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Valdeluz, de ciudad fantasma a paraíso de mileuristas y divorciados
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UN símbolo de la burbuja inmobiliaria

Valdeluz, de ciudad fantasma a paraíso de mileuristas y divorciados

Fue símbolo de la crisis y se ha vuelto a convertir en paradigma de los tiempos que corren. "Está llegando gente que quiere rehacer su vida a precios asequibles", dice el alcalde

Era la Ciudad Fantasma. Era el símbolo de la crisis a solo 67 kilómetros de la Puerta del Sol, en la provincia de Guadalajara. Acudían a retratarla reporteros de la BBC, Le Monde, The New York Times y The Guardian. Entre esqueletos de hormigón, desesperaban un puñado de vecinos que habían comprado a precio de oro cuatro paredes "con las mejores calidades" en medio de la nada.

Era un monumento a la especulación del ladrillo donde la avenida principal, con las aceras sucias y sin un solo comercio abierto, llevaba el nombre de la mujer del constructor, de Rafael Santamaría (“Calle Mar Moliner, después rebautizada como "Calle María Moliner”). En aquellos años había gloria para todos y a otra calle, más discreta, le pusieron “Víctor Aceituno”, en honor a un comercial de Reyal Urbis (hoy en concurso de acreedores).

Era un museo de rotondas desangeladas, yermos y puentes a ninguna parte. En una de las urbanizaciones más lujosas (Las Jaras) intentaron atraer vecinos tirando los precios de alquiler. Pisos a estrenar, de 3 habitaciones, con piscina y pistas de tenis, por 150 euros al mes. “Se llenó de delincuentes, de gitanos y de okupas que dejaron de pagar. Cuando los echaron estaba todo destrozado y había 14 coches robados en el aparcamiento”, recuerda un agente de policía a quien tocó acudir más de una vez a poner orden. “Criaban lucios y carpas en bañeras con hidromasaje y tenían plantaciones de marihuana en los áticos”, recuerda otro agente. Valdeluz estaba condenada al fracaso, a la desaparición, a la ruina ejemplarizante.

Hasta que, de pronto, empezó a llegar gente. “Primero fue un goteo y a partir de 2010-2011 ya ha sido incesante y se ha ido acelerando”, dice el actual alcalde de Yebes-Valdeluz, Miguel Cócera. En 2007 había 37 vecinos, en 2009 eran 354 y en 2011 ascendían 1.276. “Hoy tenemos 2.874 empadronados, pero si miramos el registro del agua vemos que aquí viven ya al menos 3.200 personas. Quedan todavía apartamentos vacíos pero están ocupadas ya tres cuartas partes. Y es un hecho que estamos recibiendo más solicitudes de constructoras para suelo residencial y de negocios”. Van a volver las grúas, dicen.

Es cierto que el Valdeluz que emerge del desastre no es exactamente el que se vendió en los folletos a quienes firmaron la hipoteca mirando un plano. Y seguramente nunca alcanzará los 30.000 vecinos que se esperaba alojar (en cuatro fases de desarrollo de las cuales sólo se ha erigido la primera). “Aquí ha llegado gente que quiere rehacer sus vidas y que busca una segunda oportunidad gracias a los precios asequibles y a la gran calidad de vida que ofrece el sitio”, reconoce Cócera. La “repoblación”, como dicen otros vecinos, se ha nutrido fundamentalmente de tres grupos demográficos: parejas jóvenes con niños pequeños, mileuristas y divorciados.

“Esto era un proyecto muy ambicioso y estaba pensado para familias de clase media-alta, eran viviendas de lujo para profesionales que se iban a desplazar a Madrid a trabajar a diario en la lanzadera del AVE, algo que nunca se hizo realidad. En una urbanización tienen incluso piscina cubierta. Ahora la composición demográfica es distinta”, dice el ex-alcalde y presidente de la primera asociación de vecinos, Joaquín Ormazábal. En lugar de ser ciudad dormitorio de profesionales de Madrid, se ha llenado de gente de Guadalajara y del Corredor del Henares.

En parte porque los precios han caído en picado. Pilar Alonso, comercial de la inmobiliaria Induo, nos enseña uno de los últimos apartamentos por vender en “Las Jaras”, donde hoy ya no queda ni rastro del vandalismo okupa. Tres dormitorios y dos baños, con la cocina montada, por 110.000. Según Alonso, se trata de casi una tercera parte del precio con el que aparecen en el primer catálogo. “Y como es de un banco, ofrecemos financiación del cien por cien, hasta para los gastos de gestión, sin entrada. Es un caramelo para gente sin ahorros o para quien atraviesa dificultades”, dice.

