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El pederasta de Ciudad Lineal aprendía técnicas antipoliciales conforme actuaba
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El pederasta de Ciudad Lineal aprendía técnicas antipoliciales conforme actuaba

El responsable policial de analizar los rastreos telefónicos del 'caso Candy' explica en el juicio contra Ortiz que en las últimas agresiones apagó el móvil para evitar que le ubicaran

Foto: Antonio Ortiz. (EFE)
Antonio Ortiz. (EFE)

El presunto pederasta de Ciudad Lineal, el acusado Antonio Ortiz, aprendía técnicas antipoliciales conforme iba agrediendo a las niñas. Así lo explicó este viernes el agente de la Unidad de Delitos Especializados y Violentos (UDEV) de la Policía Nacional que se encargó de analizar el rastro dejado en las antenas de telefonía por el terminal del procesado, funcionario que compareció ante la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid, que juzga desde el pasado martes al supuesto autor de cuatro agresiones sexuales a niñas entre 2013 y 2014.

Según este investigador, la enorme repercusión mediática que tuvieron las dos primeras agresiones y las tentativas que los agentes atribuían a la misma persona provocaron que la prensa se volcara en el asunto y contara determinados aspectos de la investigación casi al mismo tiempo que ésta se iba desarrollando. En concreto, los medios relataron cómo los responsables de las pesquisas estaban poniendo el foco en el rastreo de los móviles, lo que hizo que el supuesto "autor de los hechos apagara el teléfono cuando cometía las agresiones”. "El teléfono no da señal durante un largo periodo de tiempo que coincide con las horas en que se comenten los hechos, explicó el funcionario.

Concluimos que hubo un proceso de aprendizaje”, aseguró el policía, quien explicó que en relación con las dos últimas agresiones el teléfono no dio señal –en la jerga técnica, permaneció inactivo- durante el tiempo en el que se producían los hechos, no así en los momentos previos y posteriores a los mismos. Los investigadores pudieron situar el terminal, por este motivo, en zonas “muy próximas” a los lugares donde tuvieron lugar las agresiones horas antes y horas después, pero no en las que se realizaron las mismas.

El agente explicó que el hecho de que el teléfono se encontrase inactivo significa que “no registraba ningún tipo de comunicación”, lo que les llevó a pensar que probablemente estaba apagado, aunque no necesariamente tenía que ser así, como recordó la defensa de Ortiz. Sí relató el agente que esto ocurrió únicamente con las dos últimas agresiones, ya que en las primeras la Policía sí detectó que el terminal del acusado se encontraba en la zona donde se produjeron las agresiones.

Como sus compañeros, el testigo ha destacado la descripción que hizo de lo ocurrido una de las menores, que señaló que durante el trayecto a la casa del acusado situada en la calle Santa Virgilia, donde fue agredida, su raptor hizo una parada, extremo que confirmaron los investigadores por los posicionamientos teléfonicos, que sitúan al sospechoso en la vivienda de la calle Montearagón que pertenece a la madre de Ortiz, donde pudo haber ido para recoger las llaves del otro inmueble.

La cuarta sesión del juicio ha tenido lugar en la Audiencia de Madrid en abierto, después de que los dos primeros días y parte del tercero se desarrollaran a puerta cerrada, ya que el acusado se negó a declarar al comienzo de la vista y posteriormente fueron reproducidos los testimonios de las cuatro víctimas, que estaban grabados debido a que fueron prestados ante el Juzgado de Instrucción y se establecieron como prueba preconstituida con el fin de que las niñas no tuvieran que volver a pasar por el mismo trance.

Fue durante la tercera sesión del juicio cuando compareció el jefe de la investigación que coordinó el operativo policial que llevó a la detención de Ortiz. Este inspector jefe aseguró que para él fue clave "la prueba del nueve", que consistía a su entender en que tras el arresto del sospechoso no se han vuelto a registrar sucesos parecidos, con similar modus operandi, ni en Madrid ni en ningún punto de España.

El mando policial destacó que el acusado, que fue objeto de varios seguimientos, llegaba a permanecer algunos días hasta seis horas en el gimnasio, extremo que incluso corroboraron con los testimonios de la niñas, que llegaron a decir que era un tipo muy musculado, que sudaba mucho y que incluso le caían gotas. "No tenía trabajo estable, contaba con mucha libertad de horarios y presentaba un alto nivel de musculación", indicó el jefe de la investigación a preguntas de la Fiscalía.

El presunto pederasta de Ciudad Lineal, el acusado Antonio Ortiz, aprendía técnicas antipoliciales conforme iba agrediendo a las niñas. Así lo explicó este viernes el agente de la Unidad de Delitos Especializados y Violentos (UDEV) de la Policía Nacional que se encargó de analizar el rastro dejado en las antenas de telefonía por el terminal del procesado, funcionario que compareció ante la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid, que juzga desde el pasado martes al supuesto autor de cuatro agresiones sexuales a niñas entre 2013 y 2014.

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