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Vida interior de un imputado: de la angustia de Griñán al sosiego de Correa
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cinco maneras de afrontar el escándalo

Vida interior de un imputado: de la angustia de Griñán al sosiego de Correa

¿Qué secuelas sufren los imputados del telediario, qué efectos sobre la salud mental tienen las cámaras y micrófonos a la puerta de casa, el rechazo de amigos y conocidos?

Foto: Francisco Correa (Efe)
Francisco Correa (Efe)

El infarto de Rita Barberá dos días después de declarar ante el Tribunal Supremo ha abierto un debate que habría sido improponible hace tan solo una semana. ¿Qué secuelas sufren los presuntos corruptos, qué efectos sobre la salud mental tienen las cámaras y micrófonos a la puerta de casa, el rechazo de amigos y conocidos, los insultos, el aislamiento y el miedo a acabar en la cárcel o a perder el patrimonio?

Foto: El ministro de Educación y Portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo. (EFE)

“En general estamos hablando de gente que debería manejar razonablemente bien el estrés, porque es una condición casi indispensable para cualquier cargo con alta exposición pública. Y muchos acaban viviendo situaciones que serían insoportables para la mayoría de la gente”, dice Ana Pérez, psicóloga experta en cuadros de estrés y ansiedad.

Las reacciones pueden ser muy distintas. “Se puede llegar a somatizar un cuadro de ansiedad hasta el punto de no poder respirar, de vivir aterrorizado o de desarrollar cuadros psicóticos graves. En el otro extremo, hay gente que logra aislarse del todo para que no le afecte y puede mantener una vida normal”, explica la psicóloga.

El hundido

En el primer grupo, el de quienes no levantan cabeza, se encuentra el expresidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, que vive recluido en casa, arruinado por los embargos, con una pensión reducida al mínimo de subsistencia, mientras espera un juicio que tardará al menos un año en llegar. No sale prácticamente a la calle y su radio de acción se limita a dos pasos por el barrio porque tiene miedo a que le increpen o insulten por la calle si asoma por el centro de Sevilla.

Quienes aún le tratan dicen que vive aterrado y muy demacrado, tanto física como anímicamente. Como vía de escape ha dedicado tiempo a escribir un libro de memorias. “Hay también problemas médicos en su entorno familiar y en los últimos tiempos ni siquiera escribe. Desde que llegó la pena de prisión de seis años se ha hundido del todo. Ya no quiere ni ir a por sus nietos al colegio para que no relacionen a los chiquillos con él”, dicen.

“Se trata de una reacción típica, más propia de alguien que no esperaba verse nunca en esta situación, que quizá creía que estaba haciendo las cosas bien y, al estallar el escándalo, se le viene abajo todo el esqueleto de la autoestima, toda la trayectoria vital. Es una de las reacciones más lógicas”, dice Esteban Cañamares, psicólogo clínico.

El inmune

Francisco Correa, presunto cabecilla de la Gürtel, vivió muchos años al margen del sistema y parece haber encajado su imputación como una fase más de su aventura. En los últimos tiempos, y pese a la perspectiva de pasar el resto de su vida en la cárcel, sigue apareciendo bien vestido, engominado, conduciendo un buen coche (prestado) y dando paseos por Puerto Banús. Quienes le tratan dicen que no se muestra públicamente arrepentido, ni demasiado preocupado, que mantiene un trato jovial.

Correa, que sigue viviendo en su lujosa vivienda de Sotogrande (aunque está embargada), aún tiene humor para seguir bromeando, incluso en el banquillo. En su entorno dicen que la imputación le sienta incluso bien porque presenta un aspecto más saludable que antes, gracias a las muchas horas que pasa en el gimnasio.

"Estos casos son los más raros y siempre cabe la duda de que esté interpretando un papel, pero hay gente que se adapta rápido a la situación, sobre todo si ha pasado tiempo viviendo con el riesgo, cruzando la línea roja. Pero no se puede descartar que esté más dolido de lo que manifiesta, aunque al menos es capaz de mantener la fachada", comenta Cañamares.

