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Mover la cama, esconder las gafas, insultos... así es el 'bullying' en la Guardia Civil
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Mover la cama, esconder las gafas, insultos... así es el 'bullying' en la Guardia Civil

Media docena de alumnos de la Academia de Baeza son acusados de hacer la vida imposible a un compañero porque éste no les dejó copiarse en un examen

Foto: Guardias civiles de la Academia de Baeza durante la entrega de despachos en 2009. (EFE)
Guardias civiles de la Academia de Baeza durante la entrega de despachos en 2009. (EFE)

La Academia de la Guardia Civil de Baeza no parece diferenciarse demasiado de un colegio mayor de puertas adentro. Al menos en lo que a novatadas, bromas pesadas y presuntos acosos se refiere. Un alumno del centro de formación del instituto armado acaba de denunciar las vejaciones a las que le sometieron presuntamente media docena de compañeros suyos que comenzaron a darle la espalda a raíz de que el joven, según asegura él mismo, se negó a dejarles que se copiaran en los exámenes que tuvieron lugar el pasado enero.

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Tras este detonante, explica el denunciante en el escrito presentado ante al Juzgado Togado Militar Territorial de Sevilla, comenzó una lluvia de ofensas, burlas y humillaciones de los compañeros contra el chico. Según relata la supuesta víctima, los alumnos le insultaban cuando se cruzaban con él "en cualquier lugar del recinto"; escribían en la pizarra el despectivo mote que le habían puesto; grababan locuciones con ese sobrenombre en sus móviles y las ponían por la noche una vez quedaban apagadas las luces; le abrían la taquilla y le escondían las gafas, las lentillas y otros objetos personales; le cambiaban las divisas de posición; le amarraban las botas a la cama para que no pudiera llegar a tiempo a diana por las mañanas; le escondían el macuto o le deshacían la cama y se la cambiaban de sitio.

Desde el citado enero hasta abril, el joven asegura haber estado sufriendo estas bromas pesadas, que se ceñían tanto a los momentos de recreo como a las horas lectivas. La media docena de compañeros, según el denunciante, le sacudían la taquilla para volcar todo lo que había dentro; le cambiaban las prendas de sitio o se las escondían para que no pasara la revista; le ajustaban la correa de la gorra para que cuando se la colocara no le estuviera bien; le ponían parches y pegatinas negras en la chapa de identificación; giraban su mesa y su silla antes de que llegara a clase para que tuviera que ponerla derecha; le metían el cepillo de barrer en la taquilla; o le quitaban el estuche o el móvil en plena clase y lo escondían.

Un día, cansado de sufrir las tropelías de sus compañeros, el chico decidió acudir a su superior, que a su vez contó la historia al capitán de la compañía. Este último, también según el relato del denunciante, ordenó impartir una charla sobre bullying a todos los alumnos de la academia, explicando que este tipo de bromas no sientan bien a todo el mundo, que estaban prohibidas y que la dirección del centro no quería que volvieran a suceder.

Los insultos y las burlas, sin embargo, no cesaron. El denunciante relata en su escrito que los compañeros le veían por los pasillos y le llamaban por su despectivo mote al tiempo que soltaban sonoras carcajadas incluso después de haber asistido a la mencionada charla. La situación, por lo tanto, motivó que el chico volviera a acudir a su superior para contarle que las humillaciones continuaban. El tutor del chaval le indicó que, la próxima vez que ocurriera algo, estaba autorizado para decirles que se exponían a ser sancionados.

El chaval hizo lo que le habían indicado, pero tampoco esto sirvió para apaciguar a sus presuntos acosadores, como relata el mismo denunciante, que decidió entonces pasar a ocupar una actitud más proactiva. El recluta puso su teléfono móvil en modo grabadora, lo metió en su taquilla y le dio al botón de 'record'. Grabó de este modo las voces de los que le volcaban las cosas, audio que posteriormente dio a escuchar a los denunciados para advertirles de que les tenía pillados. El archivo sonoro, aportado a la denuncia que ha interpuesto el abogado Antonio Suárez Valdés, ofrece distintas calidades y este último letrado pretende que el juzgado practique informes periciales sobre el mismo.

Es en el momento en el que los compañeros escuchan el audio, según describe la denuncia, cuando éstos cambian de actitud. Son conscientes de que los superiores conocen la historia y de que ahora la supuesta víctima tiene pruebas, por lo que uno de los presuntos acosadores decide denunciar por su cuenta ante su propio tutor que el chico le había amenazado. Se refería a una ocasión en la que el chaval se cruzó con la media docena de muchachos, que le volvieron a llamar por su despectivo apodo, y a los que respondió el chico: "No me vuelvas a llamar más de esa forma porque la vamos a tener, yo no te he insultado para que me llames así", le soltó a uno de los que le estaban haciendo burlas.

La Academia de la Guardia Civil de Baeza no parece diferenciarse demasiado de un colegio mayor de puertas adentro. Al menos en lo que a novatadas, bromas pesadas y presuntos acosos se refiere. Un alumno del centro de formación del instituto armado acaba de denunciar las vejaciones a las que le sometieron presuntamente media docena de compañeros suyos que comenzaron a darle la espalda a raíz de que el joven, según asegura él mismo, se negó a dejarles que se copiaran en los exámenes que tuvieron lugar el pasado enero.

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