Si el ladrillo se está recuperando aquí, dicen, es gracias a que la gente se sigue divorciando

Por las inmobiliarias corre un chiste. Si el ladrillo se está recuperando, dicen, es gracias a que la gente se sigue separando. Aunque también los hay que compran en pareja. Generalmente jóvenes, como Pablo (28 años), que vive con su mujer y su hija en un señor chalet con 80 metros cuadrados de patio. "La casa está bien y el barrio es muy tranquilo. Sería todavía mejor si estuviese en Guadalajara, pero esto costaba 420.000 euros y nosotros pagamos 180.000. ¡Y ahora se venden por 135.000!", dice.

Para Paqui Fernández, 55 años, divorciada (“pero emparejada de nuevo”), vivir en Valdeluz es “un chollo”. “Descrubrí esto montando en bicicleta y me gustó. Vine a mirar un piso piloto y me lo quedé. Costaba 240.000 euros hace cuatro años y yo lo he comprado por 80.000. Pago 360 al mes de hipoteca. Está urbanizado de lujo y las calidades son buenas. Llego enseguida a trabajar porque voy al Aeropuerto de Barajas. Todas las urbanizaciones tienen piscina, pádel, etcétera. Y las cosas ya están funcionado más o menos: la biblioteca, la consulta médica, la ludoteca, el polideportivo, la escuela de música... ”, comenta.

Aunque algunos servicios públicos se ofrecen en casetas prefabricadas provisionales instaladas en solares desiertos, Valdeluz tiene una cantidad y calidad de actividades y eventos inusitada para un pueblo de su tamaño. Gracias, en parte, a los millones de euros que el Ayuntamiento reunió recalificando y vendiendo terrenos. Y aunque el remanente ha ido menguando, aún supera los cinco millones de euros.

A media tarde, en un parque de 50.000 metros cuadrados, alrededor de un lago artificial, se sientan en el césped parejas jóvenes con niños y pasea un grupo de divorciados que ha quedado para sacar a los perros. "Yo fui el primero de mi grupo de amigos en venirme aquí y ahora somos tres en la misma situación. Tenemos que pagar una segunda casa y aquí hay pisos que están bien por menos de 60.000 euros, con hipotecas más baratas que cualquier alquiler. Es la mejor solución y estoy contento", dice Jaime, que pide no ser fotografiado.

Ana Lorente, también divorciada y con cinco hijos, escogió Valdeluz por los precios, pero sobre todo por “la calidad de vida”. Destaca la seguridad y que "todo el mundo se conoce". Paga menos de 500 euros de alquiler por un piso de 4 habitaciones. “Esto es como un pueblo y la gente tiene ganas de salir adelante, es un ambiente muy positivo. A los niños los puedo dejar solos jugando porque sé que no va a pasar nada”, dice.

Valdeluz cuenta hoy con más de 20 negocios abiertos (entre ellos dos bares, una sucursal de banco, una farmacia, un supermercado, una frutería, una peluquería, un estudio de tatuajes...). "Cada día vienen más clientes. Se nota que está creciendo y nuestro negocio va bien. No nos podemos quejar. Además viene gente a buscar piso y a veces paran y se toman algo aquí para preguntar que tal se vive en Valdeluz y esas cosas”, dice el camarero de la cafetería Moon, un brasileño que cuenta con parroquianos fijos, entre ellos los integrantes (talluditos) del grupo de rock local y la propia Paqui. "Venimos tanto que le llamamos la oficina", dice.

Aunque sólo sea por contraste con los "años oscuros", el ambiente es de optimismo. Se mantienen, obviamente, muchas de las viejas reclamaciones, sobre todo entre quienes compraron antes de la crisis, a precios dos terceras partes más caros que hoy (tanto el alcalde como el ex-alcalde se cuentan entre ellos).

Las lanzaderas del AVE nunca llegaron, no hay pediatra, los autobuses siguen siendo escasos y de los siete colegios prometidos no queda ninguno. Se construyó uno: concertado, gigantesco, con piscina y aulas para acoger las actividades más ignotas. Llegó a abrir sus puertas pero tuvo que cerrar al poco tiempo, dejando una deuda de muchos millones de euros. Hoy Yébes-Valdeluz es uno de los pueblos sin colegio con más niños censados, cerca de 600. El alcalde, que se presentó con el PSOE, confía en la “sintonía política” con Toledo, con Emiliano García-Page. "Tendrán que ponernos un colegio. En unos años seremos ya 5.000 vecinos. Y esto va a seguir creciendo. Nos nos pueden dejar abandonados".

Era la Ciudad Fantasma. Era el símbolo de la crisis a solo 67 kilómetros de la Puerta del Sol, en la provincia de Guadalajara. Acudían a retratarla reporteros de la BBC, Le Monde, The New York Times y The Guardian. Entre esqueletos de hormigón, desesperaban un puñado de vecinos que habían comprado a precio de oro cuatro paredes "con las mejores calidades" en medio de la nada.

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