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Lujo, anabolizantes y velocidad... Los ladrones de coches más sofisticados del país
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robaron más de 300 vehículos

Lujo, anabolizantes y velocidad... Los ladrones de coches más sofisticados del país

Robaban un BMW en apenas dos minutos, luego lo desmontaban por piezas y las usaban para reparar otro vehículo del mismo modelo que iba a ser enviado al desguace

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A sus 35 años, E. E. G. era el encargado de habilitar escondites en los vehículos que cruzaban la frontera cargados de droga. Todo funcionaba hasta que la Guardia Civil y la Policía Nacional descubrieron el pastel. Los agentes del instituto armado desmantelaron la banda de narcotraficantes y metieron en la cárcel a todos sus miembros. El encubridor de mercancía fue a parar a Soto del Real, donde cambió por completo, aunque no en términos morales. Dejó atrás las sustancias estupefacientes y se pasó al robo a gran escala.

Entró en contacto con una banda de amigos considerados por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil como los mayores especialistas en sustracción de vehículos de España. Como si de cuatro réplicas de Nicolas Cage en la película '60 segundos' se tratase, estos especialistas eran capaces de robar coches de alta gama con fuertes medidas protectoras en apenas dos minutos. Tenían entre 20 y 27 años cuando se toparon con E. E. G. entre rejas, y solo sabían hacer una cosa en la vida. Las mentes de ambas partes se unieron y comenzaron a aprovechar las largas horas muertas que tenían por delante para planificar lo que harían cuando abandonaran el centro penitenciario. Tenían tiempo de sobra para hacerlo.

En 2012, el exnarcotraficante abandonó la prisión y también poco a poco lo fueron haciendo sus compañeros de rejas. Una vez en la calle, libres de cargos, los cinco comenzaron a poner en marcha sus planes, que básicamente consistían en montar una banda de sofisticados ladrones de vehículos de lujo. Como todos tenían experiencia y conocían cómo procedían las fuerzas de seguridad, eran conscientes de que no bastaba con montar un chiringuito dedicado a la sustracción de coches. Además, aspiraban a conseguir mucha pasta. Por eso aspiraban a convertirse en una organización delictiva prémium, una Filarmónica de Viena dedicada al crimen, una suerte de 'naranja mecánica' de Johann Cruyff del robo de automóviles caros.

Los ladrones de coches más sofisticados del país

Y eso hicieron. Diseñaron una compleja estructura y un 'modus operandi' casi perfecto que conllevaba un gran trabajo por parte de los miembros de la banda, pero que se tornaba en el único modo de esquivar la presión policial. Lo primero que hacían era comprar vehículos que el seguro había calificado como siniestro total y cuyo único destino viable era el desguace. Adquirían así últimos modelos de BMW, Mercedes o Porsche por apenas 1.000 euros y los almacenaban en una de las tres naves industriales que mantenían alquiladas.

Tras comprar el coche siniestrado, el líder de la trama ordenaba a sus cuatro lugartenientes localizar otros ejemplares de la misma marca y tipo. Los ladrones robaban estos últimos y luego los trasladaban también al mismo almacén en el que habían guardado el accidentado. Desarmaban los nuevos y utilizaban sus piezas para reparar el que estaba destruido. Conseguían de este modo, y con el mínimo coste, recomponer un coche que tenía todos los papeles en regla y que no iba a ser buscado por las autoridades porque su desaparición no había sido denunciada, dado que fue adquirido de forma legal.

Según estimaciones de la Guardia Civil, que acaba de desmantelar la organización criminal, desde que los cinco responsables de la banda salieron de prisión han sustraído entre 300 y 400 vehículos. Todos ellos tenían el fin de ser desmontados por piezas para recomponer otro modelo siniestrado, que posteriormente era vendido a través de internet como si fuera un coche de segunda mano normal mediante empresas pantalla. La trama le ponía un precio ajustado al mercado pero tirando por lo bajo, con el fin de darle salida rápido sin levantar sospechas.

El equipo conjunto de la Policía y la Guardia Civil que ha desactivado la trama calcula que, en los apenas tres años que ha estado funcionando la organización, el líder de la misma (E. E. G.) ha vendido 134 vehículos, lo que le ha dado unos beneficios de 1,3 millones de euros. Estos notables ingresos han permitido al cabecilla y a sus cuatro lugartenientes llevar un elevado tren de vida. Compraban inmuebles a toca teja y frecuentaban los reservados de las discotecas más chic de Madrid, pedían botellas caras y alguno se inyectaba anabolizantes para mantener su cuerpo de culturista. Ninguno, sin embargo, se drogaba.

