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Antonio Padilla, el hombre que se hizo atracador de bancos para pagar el alquiler
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su historial se remonta a los años setenta

Antonio Padilla, el hombre que se hizo atracador de bancos para pagar el alquiler

El emblemático delincuente ha sido detenido por enésima vez tras protagonizar con 62 años su última aventura delictiva, el asalto a 14 sucursales en poco más de un año

Foto: Antonio Padilla, durante uno de los atracos cometidos en los últimos meses en 14 sucursales bancarias diferentes de Madrid. (Policía Nacional)
Antonio Padilla, durante uno de los atracos cometidos en los últimos meses en 14 sucursales bancarias diferentes de Madrid. (Policía Nacional)

Antonio Padilla (Madrid, 1954) salió de permiso en junio de 2015. Las autoridades penitenciaras valoraron positivamente su comportamiento dentro de la cárcel y decidieron que era el momento de darle un voto de confianza. Le permitieron abandonar la prisión durante unos días para ver si podía empezar a rehabilitarse, pero el hombre traicionó a los que habían creído en su lado bueno. Aprovechó la licencia para fugarse y volver a las andadas.

Se puso a atracar bancos, como siempre había hecho, porque no conocía otro 'modus vivendi'. Su primer asalto tras abandonar la cárcel tuvo lugar en una entidad situada en el madrileño distrito de Chamartín, una zona que le gustaba mucho y en la que también había vivido. A punta de pistola, Padilla se llevó un botín de 14.000 euros. Las semanas siguientes, siguió 'trabajando' por la misma zona. Luego se alejó un poco. Conocía bien las técnicas de investigación policiales y sabía que le encontrarían si no modificaba su patrón de actuación.

La Policía detiene a un histórico atracador de bancos de Madrid

Por las sucursales de las entidades financieras comenzó a correrse la voz de que había otro solitario suelto. Los empleados bancarios hablaban entre sí, comentaban que Madrid estaba sufriendo una oleada de atracos y que el asaltante era un hombre mayor pero muy peligroso. Los vigilantes de seguridad de las entidades financieras incluso se pasaban unos a otros la foto de Padilla por si alguno lo veía entrar en su sucursal. Esto les llevó incluso a retener a algunos ancianos a los que confundieron con el atracador.

Los investigadores de la Brigada Provincial de Policía Judicial, responsables de las pesquisas, acudieron a los especialistas en análisis de conducta criminal de la corporación, que elaboraron un perfil y definieron una pauta de conducta basada en los atracos que ya había cometido un hombre, por otro lado, "sobradamente conocido" por los investigadores. Estudiaron cuánto tiempo tardaba en gastar el dinero que robaba con el fin de determinar cuándo iba a actuar. Establecieron, de hecho, que casi siempre ejecutaba sus golpes las últimas semanas de mes. Cuando lograron acotar unos días concretos, desplegaron un dispositivo policial por la zona que también habían tratado de adivinar y bingo.

Vestidos de paisano —porque el atracador conocía a sus perseguidores incluso físicamente—, los agentes rodearon el lugar y le detuvieron. "Os libráis porque vais de paisano; si hubiérais ido de uniforme, os acribillo", dijo a los agentes de la Brigada de Policía Judicial, que consideran a Padilla un individuo "extremadamente peligroso", que "no dudaría en usar sus armas para evitar su detención", a pesar de su apariencia débil, sus buenos modales, su correcta vestimenta y su facilidad para tratar con las personas.

En un atraco, por ejemplo, varios empleados del banco asaltado se lanzaron sobre él al notar que se trataba de un 'frágil' anciano. Cuando los trabajadores se lanzaron sobre Padilla, este apretó el gatillo y lanzó varios disparos al aire que provocaron el inmediato alejamiento de los 'valientes' asalariados, que prefirieron asegurar su integridad física. El atracador nunca ha matado a nadie en las decenas de robos que ha llevado a cabo, pero podía haberlo hecho, como aprecian los investigadores de la Policía Judicial de Madrid, que añaden que no ha ocurrido ninguna desgracia "por suerte".

