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Baltasar Garzón bucea en la corrupción y ahora ajusta cuentas con la "casta"
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DEMANDA "VOLVER A INUNDAR LAS CALLES"

Baltasar Garzón bucea en la corrupción y ahora ajusta cuentas con la "casta"

El perfil más político del exjuez sale a relucir en una obra de denuncia sobre la lacra de la corrupción, que "viene desarrollándose sin demasiadas alteraciones desde la dictadura"

Foto: El ex juez de la Audiencia Nacional española Baltasar Garzón, en un debate el pasado mes de marzo. (EFE)
El ex juez de la Audiencia Nacional española Baltasar Garzón, en un debate el pasado mes de marzo. (EFE)

Víctima de la “persecución de los jueces por el PP”, Baltasar Garzón ha sumado su pluma a los voceros del fin del régimen del 78, herido de muerte por una crisis institucional fruto de la corrupción en la que asienta sus raíces. En su libro El fango. Cuarenta años de corrupción en España (Debate), elexjuez documenta los principales casos de corrupción desde el tardofranquismo y la Transición hasta la actualidad. Una lacra que saca a relucir en todos los niveles administrativos del Estado, la Familia Real, la banca, las fuerzas de seguridad, la Iglesia, los medios de comunicación y, cómo no, la justicia.

Como protagonista indirecto de los principales casos, ya fuese investigándolos o intuyéndolos desde su privilegiada, aunque breve, posición de diputado y secretario de Estado, Garzón destapa los mecanismos ocultos de la corrupción. Un ejercicio intrínseco a una buena parte de la actividad política que impide la separación de poderes y cronifica a la “casta”. A la postre, dinamita los cimientos del Estado de derecho, máxime cuando se desarrolla, dice, impunemente.

“No existe voluntad de combatir la corrupción cuando se sigue discriminando a unos a favor de otros”, explica en referencia a los evasores aparecidos en la lista Falciani destapada por El Confidencial. “Es bien sabido que cualquier ciudadano no perteneciente a estos grupos privilegiados lo tiene mucho más difícil a la hora de evadir impuestos (….). Finalmente, cuando, en febrero de 2015, se ha publicado la lista Falciani, toda la ciudadanía (excepto los evasores y quienes consintieron la impunidad) se ha quedado una vez más sin habla y con una especie de síncope, que se añade con efectos de destrucción masiva a la cadena de impunidad que la corrupción comporta”, añade.

Combatir estas prácticas sin la existencia de “normas adecuadas” no es tarea sencilla, remarca el exjuez, y quien se atreve a ir más allá acaba siendo una víctima “de la casta”.Como explica extensamente en el capítulo “El precio de combatir la corrupción”, además de enumerar todas amenazas y ataques que recibió (entre ellos un atentado fallido por narcotraficantes gallegos)cuando inició su investigación de Gürtel advirtió "que tenían la clara intención de terminar de una u otra forma con mi actividad judicial”.

El catálogo de jueces y fiscales que han sido perseguidos, denostados, sancionados, condenados y sometidos a proceso es amplio, y de una u otra forma se ha mantenido en el tiempo, cuenta. “En todas las grandes causas se comienza cumpliendo fielmente el guion establecido”, asegura. Esto es, primero atacando al juez implicado en los medios por parte del grupo o partido al que afecte el caso, y luego neutralizándolo, “buscando un tribunal o juez a la carta”. Antes o después, pasa factura.

El estallido de la indignación

Las medidas propuestas por Garzón para combatir la corrupción son extensas. Propuestas basadas fundamentalmente en la prevención y en dejar en segundo plano la punición, “pues está claro que esta no funciona o, al menos, hasta ahora no ha disuadido”. Así, incluye mayores exigencias de responsabilidad política, la despolitización de la Administración, el fomento de la transparencia, la implantación de códigos éticos entre el cuerpo de funcionarios, la regulación de los lobbies y el desmantelamiento de los paraísos fiscales o las garantías para la independencia del poder judicial.

Con un tono pesimista, el magistrado, apartado de la judicatura, asegura que ninguno de los que dirigieron las estructuras responsables durante todos estos años del “dinero enfangado en favores, incumpliendo las más elementales reglas democráticas, estará en el banquillo de los acusados”. Una huida hacia adelante, dice, que “no conduce sino a poner un parche más y a sellar una época sin resolver el verdadero problema que subyace atoda esta suciedad: una forma de hacer política que desde la dictadura viene desarrollándose sin demasiadas alteraciones”.

El régimen del 78 está en pleno hundimiento, por lo que “se precisa un corte profundo, quirúrgico, para acabar con todos aquellos que nos han conducido a esta situación o lo han consentido o disfrutado, y solo lo puede hacer el pueblo”. De lo contrario, concluye con un discurso quincemayista, es decir, “si la indignación activa no estalla ni se mantiene en todas las calles y plazas e inunda de nuevo las avenidas”, el pueblo habrá perdido contra “la casta”. El Garzón más político ha vuelto.

Víctima de la “persecución de los jueces por el PP”, Baltasar Garzón ha sumado su pluma a los voceros del fin del régimen del 78, herido de muerte por una crisis institucional fruto de la corrupción en la que asienta sus raíces. En su libro El fango. Cuarenta años de corrupción en España (Debate), elexjuez documenta los principales casos de corrupción desde el tardofranquismo y la Transición hasta la actualidad. Una lacra que saca a relucir en todos los niveles administrativos del Estado, la Familia Real, la banca, las fuerzas de seguridad, la Iglesia, los medios de comunicación y, cómo no, la justicia.

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