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Los alcaldes 'esperancistas' de más peso se niegan a pasar el examen ideado por Aguirre
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El pp 'olvida' celebrar el aniversario del 20-N

Los alcaldes 'esperancistas' de más peso se niegan a pasar el examen ideado por Aguirre

El PP deja pasar el aniversario de su victoria del 20-N de 2011 sin celebrarlo. Al problema de la corrupción se suma ahora la división del partido en Madrid

Foto: Aguirre, en la comparecencia en la que asumió el error de haber confiado en Francisco Granados. (Efe)
Aguirre, en la comparecencia en la que asumió el error de haber confiado en Francisco Granados. (Efe)

El Gobierno y el PP han dejado pasar el tercer aniversario de su abrumadora victoria electoral del 20-N de 2011 sin una sola celebración. No están para fiestas ni balances. Sus principales dirigentes esperan a ver si Mariano Rajoy logra retomar la iniciativa ante los dos problemas que les amargan la legislatura: la respuesta a la corrupción y el reto independentista en Cataluña. Y ante los primeros signos de división interna.

A la parálisis en el partido se suman las primeras escaramuzas en las organizaciones regionales pendientes de relevos en las candidaturas para las elecciones municipales y autonómicas de mayo. En la Comunidad Valenciana o Murcia, las diferencias permanecen más larvadas, pero en Madrid ya hay un enfrentamiento abierto entre el presidente de la Comunidad, Ignacio González, y la presidenta del partido, Esperanza Aguirre.

Sin despejar la incógnita de quién encabezará la lista al Ayuntamiento de la capital ni si habrá nuevos dirigentes implicados en el caso Púnica, en Madrid se registra la novedad de que el desconcierto interno alcanza hasta a los más acérrimos partidarios de la lideresa. El episodio del examen al que fueron sometidos los nuevos alcaldes de las localidades afectadas por la trama de Francisco Granados pasa factura a su productora: Aguirre.

“Los alcaldes de las ciudades (no pueblos) que han ganado las elecciones por mayoría absoluta varias veces ya han hecho llegar el mensaje que ellos no van a pasar por ese espectáculo”. Es lo que cuentan en fuentes del PP de Madrid (el partido dentro del partido) para regocijo de los miembros del aparato de Génova.

En la dirección nacional ya advertían desde el episodio con los policías municipales que Aguirre “no es la de antes” y que a su afán en hacer de oposición interna a Rajoy empezaba a sumar cierto descontrol en las cuestiones de imagen personal y de la organización del partido. La Operación Púnica y su primer intento de sostener que no conocía a algunos de los implicados como el alcalde de Collado-Villalba apuntaló los avisos de Génova.

En el PP reconocen las protestas internas, pero no quieren dar los nombres de los alcaldes quejosos con las últimas “ocurrencias” de su jefa para no ahondar en la herida. Pero sí apuntan que son muy fieles esperancistas y puntales de la hegemonía electoral del partido en las ciudades de la periferia. “Si tienen que someterse a las preguntas de los chicos de Nuevas Generaciones prefieren no volver a presentarse”, comentan en medios de los populares.

También insisten en las mismas fuentes que un alcalde examinado, aprobado y elegido en las urnas con el voto del 50 o del 70 por ciento de sus vecinos no tiene que someterse a semejantes filtros "como si fuera un presunto corrupto" hasta perjudicar su propia campaña.

La bicefalia en el PP de Madrid ha entrado en crisis. El presidente de la Comunidad reconoce que aspira a encabezar la lista para las autonómicas y procura llevarse bien con Génova; la presidenta del partido se deja querer como posible aspirante a la alcaldía de la capital, pero no está dispuesta a plantearlo abiertamente. Los alcaldes que sí saben que va a repetir reclaman la estabilidad necesaria para preparar sus campañas y para eso es fundamental que se zanje el pulso interno por la lista de Madrid capital.

En la dirección nacional del partido no hay signos de que el proceso de decisión esté en marcha. María Dolores de Cospedal no quiere dar un paso sin contar con el visto bueno de Rajoy aunque resulte evidente su apuesta por González en detrimento de Aguirre. El presidente del Gobierno no está estos días para asuntos de partido, al menos para nombramientos.

La próxima semana tiene que demostrar si es capaz de retomar la iniciativa en las dos cuestiones que le amargan la legislatura: los casos de corrupción política que son una amenaza para todo el sistema político y el reto independentista en Cataluña. Para sacar la cabeza en el primero acudirá el día 27 al Congreso a defender en persona los proyectos de ley anticorrupción en trámite parlamentario. Y con el objetivo de respaldar al PP en Cataluña, y de hacer llegar sus mensajes en directo a los ciudadanos ajenos a la movilización separatista, acude a Barcelona para presidir un acto que su partido espera que sea un revulsivo interno después del 9-N.

"Hay que dejar atrás el sermón del fatalismo que quiere conducirnos a una nueva leyenda negra", dijo Rajoy el pasado día 20 en Galicia, en la misma jornada en que nadie del Gobierno ni del PP se acordó de celebrar el tercer aniversario de su victoria electoral de 2011. Se refería a España en su conjunto, pero en su partido también empieza a anidar ese fatalismo ante la falta de reacción del Ejecutivo y su presidente.

El Gobierno y el PP han dejado pasar el tercer aniversario de su abrumadora victoria electoral del 20-N de 2011 sin una sola celebración. No están para fiestas ni balances. Sus principales dirigentes esperan a ver si Mariano Rajoy logra retomar la iniciativa ante los dos problemas que les amargan la legislatura: la respuesta a la corrupción y el reto independentista en Cataluña. Y ante los primeros signos de división interna.

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