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"El mar está devorando mi casa": el temporal revela un drama creciente del litoral
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OLAS DEVASTADORAS EN LEVANTE

"El mar está devorando mi casa": el temporal revela un drama creciente del litoral

El mar ha dañado viviendas, playas y paseos en cientos de kilómetros. Los daños crecen por la ocupación de la costa y esto plantea un dilema: proteger las casas a toda costa o retroceder

Foto: Carmen Arbizu y Cliff Carter, vecinos de La Casbah, ante el paseo marítimo que protege sus casa y que ha sido derribado por el temporal. (R. M.)
Carmen Arbizu y Cliff Carter, vecinos de La Casbah, ante el paseo marítimo que protege sus casa y que ha sido derribado por el temporal. (R. M.)

Jaume Pastor tiene 45 años y no ha visto nada igual. Es el dueño del restaurante Los Baños Sunshine Bar, que solía estar en la playa de Les Deveses, en Dénia, Alicante. Solía porque ahora da directamente al mar, que se ha comido buena parte de su terraza. "Jamás pensé que vería esto así. El mar se ha metido en el restaurante y no puedo hacer nada", explica asomándose al Mediterráneo, aún embravecido. Un trozo de suelo se desprende bajo su pie y casi se cae. Cuidado, Jaume. A su lado hay una casa construida en los años treinta del siglo XX que no ha resistido el embate de las olas en uno de los peores temporales en décadas.

La escena en la playa es para verla. En la poca arena que queda, algún curioso hace fotos y otro busca entre lo que el mar ha traído por si encuentra algo de valor. Allí hay una vieja persiana y eso parece un barco de vela ligera dañado. En un momento, la playa se corta y no se puede seguir caminando. No hay arena porque ha topado con el restaurante de Jaume. "Esto era una playa preciosa. La terraza daba aquí y teníamos mucho éxito. El mar fue entrando por debajo y devorando los cimientos ¿Ahora qué?", se pregunta. A sus pies solo hay escombros. Se encoge de hombros. No hay mucho más que decir.

Si fuera solo Dénia, si fuera solo Jaume y su negocio, podría ser considerado una anécdota. Pero el temporal del pasado fin de semana en el Mediterráneo ha dejado un reguero de daños desde Tarragona a Alicante: paseos marítimos dañados, calles llenas de barro, playas sin arena y chalés apuntalados.

El temporal ha arrasado con todo a su paso por la Comunidad Valenciana

Unos 70 kilómetros costa arriba, la imagen se repite. El paseo marítimo de la urbanización La Casbah, en plena Albufera, ha sucumbido y se ha llevado los cimientos de varias casas. Las viviendas de primera línea están ahora precintadas con un plástico. Dos vecinos del pueblo de al lado han venido a verlo y no reprimen el comentario malvado: "Esto era primera línea de playa, ahora es primera línea de mar".

A Cliff Carter, un británico venido hace muchos años al Mediterráneo, no le hace nada de gracia. Él tiene casa aquí desde hace décadas, aunque se ha salvado por no estar en primera línea. En este momento esa ubicación parece una ventaja. "En 1976 me casé y tomamos champán en esa playa". Ahora señala el mar que golpea contra los restos del paseo marítimo. "Había arena, pero lleva años retrocediendo. Se veía que esto iba a pasar. Si no hacen nada, nos desalojarán". Viste una elegante bufanda y habla perfecto castellano.

Junto a Cliff está Carmen Arbizu, fundadora de la urbanización, que lleva 45 años viviendo allí. Tiene buena memoria: "El muro lo construyó el Gobierno entre 1969 y 1970. La gente dice que nos vayamos porque las casas son ilegales, pero hace 45 años nos vendió el terreno el ayuntamiento y la licencia nos la dio el Ministerio de la Vivienda. Pago 1.200 euros al año de contribución y no tenemos barrenderos ni apenas luz. ¿Ahora dicen que no pueden protegernos?. Mi hija vive en Holanda y voy mucho allí. Hay gente bajo el nivel del mar. Si ponen una escollera, es fácil hacerlo". Una escollera es una defensa de piedras en el fondo del mar que hace que las olas rompan antes.

Arbizu explica que ella siempre fue optimista, que ante la visión negativa de algunos de sus vecinos, convencidos e que La Casbah tenía fecha de caducidad, ella confiaba en que no los iban a dejar caer. Hoy ante el paseo marítimo derruido, empieza a dudar: "Dicen que nos pueden permutar la casa. Pero la mía tiene 350 metros cuadrados. No sé dónde me van a dar una casa así".

