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Marbella se despide de Pablo Ráez: "Todo lo que ha ayudado a los demás no se pierde"
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acudieron también los alcaldes de málaga, ojén y marbella

Marbella se despide de Pablo Ráez: "Todo lo que ha ayudado a los demás no se pierde"

Amigos, familiares y vecinos dieron el último adiós al joven que luchó contra la leucemia e hizo multiplicar el número de donaciones de médula

Foto: Cientos de vecinos acompañaron a la familia y amigos de Pablo Ráez para decirle el último adiós. (Amparo de la Gama)
Cientos de vecinos acompañaron a la familia y amigos de Pablo Ráez para decirle el último adiós. (Amparo de la Gama)

Pablo Ráez tenía el don de convocar riadas de gente con sus palabras. Pero el domingo en la Iglesia de la Encarnación también supo aunar solo con el silencio de su sepelio a centenares de personas de todo lugar y condición, que rompieron en numerosas ocasiones en un unánime aplauso para el joven. El pueblo de Marbella se echó a la calle para decirle adiós.

[Los logros de Pablo Ráez: un 80% más de donaciones de médula en Andalucía]

Foto: Pablo Ráez, en una imagen de archivo.

Su amigo Pepe, José López Solórzano, el párroco de la iglesia del municipio, emocionado, comentaba a los feligreses en su homilía: ”Los que hemos conocido a Pablo lo hemos querido. Dios ahora lo tiene en brazos. Y estoy convencido de que todo lo que ha ayudado a los demás no se pierde”.

En cada momento el religioso debía parar su discurso porque le costaba hilvanar las palabras. “Quisiera estar ahí abajo con la familia, con Paco, con Andrea, con Esther, con Rosa... solo quiero llorar con vosotros. Hoy Pablo deja de estar pero no de ser. Eso es lo importante”.

El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, se ha comprometido “a mantener el legado de Pablo en firme y seguir luchando por lo que él tanto trabajó”

En abril, Pablo cumpliría 21 años. “Era una criatura feliz. Muy que pero que muy zalamero, tenía a todas las mujeres de la sacristía embelesadas. Solo le decimos gracias”.

[Álbum: así luchó Pablo Ráez contra la leucemia]

La familia, visiblemente afectada, pidió que no se hicieran fotos dentro del recinto religioso, lo que fue respetado por todos. Andrea, la prometida de Pablo, no cesaba su llanto. Para ella también tuvo palabras don Pepe: “Pablo te ha querido mucho, Andrea. Es amor y no se pesa, no se mide por meses o por años. Pablo te quiso. Y el amor es así. Se queda clavado en quien amamos”.

Foto: Pablo Ráez, en un hospital de Málaga. (Instagram/@srraez)

El párroco de la Encarnación contó que en una de las últimas conversaciones que tuvo con el joven marbellí le preguntó qué era eso de que él no le pedía nada a Dios.

Y Pablo contestó: “No, no le pido nada a Dios por que él no tiene médula ni plaquetas. Él creía que nosotros podíamos cambiar el mundo. Ya ha hecho todo lo que tenía que hacer. Ahora solo tiene que dormir. Ha sabido irse en silencio. Sin hacer ruido.” Los restos mortales de Pablo Ráez fueron incinerados a la salida de la iglesia en la más absoluta intimidad.

Medalla a título póstumo

Pese a la gravedad del estado en que Pablo vivió durante los últimos días, estaba muy ilusionado con los homenajes que le querían hacer. Y uno de ellos era la concesión de la medalla de su ciudad.

El equipo de Gobierno municipal había decidido tras conocer la noticia del fallecimiento del joven suspender el acto, pero Paco Ares, su padre, quien fue homenajeado el año pasado con la misma distinción, ya que fue uno de los bomberos de Marbella que se desplazó a la isla griega de Lesbos para asistir a los refugiados, pidió encarecidamente que los actos siguieran adelante.

Los vecinos están pidiendo una calle en la ciudad con el nombre de Pablo Ráez. El alcalde de Marbella, José Bernal, puntualizó que "la ciudad se volcará en ese día tan señalado para recordar la figura de un luchador que ha sido un ejemplo de fortaleza y de superación y que es un orgullo para todos los vecinos de Marbella".

El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, que asistió al entierro, informó a El Confidencial de que el equipo municipal trabaja “para mantener el legado de Pablo en firme y seguir luchando por lo que él tanto trabajó”.

Pablo Ráez tenía el don de convocar riadas de gente con sus palabras. Pero el domingo en la Iglesia de la Encarnación también supo aunar solo con el silencio de su sepelio a centenares de personas de todo lugar y condición, que rompieron en numerosas ocasiones en un unánime aplauso para el joven. El pueblo de Marbella se echó a la calle para decirle adiós.

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