El 'modus operandi' funcionaba como el mecanismo de un reloj gracias, sobre todo, a la pericia de los ladrones, que solían robar tres coches cada noche que salían de 'caza'. Los investigadores admiten haber presenciado cómo, un día, sustrajeron tres BMW —su marca fetiche— en la localidad madrileña de Tres Cantos en apenas una hora. Utilizaban carísimos dispositivos electrónicos —algunos de los cuales se pueden adquirir en internet— para abrir la cerradura, por un lado, y desactivar el sistema antirrobo de los coches, por otro.

En concreto, para esto último, que es lo más complicado, utilizaban los conocidos como 'drive box', que los delincuentes denominaban coloquialmente como 'la play'. Este artilugio, valorado en entre 15.000 y 40.000 euros —según el coche para el que esté destinado—, era custodiado por los ladrones casi más que los propios vehículos, ya que se trataba de su principal herramienta de trabajo, el ingenio que les permitía girar la llave de prácticamente cualquier automóvil de lujo.

Tras el robo, las huidas eran trepidantes. Los cacos apretaban el acelerador y superaban los 250 kilómetros por hora con el fin de alejarse cuanto antes de la zona caliente. Luego, lo dejaban 'enfriar' en una zona residencial donde no llamara mucho la atención durante un par de días, para comprobar que no tenía dispositivos de seguimiento ni GPS activo, y al final lo llevaban a la nave. Contaban con tres almacenes, uno de mecánica, otro de chapa y un tercero de pintura. En ellos trabajaban especialistas con dilatada experiencia que formaban parte de la parte más débil de la organización.

La Guardia Civil y la Policía se han incautado de 64 vehículos pertenecientes a la trama. (EC)

Estos últimos estaban empleados a destajo. Comenzaban a primera hora de la mañana y no paraban hasta las 10 de la noche. A las dos de la tarde, alguien del cuarteto de ladrones les traía una bolsa del MacDonald's para hacer un pequeño descanso y comer en el único momento de pausa que tenían los mecánicos, que a veces incluso eran maltratados físicamente por los responsables. Estos últimos les pegaban manotazos y bofetones para mantenerlos dentro de la disciplina de la banda, y les obligaban a quedarse por la noche vigilando las naves con el fin de evitar que otras organizaciones criminales robaran el material.

En total, la Policía y la Guardia Civil han detenido a 22 miembros de la organización: el líder, los cuatro ladrones, los mecánicos, los chapistas, los pintores (estos tres colectivos, con larga experiencia en talleres), los conductores de vehículos (encargados de entregarlos a los compradores) y los componentes del área de logística, conformada por personas sin antecedentes que se encargaban de conseguir placas de matrícula, alquilar las naves o localizar plazas de garaje.

Las diferencias entre los cinco cabecillas y el resto no se limitaban a la autoridad y al cumplimiento de órdenes por parte de los de abajo. El líder gestionaba todos los ingresos y los cuatro ladrones cobraban 2.000 euros por cada coche robado. Estas tarifas suponían que los cacos llegaran a embolsarse unos 6.000 euros por noche, dado que cada vez que salían se hacían con tres vehículos. Los mecánicos, chapistas y pintores, sin embargo, apenas recibían 2.000 euros al mes por trabajar en ocasiones hasta 24 horas, lo que podría hacer pensar que incluso se trataba de personal explotado desde el punto de vista laboral.

La banda ha sido desarticulada cuando se encontraba en plena faena. En el momento de las detenciones, de hecho, las naves albergaban 49 vehículos siniestrados que esperaban ser reparados con las piezas de al menos otros tantos coches robados, lo que lleva a los investigadores a deducir que la 'empresa' montada por los delincuentes estaba cobrando enormes dimensiones.

A sus 35 años, E. E. G. era el encargado de habilitar escondites en los vehículos que cruzaban la frontera cargados de droga. Todo funcionaba hasta que la Guardia Civil y la Policía Nacional descubrieron el pastel. Los agentes del instituto armado desmantelaron la banda de narcotraficantes y metieron en la cárcel a todos sus miembros. El encubridor de mercancía fue a parar a Soto del Real, donde cambió por completo, aunque no en términos morales. Dejó atrás las sustancias estupefacientes y se pasó al robo a gran escala.

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