El transformista

Marco Benavent, alias el “yonqui del dinero”, ha reaccionado al escándalo inventándose un personaje completamente opuesto a todo lo que representó durante sus años como gerente de la empresa pública Imelsa. Tras su dimisión, decidió colgar los gemelos y viajar a Ecuador para participar en una ceremonia chamánica con ayahuasca que le transformó en un 'hippy' de tebeo.

Hoy se encuentra aislado en una casa en el interior de Valencia y en sus escasas apariciones públicas, casi todas al ir a declarar, exhibe su nueva personalidad (tatuajes, trenzas, pulseras, marroquinería…) y llega a conclusiones metafísicas. "Ahora me dedico a biodinámicas conectadas con el cosmos y el universo donde tener mis cosas, mis animalitos y mis meditaciones”, dice. En su antiguo entorno están estupefactos, aseguran haber perdido cualquier contacto con él y deslizan que, en realidad, estaría interpretando un papel que le permite justificar su apremio por colaborar con la Justicia.

"Podría estar fingiendo, pero desde el punto de vista psicológico tendría sentido un cambio brusco genuino. Un acontecimiento traumático hace que mucha gente se replantee toda la escala de valores y la filosofía de vida”, aventura.

El anciano tranquilo

Fèlix Millet vive retirado pero de lo más tranquilo. El gran corruptor confeso de Cataluña sabe tanto de tantas personalidades catalanas y es tan consciente de que a sus 81 años ya no irá a la cárcel, que pocas cosas afectan a su vida cotidiana. Personas cercanas a su entorno explican que justo después del escándalo del Palau, en 2009, vendió su casa en Barcelona, una lujosa residencia en la calle Modolell, en el pudiente barrio de Sarrià. Desde entonces reside en l’Ametlla del Vallès, en la Garriga, a 40 kilómetros de la capital catalana.

Las mismas fuentes explican que Fèlix Millet vive cómodo aunque echa de menos la vida social de antaño. Ahora sus antiguos amigos de las 400 mejores familias de Barcelona (la cifra la puso él mismo en una entrevista) le dan de lado y le han condenado al ostracismo. Pero más allá de eso hace una vida de lo más normal.

Hace un par de veranos incluso acudió a una boda de estilo ibicenco (todos los invitados iban de blanco) a la que acudió en compañía de Jordi Montull, el otro acusado en el caso Palau. Montull y él siguen teniendo buena relación. Una relación que incluso ha servido para que Montull no llegue a pacto alguno con la Fiscalía para salvar a su hija, Gemma Montull, directora financiera del Palau, y también acusada en el caso, en el que presuntamente se desviaron a CiU 6,6 millones en comisiones a cambio de obra pública de la Generalitat. Si Jordi Montull y Fèlix Millet aspiran de manera razonable a librarse de la cárcel por su edad, su hija no cuenta con esta posibilidad, por mucho que el juicio se vaya dilatando.

El paranoico

José María Aristrain, a quien la Agencia Tributaria considera el mayor defraudador de España, no es un imputado tan mediático como el resto, pero en su entorno aseguran que está viviendo la situación como un auténtico calvario. Dicen que se ha vuelto paranoico, sobre todo desde que registraron su casa y "desmontaron hasta los radiadores".

El industrial vive en Suiza y las últimas veces que ha entrado a España lo ha hecho como un fugitivo: volando hasta Portugal y cruzando la frontera en un coche alquilado. Vive sin tarjetas y sin móvil, pensando que lo van a descubrir en cualquier momento. "Ha sido una de las mayores fortunas de España y hoy está obsesionado con el futuro que le va a dejar a su hijo".

El infarto de Rita Barberá dos días después de declarar ante el Tribunal Supremo ha abierto un debate que habría sido improponible hace tan solo una semana. ¿Qué secuelas sufren los presuntos corruptos, qué efectos sobre la salud mental tienen las cámaras y micrófonos a la puerta de casa, el rechazo de amigos y conocidos, los insultos, el aislamiento y el miedo a acabar en la cárcel o a perder el patrimonio?

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