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Hechos contra el decoro: Iglesias pone patas arriba el Congreso en nombre de la 'gente'
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piden frenar los "espectáculos" de podemos

Hechos contra el decoro: Iglesias pone patas arriba el Congreso en nombre de la 'gente'

Podemos, en su afán de representar al 'pueblo' más damnificado por la crisis económica, se siente a gusto guardando su propio decoro. Es una de las bases de su estrategia comunicativa

Foto: Los diputados de Unidos Podemos, vistiendo en el Parlamento camisetas azules con el lema 'Agua 100% pública'. (EFE)
Los diputados de Unidos Podemos, vistiendo en el Parlamento camisetas azules con el lema 'Agua 100% pública'. (EFE)

Podemos llegó al Congreso con una máxima: que las instituciones no hiciesen mella en su identidad extraparlamentaria. Todos sus dirigentes repetían el mismo mantra, aduciendo que querían seguir siendo “la gente” en lugar de “sus señorías”. El propio Íñigo Errejón, como flamante portavoz parlamentario, así lo trasladó a un grupo de periodistas parlamentarios en el primer encuentro informal que mantuvo con ellos tras las elecciones del 20-D: hemos venido a cambiar las instituciones, no a que estas nos cambien a nosotros, vino a decir.

Un total de 15 meses después de su bautismo en el Congreso y numerosos 'espectáculos' mediante, la Cámara se plantea modificar el reglamento para salvaguardar el “decoro”. Un concepto que, según la primera acepción de la RAE, significa “honor, respeto, reverencia que se debe a una persona por su nacimiento o dignidad”. La locución 'guardar el decoro', por su parte, se refiere a “comportarse con arreglo a la propia condición social”. Podemos, en su afán de representar al pueblo más damnificado por la crisis económica, se siente a gusto guardando su propio decoro. Es una de las bases de su estrategia comunicativa. Que se refrenen sus instintos por norma, además de permitirles mantener la tensión de su protagonismo en la agenda política, también: “El miedo va a cambiar de bando”.

Las formas de Unidos Podemos empiezan a incomodar a la Mesa del Congreso y al Grupo Popular

La batalla está servida. Pablo Iglesias, gustoso, aun frunciendo el ceño y 'enseñando los dientes', no tardó en contraatacar. “Algunos han pensado que el decoro tiene ver con llevar un reloj muy caro o vestir ropa muy cara, y el decoro tiene que ver con no ser un corrupto, con no ser un sinvergüenza y cuando te hace preguntas la oposición tratar de responderlas”, espetó, aprovechando así la ocasión para fijar el 'ellos contra nosotros', la pretendida polarización entre Podemos y la 'Triple Alianza', el pueblo y la casta o, como explicaba recientemente en un artículo de opinión publicado en 'Eldiario.es' por el nuevo responsable de discurso, Pedro Honrubia, poder fijar su posición como “bloque del cambio” gracias al hecho “de que se tengan que poner de acuerdo entre sí (PP, PSOE y C's) para frenar a Podemos”.

Iglesias: “Algunos han pensado que el decoro es llevar un reloj muy caro o vestir ropa muy cara, y el decoro tiene que ver con no ser un corrupto"

Para Podemos, en no pocas ocasiones, las formas son el fondo, el mensaje el medio y su estrategia comunicativa suele ceñirse a esta lectura. Una estrategia de comunicación, 'marketing' populista que les permite acaparar los focos, erigirse en los jefes virtuales de la oposición y forzar la apertura de debates para los que tienen preparado de antemano un argumentario de artillería pesada. La portavoz, Irene Montero, reclamó a la presidenta del Congreso amparo, argumentando que “en 2017 la Cámara es más plural y no es cortijo particular del PP” y que “los ciudadanos han votado diferente y aquí hay más gente”.

La pregunta recurrente es ¿dónde están los límites?. ¿Acudir al escaño con tu bebé en brazos, portar camisetas con lemas reivindicativos, incluir en el diario de sesiones expresiones soeces como “me la bufa”, portar retratos de Urdangarin y del preso Andrés Bódalo cuestionando la imparcialidad de la Justicia? Podemos lleva su estrategia comunicativa al extremo. No son situacionistas, aunque a muchos ciudadanos y, sobre todo, diputados se lo parezca. Precisamente por ello, no representan al 'pueblo', quizás a una parte, pero no a su totalidad. Al menos, hasta que no se consume la utópica tarea de “construir pueblo”, la tesis peronista de Errejón plasmada en su último ensayo.

El afán de que “Podemos se parezca a la gente” esconde en su interior otra máxima, menos visible, que en realidad se traduce en el propósito de que la gente se parezca a Podemos. No es un objetivo exclusivo de la formación liderada por Pablo Iglesias, pero quizá sí sean quienes más pelean por ello. Se trata de uno de los debates que enfrentaron las posiciones de Iglesias y Errejón. ¿Parecerse a la gente, buscando la centralidad y la moderación, o intentar que la gente se parezca más a Podemos, sin renunciar a la radicalidad, con la esperanza de que el pueblo acabe abrazando estos postulados?

Irene Montero: “En 2017 la Cámara es más plural y no es cortijo particular del PP”

En pleno debate interno, Pablo Iglesias era meridianamente claro al respecto. “En realidad, no se trata tanto del Podemos que necesitamos, sino del Podemos que necesitan las gentes y pueblos de nuestro país”, defendía, añadiendo que también debían trabajar por que la gente acabase pareciéndose a ellos. De forma más refinada, y ya en la campaña de Vistalegre II con la mirilla apuntando a Errejón, el secretario general aseguraba: “No podemos engañar a la gente. Tenemos que decir la verdad, porque diciendo la verdad es como llegamos hasta aquí”, además de que “necesitamos un Podemos transversal que se parezca a las gentes de nuestro país, a los pueblos de nuestro país y no a los partidos y políticos viejos de nuestro país”.

En ello están. Mientras algunos 'ayuntamientos del cambio', principalmente el madrileño, arrojan la toalla en la guerra cultural acosados por la hegemonía construida a lo largo de los años por los anteriores inquilinos de estos consistorios, Podemos no se arredra de dar la batalla en el Congreso. Hechos contra el decoro.

Podemos llegó al Congreso con una máxima: que las instituciones no hiciesen mella en su identidad extraparlamentaria. Todos sus dirigentes repetían el mismo mantra, aduciendo que querían seguir siendo “la gente” en lugar de “sus señorías”. El propio Íñigo Errejón, como flamante portavoz parlamentario, así lo trasladó a un grupo de periodistas parlamentarios en el primer encuentro informal que mantuvo con ellos tras las elecciones del 20-D: hemos venido a cambiar las instituciones, no a que estas nos cambien a nosotros, vino a decir.

Íñigo Errejón Irene Montero Vistalegre II
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