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El triple asesino de Usera sigue suelto entre la burocracia española y el recelo alemán
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el despropósito de una investigación

El triple asesino de Usera sigue suelto entre la burocracia española y el recelo alemán

A la lentitud del juez español en tramitar la orden de detención del sospechoso, se suma la de Alemania, que respondió pronto al principio pero que ahora lleva tres meses sin contestar

Foto: El pasado 22 de junio, el asesino se presentó en el despacho de abogados de la calle Marcelo Usera y mató a tres personas. (EFE)
El pasado 22 de junio, el asesino se presentó en el despacho de abogados de la calle Marcelo Usera y mató a tres personas. (EFE)

Seis meses después, el triple asesino de Usera continúa campando a sus anchas. Así lo entienden los investigadores de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid que identificaron al presunto criminal, un militar americano —como reveló ayer 'El Mundo'— residente en Alemania que viajó a España para acabar con la vida del hombre que estaba teniendo una aventura con su pareja.

Los responsables de las pesquisas averiguaron pocos días después de la masacre —que tuvo lugar en un bufete situado en el número 40 de la madrileña calle de Marcelo Usera— que el propietario del despacho, Víctor Joel Salas, mantenía una relación con una chica en Alemania. Accedieron a los mensajes que el novio remitió al abogado amenazándole de muerte tras enterarse de la infidelidad, además de descubrir otros indicios, y concluyeron que el militar estaría detrás del triple crimen.

Foto: Tres personas fueron asesinadas de forma violenta en el despacho de abogados de Usera (Madrid). (EFE)

El 22 de junio del año pasado, según fuentes policiales, el americano se desplazó hasta Madrid con la intención de encontrarse cara a cara con el abogado, pero este no se encontraba en el despacho en ese momento. El visitante entró por la puerta visiblemente alterado, preguntó por el dueño y las trabajadoras le dijeron que había salido. Tras la insistencia del recién llegado, las dos empleadas telefonearon a Joel para decirle que había alguien esperándole, pero en un momento determinado el hombre raro, como le calificó la secretaria que llamó al abogado, se volvió loco y asesinó salvajemente a las tres personas que en ese momento se encontraban en el bufete.

Inmediatamente después de identificar al sospechoso gracias al mencionado mensaje, los investigadores establecieron contacto directo con la policía alemana, que localizó al presunto asesino. Sin embargo, la burocracia judicial española taponó las diligencias. El Juzgado número 41 de Madrid, que dirige las pesquisas, rectificó a los agentes españoles, que pretendían hacer las gestiones policialmente, y les obligó a cursar una comisión rogatoria vía judicial, procedimiento que necesariamente lleva más tiempo. Además, el trámite ordenado por el magistrado Juan Carlos Peinado, titular del juzgado, se alargó incluso más de lo normal, ya que conllevaba la traducción de la comisión rogatoria antes de ser remitida a Alemania y no había personal en ese momento para realizar la labor interpretativa.

El triple asesinato que conmocionó el barrio madrileño de Usera

A estos inconvenientes se sumó la inminente llegada de las vacaciones de verano, que el instructor no perdonó, a pesar de no haber cumplimentado los trámites para cursar la comisión rogatoria, que tuvo que esperar a la llegada del nuevo curso para ser remitida y que provocó la firma de una prórroga más del secreto de las actuaciones —ahora levantado—. El tiempo transcurrido desde que se produjo el crimen hasta que se envió la petición provocó que la policía alemana perdiera la pista al presunto autor de la carnicería. Fuentes de la investigación aseguran que los agentes germanos no entendían a qué se debía el retraso y asistían con asombro a la pasividad judicial española.

La remisión de la comisión rogatoria por el Juzgado 41 se produjo por fin a finales de septiembre, pero para entonces el sospechoso ya había dado esquinazo a la policía alemana. Por el momento, las autoridades judiciales germanas ni siquiera han respondido aún a la petición de colaboración del juez Peinado, a pesar de que han pasado ya más de tres meses desde que fue cursada. Fuentes policiales entienden que desde Alemania consideran que si España no se ha tomado interés, por qué van a darse prisa ellos ahora. Los miembros de la Brigada de Policía Judicial de Madrid, responsables de la investigación, por su parte, presencian atónitos todo este cúmulo de despropósitos que han enturbiado las relaciones entre ambas partes.

