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La 'vendetta' de Sosa Wagner: "Rosa Díez, muñidora de ponzoñas, lo sabe y está furiosa"
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Con forma de meticuloso diario, Wagner detalla sus días de trabajo en el Parlamento Europeo

La 'vendetta' de Sosa Wagner: "Rosa Díez, muñidora de ponzoñas, lo sabe y está furiosa"

El exeurodiputado publica 'Memorias europeas. Mi traición a UPyD', una exhaustiva autobiografía con un subtítulo que deja clara sus intenciones

Foto: Francisco Sosa Wagner y Rosa Díez en una imagen de archivo (EFE)
Francisco Sosa Wagner y Rosa Díez en una imagen de archivo (EFE)

Rosa Díez, muñidora de ponzoñas, lo sabe y está furiosa”. Sirva esta cita para entender que Sosa Wagner, exeurodiputado de UPyD, jurista, catedrático y escritor, no se deja nada en el tintero en la autobiografía que publica esta semana. El martes llega a las librerías Memorias europeas. Mi traición a UPyD (Editorial Funambulista), una exhaustiva biografía de casi 800 páginas donde repasa su etapa política con precisión y el devenir del que hasta hace poco era su partido.

El subtítulo ya deja claro el tono del libro. Wagner no tiene pelos en la lengua y detalla con minuciosidad cómo las relaciones con Díez se fueron tornando imposibles hasta al punto de describirla como una líder autoritaria, falta de miras y más preocupada de ejercer un mando de hierro dentro de las filas del partido magenta que de la regeneración democrática de la que siempre ha hecho gala UPyD.

Con forma de meticuloso diario, Wagner detalla sus días de trabajo en el Parlamento Europeo desde que Rosa Díez le ofreciera unirse a su partido en el Palacio de la Magdalena de Santander en el verano de 2008 hasta la debacle que ha vivido UPyD tras las elecciones andaluzas y su negativa a unirse a Ciudadanos. “Si ella creía que este aquelarre le iba a salir gratis, se ha equivocado”, escribe en referencia a la que paulatinamente termina llamando ‘esa señora’.

“Le coge gusto a seguir cometiendo errores, y podríamos llamarla al modo homérico «la que amontona errores», y los va hilvanando como un orfebre, siendo el mayor de todos precisamente romper las negociaciones con Ciudadanos y descartar el pacto” para las elecciones andaluzas, asegura en la última parte del epílogo del libro titulado Estrambote electoral por los cero diputados que logró UPyD y los nueve de Ciudadanos.

Las elecciones, asegura, han sido “un torniscón a los dos partidos que han venido protagonizando la vida política española desde que se reconstruyó la democracia. Sería incorrecto anunciar el final de un sistema apoyado en esas dos patas —como se había pronosticado— pero lo cierto es que ambos han sufrido un pescozón de sus electores en forma de pérdida de cantidades significadas de votos”.

“Se afianza en este territorio español una opción política, la de Podemos, que juzgo peligrosa para nuestro futuro”, añade sobre el 25M y termina dándole un mensaje a los dirigentes de Ciudadanos –con los que siempre pidió pactar dentro y fuera de las filas del partido, algo que le costó la destitución de su cargo como europarlamentario-. “Un consejo me permito dar a los dirigentes de Ciudadanos en mi condición de viejo y de haber vivido la disolución del PSP de Tierno en el PSOE: los afiliados de UPyD que deseen integrarse en las filas de Ciudadanos deberán hacerlo uno a uno y superando un minucioso expediente de «desgorriarización»”, por Carlos Gorriarán.

Relaciones “oficialmente” muy malas con Ciudadanos tras las Europeas

Pero las alusiones al partido de Albert Rivera aparecen antes, en Cuando la estética se hace insulto (junio 2014-octubre 2014), el capítulo en el que habla de la situación política tras las elecciones europeas del 25M y cómo desde el primer día la cúpula de UPyD tenía claro que no quería saber nada de ellos.

“Los «Ciudadanos», es decir, el partido que dirige Albert Rivera, han sacado dos escaños y las relaciones con ellos son —oficialmente— muy malas. Subrayo lo de «oficialmente» porque, personalmente, estos enfrentamientos me parecen ridículos y los resultados electorales deberían llevar a olvidarnos de ellos. Pero Rosa —y Carlos Gorriarán [al que apoda, en otros calificativos, Robespiedra]— no lo permitirán, es su poder lo que está en juego y con eso no se toleran bromas”.

Una vez formado el grupo liberal en el Parlamento Europeo con Ciudadanos, explica que las relaciones son tensas “porque Rosa y Carlos Gorriarán siguen encasillados en sus posiciones intransigentes”. Algo “tan sencillo y elemental” como la organización de cargos dentro del grupo –según sean cuatro, los eurodiputados de UPyD o seis, sumando los dos de Cs- “no ha sido posible”.