El problema de La Casbah es singular. Ahí, además del temporal hay otros factores que los predisponían a sufrir el oleaje. La ampliación del puerto de Valencia hace una década alteró la circulación natural de arena y, como hacen todos los puertos, lavó la playa de un lado y recreció la del otro. La de la Malvarrosa, al norte del puerto, crece, y al sur, la del Saler, junto a la Albufera, donde vive Cliff, mengua. El puerto de Valencia no está aportando la arena como se comprometió a hacer. Desde Málaga a Girona, los problemas con la arena en las playas se suceden. Hay muchas mantenidas artificialmente con dragados antes del verano o espigones y escolleras artificiales. Y cada vez hay más daños en las casas por el mar, según todas las fuentes consultadas. Puede haber debate sobre si ya se nota la subida del nivel del mar, pero no lo hay en que el urbanismo de los últimos 50 años ha invadido dunas, marjales, y zonas costeras inundables además de alterar la dinámica de la arena y reducir los aportes de sedimentos de los ríos. La hemeroteca está repleta de incidentes del mar entrado en construccione: ocurrió en Málaga en diciembre y dos años antes, en Cádiz en mayo, en el Cantábrico hace dos años...

"¿Ahora dicen que no pueden protegernos? Con una escollera es fácil hacerlo", pide Carmen en El Saler

El temporal del fin de semana deja dramas personales, gente desalojada de su casa, el Gobierno prometiendo ayudas... pero además plantea un problema: ¿qué hacer? Británicos y alemanes afectados por la Ley de Costas emprendieron una exitosa campaña alegando que violaba la seguridad jurídica que el Estado les expropiara por estar en dominio público. A ellos se unieron después plataformas ciudadanas de españoles. Cuando uno ve sus casos y se pone en su piel los puede llegar comprender. Compraron una casa con todos las bendiciones -ni registradores ni bancos ni la Administración les advirtieron a muchos de ellos de que estaban en dominio público- y el Estado les decía después que no era suya, que como mucho la podían usar en régimen de concesión hasta el derribo.

Pero si se tiene en cuenta que España tenía hace un siglo más del 70% de la franja litoral sin ocupar y que en 2013 quedaba menos del 30% da que pensar. ¿Hay que proteger las casas o convendría revisar el urbanismo de los últimos 50 años? ¿Cuánto costaría cada cosa? ¿Durante cuánto tiempo se puede mantener artificalmente una playa con dinero público? ¿Si el turismo es la principal industria del país no debería ser este un problema nacional? El debate es muy complejo, con implicaciones sociales, económicas y ambientales. Y no se ve igual desde Madrid que a pie de playa.

"Esto era esperable. La ribera del mar no se comporta como el paseo de la Castellana", señala el catedrático de Granada Miguel Losada

Miguel Ángel Losada es catedrático de Ingeniería de la Universidad de Granada y experto en dinámicas litorales. Explica que "toda la costa del óvalo valenciano está en las mismas condiciones: deficit de sedimentos en la costa por la regulación de los ríos, obras portuarias que actúan como presas impidiendo el transporte de sedimentos del litoral, subida del nivel del mar como consecuencia del calentamiento global y la ocupación urbana de la franja costera, dominio público y zonas de servidumbre".

Losada se calienta al hablar del tema. Vivió con pena las imágenes del temporal porque lleva años advirtiéndo de que era cuestión de tiempo de que algo así ocurriera: "Hay tres motivos principales: los ríos no aportan nada de sedimentos por los embalses y en la costa valenciana hay un déficit previo, de hace muchos años. Además, el nivel del mar está subiendo y va a seguir subiendo, independientemente de que sea por la acción del hombre o de la naturaleza. El tercero es que el margen que tenía la costa para fluctuar está ocupado por urbanizaciones". Losada es muy duro con el urbanismo mediterráneo: "Esto era esperable. Es un temporal que entra en el concepto de extremo pero en ingeniería del territorio, puertos y costas estos deben considerarse. La ribera del mar no se comporta como el paseo de la Castellana. No es culpa del mar, porque el mar tendrá ese temporal cada ocho o 10 años y no lo han tenido en cuenta. Diferentes planes urbanísticos han decidido ocupar eso. La seguridad natural es más importante que la jurídica".