El historial de Padilla Córdoba se remonta a los años setenta. En concreto, en 1977, cuando apenas contaba con 23 años, fue detenido por robar la joyería Martín y cuatro sucursales: del Banco Santander, del Banco Bilbao, del Banco General del Comercio y la Industria, del Banco Comercial Transatlántico. Tras pasar una temporada en prisión, no dudó en regresar al 'tajo'. No conocía otro modo de ganarse la vida. Junto a otros dos compañeros de andanzas —Ramón Muñoz Salcedo y Eugenio del Castillo— actuó en entidades financieras de Madrid, Valencia, Zaragoza, Torrejón de Ardoz y Alcalá de Henares.

El grupo era conocido por asaltar las sucursales con buenos modales, despidiéndose dando los buenos días y saludando a los vigilantes de seguridad con cortesía. Los tres fueron detenidos en 1981, volvieron a ser enjaulados pero de nuevo regresaron a la calle años después. Y, cómo no, Padilla reapareció en las sucursales bancarias. En 2009, la Policía le arrestó con un subfusil Z-70 en plena faena después de haber atracado varias entidades financieras.

Dentro de prisión —donde previsiblemente volverá ahora durante una buena temporada—, Padilla es considerado un referente para todos los atracadores de bancos, que le admiran porque le ven como una especie de Robin Hood moderno que solo roba a las entidades bancarias. Nunca a los clientes. En una ocasión, de hecho, durante un atraco, explican fuentes policiales, el anciano se llevó el dinero que una mujer tenía en su bolso. Pero hasta eso estaba pensado, ya que los investigadores le echaron en cara haber desvalijado a una ciudadana y él respondió que no, que incluso en esa ocasión se había llevado fondos del banco, porque la señora ya estaba dentro del establecimiento y, por lo tanto, es la entidad la que se hace cargo.

Es esa ética interna la que valoran enormemente los delincuentes con los que se ha cruzado en prisión, que es el único sitio probablemente en el que Padilla ha tenido amigos, al menos los últimos años. Entre rejas, lideraba un grupo de ladrones de bancos, algunos muy sofisticados, que se movían por motivos muy diferentes a los del anciano, que no robaba para chutarse ni para retirarse a las Bahamas 'in eternum' ni para financiar otro tipo de actos delictivos. El atracador madrileño asaltaba entidades financieras para vivir, con el único fin de pagarse el alquiler y llegar a fin de mes.

Atracaba los bancos a cara descubierta, porque le daba igual que le vieran. Ponía todo su empeño en que luego no le localizaran. Conocía perfectamente cómo trabajaba la Policía y confiaba en su pericia para no ser descubierto. Vivía en habitaciones alquiladas, cambiaba de residencia cada mes, nunca acudía al mismo sitio después de un atraco, compraba medicación y firmaba los contratos de renta con una documentación falsa. Su último DNI estaba realmente logrado. Pagó 1.000 euros por el documento.

La investigación de los 14 atracos que la Policía atribuye a Padilla desde que salió de prisión el año pasado está siendo instruida por 14 juzgados diferentes de Madrid, que ahora deberán determinar si unifican la causa o no. En cualquier caso, el anciano difícilmente volverá a delinquir, teniendo en cuenta los años que previsiblemente pasará en prisión, la avanzada edad en la que comienza a entrar y la enfermedad que tiene. Aunque con un profesional, nunca se sabe.

Antonio Padilla (Madrid, 1954) salió de permiso en junio de 2015. Las autoridades penitenciaras valoraron positivamente su comportamiento dentro de la cárcel y decidieron que era el momento de darle un voto de confianza. Le permitieron abandonar la prisión durante unos días para ver si podía empezar a rehabilitarse, pero el hombre traicionó a los que habían creído en su lado bueno. Aprovechó la licencia para fugarse y volver a las andadas.

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