“Se han opuesto con tanta obstinación como falta de talento y mesura Maite [Maite Pagazaurtundua, “una chica muy creyente en su destino de liberar doncellas maltratadas y enmendar entuertos”, añade más adelante] y Beatriz [Beatriz Becerra, “la más politiquilla de todos nosotros, en el mal sentido de la palabra: sectaria y convencida –al menos de boquilla- de que UPyD va a salvar España”], ambas, sin duda, instruidas por el dúo de Rosa y Carlos. Yo soy incapaz de dar batallas cuando me encuentro con esta terquedad tan sectaria, así que insensatamente les dejé a ellas la decisión”.

Es la primera brecha, dice, con Ciudadanos y la explica al asegurar que “es muy probable que poco más que celos personales, pero lo cierto es que Rosa no quiere compartir su parcela —ridícula— de poder con nadie. Si con ello padecen las ideas que se defienden, peor para las ideas”.

Wagner cuenta que los escollos no hacen nada más que crecer tras el 25M. Es en las negociaciones, y posterior división, para elegir a Juncker como presidente del Parlamento Europeo cuando se plantea por primera vez su dimisión. “Estos embrollos no me gustan nada y, en otras condiciones, tiraría la toalla y renunciaría al escaño. Pero ahora no me lo planteo porque ello daría una gran alegría a esta señora y a su escudero Carlos Gorriarán”. Y prosigue describiendo a Díez como una mujer que sirvió para levantar una bandera con valentía “pero carece de grandeza personal y también de formación intelectual para empeños mayores (…) Todo lo que le sobra de autoritarismo le falta de conocimientos; es, además, una pésima jefa de personal y ello está ocasionando la marcha de los mejores de sus filas”.

El artículo que publica en El Mundo el verano del año pasado pidiendo a Díez y Rivera un compromiso electoral común desataca la guerra absoluta, tal y como describe. “Rosa está muy nerviosa porque el mundo político se abre a sus pies, las encuestas son poco optimistas y ahora ya hay mucha gente viviendo de esto en el partido y son personas que carecen, en muchos casos, de una profesión definida o la que tienen es diletante o extravagante”.

A principios de septiembre llega el Consejo Político de UPyD, abierto tras su petición de pacto, y que describe como un “auto de fe” en el que durante seis horas fue vapuleado, pero políticamente como una victoria porque terminó con la redacción de un informe sobre condiciones para posibles pactos, que después se ha visto fue más un escrito de maquillaje que de intenciones reales.

“Yo no sé si una alianza electoral con Ciudadanos puede enmendar mucho el rumbo general de la política española, tan pervertida como se halla esta ajada señora, pero al menos hay que intentarlo si queremos conjurar el peligro del populismo que representa Podemos, un partido (o lo que sea) que está desplazando en las encuestas al PSOE, según dicen las predicciones de estos escrutadores del vuelo de las aves que son los modernos «encuestólogos»”.

Todo se precipita y el 11 de octubre llega la noticia de su cese en los periódicos. “Rosa te ha destituido como jefe de la delegación de UPyD en Bruselas”, le cuenta su mujer Mercedes. Algo urdido, explica, en un Consejo Político del partido magenta en el que se aprueba una reforma de los Estatutos que recoge que los jefes de delegación que no siguieran ciertas normas podrían ser destituidos. Es entonces cuando Wagner explica: “Tuve muy claro que yo ni podía ni debía seguir conviviendo con semejantes sujetos en esa ergástula o cheka en que se había convertido la dirección de UPyD”, y el 17 de octubre convoca una rueda de prensa contando su versión de los hechos y despidiéndose.

“Cuando cierro estas páginas ya se ha descartado la alianza electoral que yo propuse. Rosa ha conseguido su objetivo. Seguirá controlando, con Carlos, una organización desmirriada que será incapaz por sí sola de ofrecer una alternativa creíble y potente para los males graves que padece España. Pero será su organización”, cuenta antes de conocer la debacle electoral que esperaba a UPyD en las elecciones andaluzas.

Es cuando se pregunta: “¿Sabrá UPyD lo que va a ser? ¿Veremos una UPyD aireada y ventilada, libre de las vestimentas pueblerinas? Mucho me temo que estemos ante una quimera. Porque, nacido el partido gracias al arrojo de Rosa Díez, morirá por la incapacidad de Rosa Díez para aceptar la madurez de su propia criatura. Y en la lápida que selle los despojos de UPyD se podrá leer la inscripción: Ad maiorem Rosae gloriam”. Unas preguntas que hoy, tras la escalada de dimisiones tras las elecciones andaluzas y el trasvase de muchos de sus militantes a Ciudadanos, siguen resonando con fuerza con el 24M a la vuelta de la esquina.

Rosa Díez, muñidora de ponzoñas, lo sabe y está furiosa”. Sirva esta cita para entender que Sosa Wagner, exeurodiputado de UPyD, jurista, catedrático y escritor, no se deja nada en el tintero en la autobiografía que publica esta semana. El martes llega a las librerías Memorias europeas. Mi traición a UPyD (Editorial Funambulista), una exhaustiva biografía de casi 800 páginas donde repasa su etapa política con precisión y el devenir del que hasta hace poco era su partido.

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