Losada critica la reforma de la Ley de Costas que aprobó el Gobierno en 2013. La anterior, de 1988, apostaba por ir recuperando todo lo que fuera inundable a partir de 2018 (daba 30 años a los dueños de las viviendas en dominio público). Pero conforme se acercaba la fecha y crecía la presión, el PP rebajó la protección y les dio 75 años más de concesión, entre otras cosas. "La ley de 1988 decía que esos terrenos iban a ser recuperados en 2018 y ahora lo han extendido a otros 75 años. Ahora la ley obliga a proteger. Y a proteger duro: con escolleras pagadas por todos los españoles". Más cemento contra el mar.

El problema político quizá no se perciba como tal en Madrid pero es de primer orden. Cristina Narbona en su época al frente del ministerio de Medio Ambiente encargó un diagnóstico técnico sobre la sostenibilidad a largo plazo de la costa. Cada vez que se publicaba que la recomendación era demoler tal paseo marítimo o retranquear una urbanización se armaba el incendio en ese pueblo. Cuentan que la entonces vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, suspiraba ante cada noticia: "Estos son 30.000 votos menos".

Quizá eso explique que la secretaria de Estado de Medio Ambiente, María García, cuando visitó La Casbah el martes pasado junto al ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, presumiera de escolleras. Ni un paso atrás. Que fuera el ministro responsable de Obras Públicas y no la de Medio Ambiente puede ser un indicio de por dónde va la respuesta. García defendió que en Almenara (Castellón) ya han construido defensas en el mar que han minimizado el impacto de este temporal y hay más previstas. Aun así, señaló que Almenara es una zona "que está en regresión desde hace décadas" y han que dar una "solución definitiva a los vecinos, que la reclaman desde hace años". La Ley de Costas prevé que "los propietarios de los terrenos amenazados por la invasión del mar o de las arenas de las playas, por causas naturales o artificiales, podrán construir obras de defensa". Pero nadie se plantea eso. Saldrá de los Presupuestos.

¿Cambio climático? No es tan sencillo

Siempre que surge un evento extremo, sea una ola de calor o una tomenta fuera de temporada, surge la pregunta: ¿se puede vincular con el cambio climático? Los científicos prudentes suelen responder que no se puede atribuir un fenómeno concreto al calentamiento, sino que hay tendencias  que apuntan en una dirección pero que siempre ha habido extremos (temporales en este caso). Otra cosa, dicen, es que sea esperable que cada vez haya más temporales destructivos.

Tras las noticias del temporal, Íñigo Losada, director de Investigación del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria, fue a ver qué tipo de temporal había sido para ver si era el ejemplo de temporales esperables con el calentamiento. La respuesta es que por el tipo de ola no es el tipo de temporal que los científicos esperan ver cada vez con más frecuencia.

"Este episodio no se puede vincular al cambio climático ni es estrictamente representativo de lo que esperamos. A diferencia del origen de la mayor parte de episodios similares que hemos visto en la costa mediterránea, aquí la marea meteorológica, que al final es un ascenso del nivel del mar, no ha sido un factor determinante. Las olas han sido especialmente grandes y con periodos largos, lo que sumado al fuerte gradiente de presiones que ha dado lugar a vientos muy fuertes, ha dado lugar a los daños que hemos experimentado", explica por correo.

Manuel Vargas, del Instituto Español de Oceanografía, y coator del estudio 'Cambio climático en el Mediterráneo español', coincide: "Cada vez los temporales deben afectar más porque el nivel del mar va subiendo, pero temporales ha habido siempre. No se puede decir que uno se deba al calentamiento. Es esperable que los que haya tengan más impacto, pero hay muchos factores: se construye muy cerca de la costa también". Rara vez los problemas complejos tienen respuestas sencillas.

Jaume Pastor tiene 45 años y no ha visto nada igual. Es el dueño del restaurante Los Baños Sunshine Bar, que solía estar en la playa de Les Deveses, en Dénia, Alicante. Solía porque ahora da directamente al mar, que se ha comido buena parte de su terraza. "Jamás pensé que vería esto así. El mar se ha metido en el restaurante y no puedo hacer nada", explica asomándose al Mediterráneo, aún embravecido. Un trozo de suelo se desprende bajo su pie y casi se cae. Cuidado, Jaume. A su lado hay una casa construida en los años treinta del siglo XX que no ha resistido el embate de las olas en uno de los peores temporales en décadas.

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