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Rajoy tiene vía libre en la calle: la tensión social cae a niveles previos a la crisis
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El número de manifestaciones se reduce en 2016

Rajoy tiene vía libre en la calle: la tensión social cae a niveles previos a la crisis

Desciende el número de manifestaciones celebradas en Madrid durante los primeros meses de 2016 confirmando la entrada en una nueva fase de calma social tras cinco años de conflicto

Foto: Manifestación convocada en Madrid para exigir la derogación de la Lomce y del decreto 3. (EFE)
Manifestación convocada en Madrid para exigir la derogación de la Lomce y del decreto 3. (EFE)

El panorama político y social se ha invertido en cinco años. El Partido Popular logró en las generales de noviembre de 2011 una mayoría absoluta aplastante, pero se encontró con dos huelgas generales, movilizaciones estudiantiles y protestas para rodear y asaltar el Congreso. Ahora, Mariano Rajoy afronta el final de una negociación que, en el mejor de los casos, le obligará a hacer equilibrios para tramitar la norma más neutra. Pero, fuera de la Cámara Baja, tendrá una balsa de aceite. El número de manifestaciones celebradas en la Comunidad de Madrid en los nueve primeros meses de 2016 revela que la conflictividad social se encuentra en cotas mínimas, cerca de los niveles previos al estallido de la crisis, y que el destensamiento se está consolidando.

En total, según datos de la Delegación del Gobierno de la Comunidad de Madrid a los que ha tenido acceso El Confidencial, entre enero y septiembre se celebraron en la región un total de 1.983 protestas. Los meses con mayor número de movilizaciones fueron abril (347) y mayo (357), en la antesala de las elecciones generales del 26 de junio. Por contra, el mes con menor número de manifestaciones fue agosto (solo 70), por el tradicional efecto apaciguador de las vacaciones de verano.

A falta de los tres últimos meses del año, los datos de 2016 indican un descenso del 14,2% con respecto a la actividad registrada en el mismo periodo de 2015, cuando se celebraron 2.313 protestas. Pero, en perspectiva, las cifras confirman una caída de la conflictividad aún más pronunciada y sostenida. En 2011, con el estallido del movimiento 15-M, la estadística oficial se cerró con 1.923 protestas. La cifra se disparó en 2012 hasta las 3.419 movilizaciones y alcanzó su máximo histórico al año siguiente, con 4.354 concentraciones.

Sin embargo, a partir de ese ejercicio, la exhibición del malestar entró en otra fase. En 2014, las movilizaciones bajaron a 3.113, y en 2015 (con elecciones municipales y autonómicas), a 3.082. La proyección de los datos de los primeros nueve meses de 2016 apunta a que el ejercicio se cerrará rondando las 2.640 protestas, es decir, un 40% menos de las que se detectaron en 2013 y cerca de los niveles previos al aterrizaje del PP en Moncloa.

No solo se ha reducido el número de manifestaciones. Las que se celebran también son menos violentas, subrayan los expertos consultados por este diario. A lo largo de 2016 no ha habido ningún incidente que se acerque al clima de enfrentamiento que se vivió en la concentración del 25 abril de 2013 para asaltar el Congreso, que se saldó con 15 detenidos y 14 policías heridos, ni tampoco a los ataques posteriores a las Marchas de la Dignidad del 22 de marzo de 2014, que terminaron con 67 agentes heridos, seis de ellos graves, y 29 detenidos.

Los expertos consultados por este diario no creen que la tensión pueda sufrir un repunte en los próximos meses. “Una de las principales razones que explican la menor conflictividad social es que la situación económica ha mejorado”, aseguran estas fuentes. “La crisis no ha concluido, pero las perspectivas que tienen los ciudadanos son más positivas. El malestar que había cuando llegó el Partido Popular como consecuencia de la crisis se ha diluido progresivamente”, señalan. Y no parece que la economía vaya a empeorar tanto en el corto plazo como para desatar otra oleada de marchas contra el futuro nuevo Gobierno.

El otro factor que más ha contribuido a la calma social, según los expertos, está relacionado con la desmovilización de los sectores más contestatarios. “Gran parte de las manifestaciones del 15-M y de las protestas de los primeros años de la legislatura de Rajoy estaban lideradas por dirigentes y sectores que hoy están integrados en Podemos y que ya tienen representación en las instituciones”, explica otra fuente. “El malestar se ha canalizado a través de las urnas. Y los que están dentro de los ayuntamientos y los gobiernos autonómicos no van a salir a la calle para protestar contra ellos mismos”. En ese supuesto entra la ciudad de Madrid, escenario de la mayoría de protestas de la comunidad. Desde mayo de 2015, el ayuntamiento está en manos de Ahora Madrid, una marca integrada por Podemos.

La estadística avala la tesis de la institucionalización del conflicto. El clima de destensamiento arrancó en 2014, coincidiendo con la aparición de Podemos y su posterior irrupción en las elecciones europeas de mayo de ese mismo año. Y, a partir de ese momento, la implantación territorial de Podemos ha crecido a la vez que se reducían el número y la intensidad de las protestas.

Tampoco parece que, en el corto plazo, vaya a sufrir alternaciones esta otra variable, aunque el debate sobre la vuelta a las calles se ha instalado en la cúpula de Podemos. La formación de Pablo Iglesias ya lo intentó hace un año para movilizar a sus bases ante las elecciones generales del 20 de diciembre y recurrió a la misma estrategia el pasado abril ante la incertidumbre de las segundas elecciones de junio. Los datos de la Delegación del Gobierno señalan que el resultado no fue probablemente el que esperaba Podemos.

La corriente que lidera el propio Iglesias aboga ahora por volver a utilizar la ocupación del espacio público como instrumento político. Por lo pronto, este lunes, Podemos saldrá a las principales ciudades de toda España para denunciar la pobreza energética. El propósito último sigue siendo el mismo, pero sus seguidores y su discurso llevan meses dando muestras de agotamiento.

El panorama político y social se ha invertido en cinco años. El Partido Popular logró en las generales de noviembre de 2011 una mayoría absoluta aplastante, pero se encontró con dos huelgas generales, movilizaciones estudiantiles y protestas para rodear y asaltar el Congreso. Ahora, Mariano Rajoy afronta el final de una negociación que, en el mejor de los casos, le obligará a hacer equilibrios para tramitar la norma más neutra. Pero, fuera de la Cámara Baja, tendrá una balsa de aceite. El número de manifestaciones celebradas en la Comunidad de Madrid en los nueve primeros meses de 2016 revela que la conflictividad social se encuentra en cotas mínimas, cerca de los niveles previos al estallido de la crisis, y que el destensamiento se está consolidando.

Mariano Rajoy
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