Foto: Elisa C. G.

El mismo asombro que muestran los familiares de los tres asesinados, que apenas han recibido información durante el transcurso de las diligencias por parte del Juzgado 41. Y no porque no la hayan pedido. Los padres de Elisa C. G. (33 años), una de las dos mujeres que perdieron la vida, incluso viajaron desde La Habana hasta Madrid, se plantaron en las puertas de plaza de Castilla y preguntaron al instructor cómo iba la investigación. El juez les recibió, aunque apenas les pudo trasladar información. Posteriormente, remitieron cartas tanto a la Policía como al Juzgado 41 en las que preguntaban sobre el desarrollo de las pesquisas. Nuevamente sin respuesta.

En las misivas, los familiares aseguraban estar esperando resultados "con mucha tristeza y la gran angustia que genera la impotencia de estar tan lejos y no poder hacer nada para siquiera tener alguna información sobre el curso de la investigación del brutal asesinato". También denunciaban la "atípica situación" que a su juicio se está produciendo en la investigación cuando fue prorrogado el secreto de sumario el pasado septiembre —ahora ya está levantado—, lo que en su opinión les generaba "indefensión". Los padres de Elisa mantienen una posición acomodada en Cuba e incluso cierta capacidad de influencia. La madre es profesora de Medicina Forense en la universidad y el padre es teniente coronel de Inteligencia del Ejército cubano. Ninguno de los dos entiende lo que a su parecer es un retraso injustificado.

Además de a Elisa, el triple asesinato de Usera causó la muerte de Pepe C. V. (43 años), un cliente que ese 22 de junio había ido a la oficina a hacer unas consultas, y de la secretaria, también de origen cubano, Maritza O. R. (46 años). El asesino, una vez perpetrada la carnicería, trasladó los cadáveres de las dos chicas a un lado del despacho y el del cliente a otra habitación, echó gasolina, papeles y libros sobre los cuerpos y prendió fuego al inmueble, que rápidamente comenzó a arder.

La investigación se centró prácticamente desde el principio en el militar afincado en Alemania. La Policía descartó inmediatamente que los asesinatos fueran cometidos por un sicario, como se comentó desde algunos medios, ya que el 'modus operandi' no coincidía en absoluto con el que ejecutan los profesionales del crimen. Estos últimos, explican las fuentes consultadas, llegan al lugar elegido para cometer la matanza, aprietan el gatillo y se marchan. Lo que hizo el triple asesino de Usera, sin embargo, no tiene nada que ver con este modo de actuar, ya que estuvo un rato largo en el despacho, mostró su nerviosismo y materializó la masacre con un instrumento que se encontraba en la propia oficina.

También quedó descartada la posibilidad de que el autor de los hechos fuera un cliente del despacho. Los investigadores pusieron el foco al principio en este extremo, tras conocer que entre la cartera del abogado había personal con antecedentes penales, pero la hipótesis fue desechada tras descubrirse el móvil pasional, como también se cerró la línea de investigación que apuntaba a una posible venganza de algún delincuente peruano. El letrado Joel Salas había sido fiscal en su país de origen y allí había intervenido en casos contra grandes narcotraficantes, lo que podía hacer pensar en algún tipo de represalia de alguno a quien hubiera encerrado. Todas esas teorías quedaron relegadas después de que los responsables de las pesquisas descubrieran que el abogado mantenía, entre otras, la relación sentimental con la chica alemana, destapada por la pareja de la chica tras descubrir los contactos vía móvil que había entre Joel Salas y su novia.

Seis meses después, el triple asesino de Usera continúa campando a sus anchas. Así lo entienden los investigadores de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid que identificaron al presunto criminal, un militar americano —como reveló ayer 'El Mundo'— residente en Alemania que viajó a España para acabar con la vida del hombre que estaba teniendo una aventura con su pareja.

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