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Podemos adelanta su congreso tras el 20-D para ver si ratifica a Iglesias y su hoja de ruta
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monedero apuesta por la 'refundación' en enero

Podemos adelanta su congreso tras el 20-D para ver si ratifica a Iglesias y su hoja de ruta

Las líneas organizativas y políticas de Podemos quedaron determinadas en su congreso fundacional por la estrategia electoral. Una hoja de ruta que se modificará tras las generales

Foto: El secretario general de podemos, Pablo Iglesias, arropado por miembros de la ejecutiva tras el 27S. (EFE)
El secretario general de podemos, Pablo Iglesias, arropado por miembros de la ejecutiva tras el 27S. (EFE)

La dirección de Podemos asume que la hoja de ruta del partido aprobada en el congreso fundacional de Vistalegre se diseñó para un año escaso, hasta la celebración de las elecciones generales. En su primera asamblea ciudadana de octubre de 2014, la formación morada se configuró como una maquinaria de guerra electoral, a propuesta del grupo promotor liderado por Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa y Luis Alegre. La estrategia política del “asaltar los cielos” arrasó con el 88,6% de los votos, ratificando un camino con la vista puesta únicamente en La Moncloa. Sus líneas organizativas y políticas quedaron entonces determinadas por las electorales, que alcanzarán su fecha de caducidad tras el 20-D.

Superado el examen final para el que nació, y sea cual sea el resultado de las elecciones, Podemos volverá a reconfigurar su hoja de ruta. La urgencia de lo electoral dejará paso a una reflexión más profunda sobre cómo afrontar el nuevo tiempo político e iniciar la segunda fase de su corto e intenso periplo en la arena política española. Se trata de dejar de ser una máquina de guerra electoral y volver a convertirse en Podemos, en un “movimiento popular”, como ya avanzó el secretario de Política, Íñigo Errejón, ante los suyos en la universidad de verano de la formación.

El cofundador de Podemos Juan Carlos Monedero apuesta asimismo por que la refundación se produzca “a partir de enero”. Con un papel clave durante la próxima campaña electoral, en la que Pablo Iglesias ha decidido recuperar su protagonismo para reactivar la labor de los círculos, como "enlace con la gente", Monedero piensa más allá del 20-D. “Nacimos para las generales, para reinventar un espacio coherente con la idea de emancipación, y esa exigencia acaba dentro de 70 días", tras los que defiende la apertura de "una gran conversación para volver a discutirnos a nosotros mismos, ver adónde vamos y con quién ir".

El exdirigente y enlace con los círculos está convencido de que la formación va a tener un buen resultado, pero al margen de lo que ocurra el 20-D entiende que "estamos obligados a repensar el sistema, pararnos y reecontrarnos". En este sentido, anima a que la "gran conversación" se abra más alla de la estructura interna del partido, tanto para repensar el horizonte de un proceso constituyente como para seguir profundizando en la unidad popular. "Las candidaturas unitarias en las municipales fueron un gran avance, y la unidad popular es más fácil de lograr en un proceso poselectoral. Ha habido muchos desencuentros que habrá que repensar, no solo con gente de IU, sino también del PSOE, organizaciones ecologistas o partidos territoriales", añade.

Los estatutos de la formación establecen que las asambleas ciudadanas extraordinarias, según la terminología acordada para denominar a los clásicos congresos de partido, deben celebrarse entre un periodo mínimo de un año y un máximo de tres. Su convocatoria corresponde indistintamente al secretario general, a tres quintas partes de la ejecutiva, a un cuarto de los inscritos o a un tercio de los círculos. Con la asunción de la fecha de caducidad de la hoja de ruta actual por parte de la ejecutiva, todo parece indicar que se convocará desde los máximos órganos de poder. Así lo esperan también desde la corriente crítica con la dirección y otros sectores de base, que han alcanzado un pacto de no agresión con la cúpula hasta después de las elecciones.

Las tensiones internas, debidas a la proliferación de manifiestos críticos y al terremoto provocado por los más de 800 cargos orgánicos que se opusieron al reglamento de primarias, quedaron aplazadas hasta la celebración de un segundo congreso, dejando a un lado la hoja de ruta marcada en el congreso fundacional de Vistalegre. Todos asumen que la batalla por recuperar la esencia del partido se producirá en estos términos, y la propia dirección ha dado muestras de sus intenciones de volver a reconstituirse como un movimiento-partido, superando la actual estructura organizativa que dio vida a un partido a secas.

La inoperatividad e imposibilidad temporal de convocar un congreso de estas características a escasos meses de las generales, junto a los gestos de buena voluntad para celebrar una segunda asamblea ciudadana, es la principal causa que ha vuelto a unir temporalmente las dos almas de Podemos, más allá del órdago que supuso en un primer momento Ahora en Común. Un movimiento de presión interna para abrir las listas, y que los propios promotores vinculados a Podemos abandonaron a su suerte tras tomar una dirección diferente a la pretendida, que en ningún caso era facilitar la creación de una estructura para competir electoralmente contra Podemos.

Reestructuración de las ejecutivas locales

La asamblea ciudadana tiene competencias para replantear la estructura de la organización en su conjunto. El propio secretario general ya comentó a su equipo cercano su predisposición a volver a ser ratificado por las bases si no se convertía en presidente del Gobierno, e incluso a asumir un papel menos relevante en la organización si cambiaba el escenario y se cerraba la “ventana de oportunidad”.

La reestructuración de las ejecutivas municipales, así como de alguna autonómica, también se volverá imperiosa tras las elecciones, puesto que se han producido numerosas dimisiones de cargos que siguen desiertos o colegiados. La última y más notoria es la de Gemma Ubasart, secretaria general de Podem Catalunya, tras cuya marcha se ha nombrado una dirección colegiada para pilotar al partido en Cataluña hasta después del 20-D. Sin embargo, su abandono se suma a otros no menos ruidosos, como los provocados por la mitad de los miembros del consejo de garantías de Podemos-Galicia, el secretario general de Santander, el de La Rioja, miembros de las ejecutivas de Cádiz, Avilés, Murcia, País Vasco o Baleares así como los responsables de la formación en pequeñas localidades. Paralelamente, el partido ha hecho limpia de “paracaidistas” en candidaturas de unidad popular que Podemos apoyó el pasado 24-M.

Multiplicar los liderazgos y fortalecer el peso de las ejecutivas locales de Podemos es uno de los retos pendientes. “Multiplicar a Pablo”, según expresó Errejón en el contexto de la universidad de verano de Podemos, una cita que el número dos definió en su inauguración como espacio de reflexión sobre el proyecto político de Podemos y sus objetivos a medio y largo plazo. Las voces críticas también exigieron que la mutación de la formación tras las generales debía recuperar la esencia del partido, devolviéndole su carácter movimientístico y fomentando los mecanismos de participación interna. Una vuelta a los orígenes que varios padres fundadores vienen reclamando desde hace varios meses.

La dirección de Podemos asume que la hoja de ruta del partido aprobada en el congreso fundacional de Vistalegre se diseñó para un año escaso, hasta la celebración de las elecciones generales. En su primera asamblea ciudadana de octubre de 2014, la formación morada se configuró como una maquinaria de guerra electoral, a propuesta del grupo promotor liderado por Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa y Luis Alegre. La estrategia política del “asaltar los cielos” arrasó con el 88,6% de los votos, ratificando un camino con la vista puesta únicamente en La Moncloa. Sus líneas organizativas y políticas quedaron entonces determinadas por las electorales, que alcanzarán su fecha de caducidad tras el 20-D.

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