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¡Socorro, yate a la deriva! Los barcos de recreo copan las actuaciones de Salvamento
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¡Socorro, yate a la deriva! Los barcos de recreo copan las actuaciones de Salvamento

Las actuaciones en los barcos de recreo copan las actuaciones de Salvamento Marítimo. En algunos casos se trata de imprudencias por parte de los navegantes

"Estar a flote y no tragar agua". A pesar de las olas de más de metro y medio y de la oscuridad que le rodeaba, Jacinto sólo podía pensar en eso. Pocos minutos antes, pasadas las tres de las madrugada del primer sábado de este agosto, el viento de más de 50 nudos y la fuerza del mar habían hundido la popa del velero Duende 52. Jacinto, apostado a sotavento, había agarrado sus esperanzas a un cable de la vela, pero no fue suficiente. En unos segundos este experto armador de 84 años estaba en el agua, inconsciente, mientras el velero se alejaba.

El "hombre al agua" es una de las actuaciones de rescate más complejas a las que se enfrenta Salvamento Marítimo. Pero no la más común. En siete de cada diez ocasiones en las que Salvamento Marítimo tuvo que movilizarse para rescatar un barco a la deriva, su tarea más frecuente en los últimos cuatro años, se trataba de buques de recreo como el Duende 52. El dato se desprende del análisis de los más de 20.000 registros de intervenciones que constan en la base de datos de esta institución que El Confidencial ha obtenido a través de una petición de acceso a la información.

La institución suele saltar a las portadas por sus rescates a pateras de personas que estén intentando llegar a Europa o en operaciones como la del pesquero ruso Oleg Naydenov, que sigue dando coletazos meses después del hundimiento del buque. Pero en más de 1.900 actuaciones al año, la protagonista es una embarcación de recreo. A ellas hay que añadir las 1.596 intervenciones debidas a actividades recreativas realizadas desde 2011, alrededor de 400 cada año.

¿Cuestión de imprudencia? "Mientras se duplica el número de embarcaciones, el de emergencias se multiplica por tres o por cuatro. Las embarcaciones de recreo, a pesar de tener sus sistemas de seguridad, llenan cada vez más las aguas españolas", destaca Alejando Busto, jefe del centro Nacional de Salvamento Marítimo de Madrid. Pero no sólo esto: "A menudo ocurre que el buque sale del puerto sin combustible suficiente, o que hay fiestas en alta mar o situaciones en las que se relajan la conciencia que debería tenerse siempre", subraya.

Quien admite que se quizás se relajara fue Jacinto, el armador del Duende 52. Una vez recuperados los sentidos, vio cómo el su embarcación se alejaba, presa del viento. Su cuerpo, a decenas de metro y entre las olas, era invisible hasta para los medios de Salvamento: "Veía las luces de los que me estaban buscando, pero no me veían. Y no podía hacer nada", recuerda. El jefe del Centro de Salvamento de Madrid admite que ese tipo de rescates son los más complejos: "Se sabe casi más del universo que de las corrientes marinas. La posición que la recibimos cuando hay un hombre en el agua nunca sigue siendo la misma, las corrientes le mueven".

Por ello, "estar a flote y no tragar" fue lo único que pensó Jacinto hasta pasado el amanecer del día siguiente. Un día que se abrió de niebla y con la mar movida: "Cuando vi el mástil de un velero que se acercaba, entre las olas, entendí que no tenía opción, tenía que llamar su atención", relata a este diario. Y lo consiguió. Una hora después estaba en el helicóptero de Salvamento, camino al hospital desde donde ya se recupera.

"Estar a flote y no tragar agua". A pesar de las olas de más de metro y medio y de la oscuridad que le rodeaba, Jacinto sólo podía pensar en eso. Pocos minutos antes, pasadas las tres de las madrugada del primer sábado de este agosto, el viento de más de 50 nudos y la fuerza del mar habían hundido la popa del velero Duende 52. Jacinto, apostado a sotavento, había agarrado sus esperanzas a un cable de la vela, pero no fue suficiente. En unos segundos este experto armador de 84 años estaba en el agua, inconsciente, mientras el velero se alejaba.

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