20 años en un psiquiátrico para la acusada de intentar matar a la mujer de Paco González

La Sección 23 de la Audiencia Provincial de Madrid considera probado que Lorena G. F. es autora de los delitos de homicidio en grado de tentativa, lesiones con instrumento peligroso y proposición de asesinato en el marco de la agresión violenta a la esposa e hija del periodista Paco González, pero la absuelve por entender que sufre una alteración en la percepción. La sala ordena que la acusada pase un "máximo de 20 años" en un centro psiquiátrico penitenciario, periodo que podrá ver rebajado en función de su evolución médica, y que se mantenga al menos a un kilómetro de distancia de ambas víctimas durante 40 años.

La misma sala sí ha condenado a Iván T. P., que tampoco podrá aproximarse a las agredidas -aunque durante la mitad de tiempo que Lorena G. F.-, a 22 años de cárcel por homicidio en grado de tentativa y proposición para el asesinato. Según la sentencia, los dos condenados abonarán a las víctimas 39.000 euros en concepto de indemnización.

La resolución establece que Lorena, vecina de Valladolid, "fue forjando un sentimiento amoroso" hacia Paco González "que alcanzó un nivel de intensidad obsesivo". "La procesada se desplazaba a Madrid para presenciar el programa de radio y tenía en su poder numerosas fotografías y otros objetos con la imagen" del periodista, cuenta el fallo judicial, que añade que la mujer incluso "llegó a creer firmemente que sus sentimientos debían ser correspondidos".

Este último sentimiento motivó que la acusada viera con malos ojos la relación del locutor de radio. "Convencida de que suponía un obstáculo para su deseo idealizado de relaciones de pareja el estado familiar del señor González, Lorena concibió la idea de acabar con la vida de la esposa de éste y tomó la determinación de hacerlo", explica la Sección 23 de la Audiencia Provincial.

Para ejecutar sus planes, continúa la sentencia, la mujer "convenció" a su novio Iván y, "a mediados de julio de 2013, ambos se desplazaron a Madrid con la intención de buscar a una persona" que -a cambio de un dinero- les hiciera el trabajo sucio: "matar" a la mujer de González." Disponían ya entonces de algunos datos sobre ella, como su edad aproximada, aspecto físico y dirección", describe la resolución, que cuenta que los dos "se pusieron en contacto con un ciudadano búlgaro" que por aquel entonces "pedía dinero en la calle" y le propusieron realizar "un trabajo".

El mendigo, a su vez, les presentó a otro búlgaro. Fue a este último a quien ambos le "confesaron" su intención de asesinar a la mujer del periodista, "encargo" por el que estaban dispuestos a pagar una cantidad de dinero que durante el proceso judicial no ha podido ser concretada. Al búlgaro, que se mostró dispuesto a hacerlo pero ayudado de "otras personas", le entregaron una nota manuscrita con una descripción del lugar y de la víctima.

Entre los tres urdidores del plan se llevaron a cabo más encuentros, pero "por razones que no han sido suficientemente esclarecidas", según explica la Audiencia Provincial, el "encargo de matar" a la mujer de González no llegó a realizarse, a pesar de que los novios incluso llegaron a entregar al menos 1.000 euros al búlgaro.

Fue entonces cuando, ante el fracaso de su primer plan, ambos decidieron hacer el "trabajo" por sí mismos. Comenzaron a vigilar el domicilio de la víctima y a controlar sus movimientos: cuándo salía, cuándo entraba, dónde iba cada mañana. Entre otras cosas, averiguaron que por las mañanas dejaba a su hijo menor en el colegio. Por eso, "la madrugada del 5 de febrero de 2014" los acusados se fueron a pasar la noche en su coche hasta la zona donde la mujer al día siguiente llevaría a su hijo.

A las 8.30 horas, localizaron a su víctima, que venía en su vehículo particular. La pareja esperó a que el niño bajara y entrara en el colegio. Cuando esto pasó, Iván T. P. subió al asiento de copiloto del coche de la mujer de Paco González con un cuchillo de cocina en la mano, le ordenó iniciar la marcha y, segundos después, le pidió que parara. En el vehículo iba también la otra hija del matrimonio, a quien la conductora le indicó que se bajase, orden que desautorizó el visitante diciéndole que "no hiciera tonterías".

La esposa del periodista le ofreció al asaltante el coche y dinero, porque creía que se trataba de un atraco, pero Iván le indicó que no quería eso. Fue entonces cuando le "aproximó un cuchillo al costado" y le confesó su objetivo. "Vengo a matarte", le dijo con el vehículo parado, momento que aprovechó la otra acusada, Lorena, para acceder también al coche vestida con ropa oscura, gafas de sol y bufanda. En ese instante, el condenado asestó una puñalada en el costado de la mujer, momento en el que se produjo un "forcejeo violento" entre ambos y la hija de González, que trató de defender a su madre cogiendo el arma por la hoja y se llevó una puñalada en el hombre.

En paralelo, Lorena sacó otro cuchillo de menores dimensiones y asestó una puñalada en la espalda de la conductora y otra en la de la hija, a la que además le clavó el cuchillo en el muslo. La mujer logró abrir la puerta y caer al suelo al tiempo que pedía ayuda mientras los asaltantes salieron corriendo ante el desastre que había provocado y la posibilidad de que fueran identificados.

Minutos después fueron detenidos por una patrulla de la Policía Local, que puso a ambos a disposición de la Guardia Civil. El hombre llevaba en la mochila también unos grilletes y una sábana. La esposa de Paco González recibió heridas "potencialmente mortales" que la mantuvieron cuatro meses impedida. La hija del periodista recibió únicamente "heridas no vitales".

Lorena ingresó en prisión, pero ni siquiera eso evitó que cejara en su obsesión con el locultor de radio. En la cárcel entabló amistad con una interna y comenzó a escribirle cartas a la pareja de su nueva compañera en las que le encargaba asesinar a la mujer de González. “Si te atreves y quieres ayudarme tú, genial, porque es en quien más confío y C. me ha hablado maravillas de ti, y si te parece, al menos al principio, te voy dando el dinero poco a poco, y si no, pues el otro chico si prefieres", le pedía la procesada antes de describirle la dirección, el nombre y el aspecto físico de la víctima.

Según la sentencia, la acusada "sufría en esa época un trastorno patológico, una enfermedad mental diagnosticada como delirio erotomaníaco, que se encontraba encapsulado y condicionaba por completo su voluntad". "Vivía una realidad paralela que invadía su pensamiento y su comportamiento hasta límites irracionales, imposibilitándola para actuar de acuerdo con una comprensión normal", explica el fallo judicial, que indica también que la enfermedad "no tiene cura", tan solo puede controlares "mediante el oportuno tratamiento y medicación".