando saquen las facturas y eso”. Quizá las encuentren en una de las dos casas (una de ellas en la cercana urbanización los Ángeles de San Rafael) y las tres naves que aún siguen registrando minuciosamente. “La tercera de las naves la alquiló hace nada, yo no sé para que necesitaba naves tan enormes si se pasaba el día paseando por el pueblo”, se pregunta de forma retórica uno de sus vecinos, desde cuya casa se ve la casa de la novia del detenido, en la que vivía de forma habitual. Su hijo, Yussef Oulad, también fue retenido por las autoridades, aunque no parece que esté implicado. El chico, según comentan en la localidad los jóvenes de su edad, era muy aficionado a la música electrónica y "el techno house" y completó la enseñanza obligatoria en un centro público del pueblo.

Con sus hijos en el restaurante

“Yo coincidía con él en el dentista”, apunta un hombre de mediana edad; “yo le serví mil veces junto a sus hijos en el restaurante”, subraya una camarera; “yo le veía en la gasolinera del polígono”, afirma uno de los chicos que se dedica a reparar automóviles en el municipio. Todos tienen una buena impresión. Se cumple con creces el tópico aquel de "era muy buena persona". De su socio, no hablan tanto. Pero más que nada porque no vivía en el pueblo y la urbanización donde reside está muy aislada y no hay más que chalés. “Cuando llevaba la tienda de Pilar yo tuve mucha relación”, confirma otro vecino, que también tiene buenas palabras para Yasin.

Pero no todo son alabanzas a la comunidad marroquí que vive en el municipio y que se dedica, principalmente, a la ganadería o la hostelería. “Destrozaron una imagen de la ermita del Carmen y le arrancaron a una chica una medalla solo porque tenía la cruz”, deja caer una mujer, que niega su interés real en “adaptarse”. Por supuesto, otros vecinos creen que esas acusaciones no tienen fundamento y defienden al grueso de la ciudadanos de origen marroquí en la localidad espinariega.

"Iba siempre muy bien vestido, con ropa cara, y se veía que tenía mucho dinero", revela uno de los vecinos que vivía al lado

No era el caso de Yasin, que ahora se ha vuelto sospechoso más bien por lo contrario: “Iba vestido siempre muy maqueado, con marcas caras y se notaba que tenía mucho dinero”, dice uno de sus vecinos de calle, que añade. “Y era raro, porque no parecía que tuviese tanto trabajo”. La Guardia Civil también ha deslizado que aparte de participar de la red de apoyo económico, traducía documentos. El sospechoso era un hombre con facilidad de palabra, muy aseado y un nivel cultural mayor que el de la mayoría de sus compatriotas que viven en el pueblo.

Lo que sí parece claro es que el acusado de yihadismo detenido el sábado se reunió con Jaled y su socio, aunque la operación, según fuentes del Instituto Armado, llevaba bastante tiempo en marcha “y no se ha improvisado”. Desde el 26 de junio de 2015, fecha en el que el Ministerio del Interior elevó a 4 el Nivel de Alerta Antiterrorista (NAA), las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad han detenido a 157 terroristas yihadistas en operaciones realizadas en España y en el exterior y a un total de 202 desde principios de 2015.

“¡Ni rezaba ni mierdas de esas!”, dice con rabia Gonzalo, el hijo de la pareja del presunto terrorista yihadista detenido ayer en el municipio segoviano de El Espinar (9000 habitantes). “¡Pregunta a cualquiera!”, insiste el joven oriundo de toda la vida del pueblo serrano de la cara norte del Guadarrama. Y, en efecto, en las tres calles empedradas que separan el Ayuntamiento de la plaza donde se ubica el quiosco de música, todos reconocen que el marroquí Yasin era un tipo amable, de esos que saluda al entrar al bar con una sonrisa y un movimiento de cabeza. Allí “se apretaba sus bebidas como todos los demás” y departía con el personal sobre fútbol o lo que correspondiera. Llevaba 15 años viviendo en la pequeña localidad y había rehecho su vida con una mujer espinariega con dos hijos de 18 y 24 años.

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