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Arriola vende al PP que el 35% del voto da la victoria electoral... gracias a Podemos
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la fragmentación del voto será la clave

Arriola vende al PP que el 35% del voto da la victoria electoral... gracias a Podemos

“Bastarán mayorías del 35 por ciento para ganar y acercarse a la mayoría absoluta”. Ese es el análisis que Pedro Arriola ha vendido a la dirección del PP

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“Bastará el 35 por ciento de los votos para ganar y acercarse a la mayoría absoluta”. Ese es el análisis de optimismo que Pedro Arriola colocó a la dirección del Partido Popular reunida por Mariano Rajoy en el parador de Sigüenza durante el primer fin de semana de septiembre. La idea ha calado como un bálsamo entre los dirigentes del PP alarmados con los resultados de las elecciones europeas (26 por ciento) y los sondeos que les dejan a 14 puntos de los resultados obtenidos en 2011: un 44,6 por ciento de los votos y 186 diputados.

La teoría del asesor áulico del presidente del Gobierno se basa en que la fragmentación del voto en la izquierda, debido a la irrupción de Podemos, y los grupos nacionalistas aboca a un mapa electoral similar al de los primeros comicios de la democracia, en 1977 y 1979. Adolfo Suárez se imponía con un 35 por ciento de los votos, que equivalía entonces a 168 de los 350 escaños del Congreso, a 8 de la mayoría absoluta.

Como explican desde la sede de Génova a los dirigentes del partido desde el comité ejecutivo celebrado el pasado día 8, la clave para mantener la hegemonía electoral está en mantenerse como el partido más votado y con cierto margen sobre el segundo (al menos 5 puntos) y esperar que el resto de las opciones se repartan lo máximo posible el resto de la tarta.

Antes de que los ciudadanos se decantaran en los años ochenta por el bipartidismo corregido, los Gobiernos que siguieron a la Transición se basaron en un mapa electoral parecido al apuntado en los comicios europeos de mayo y en los últimos barómetros del CIS. La ley D’Hont primaba a UCD como primera fuerza política en la mayoría de las circunscripciones. Con el 35 por ciento de los votos obtenía el 48 por ciento de los escaños: 168. Le seguía el PSOE con el 30 y 121 escaños (34 por ciento de la Cámara).

El PCE de Santiago Carrillo, segundo partido de la izquierda, alcanzaba el 10,82 de los votos, pero se quedaba con 23 diputados. Además, Coalición Democrática, con Manuel Fraga al frente, obtenía un 6 por ciento y 9 escaños. Los grupos nacionalistas principales (CiU, PNV, ERC y Batasuna) completaban el resto de la Cámara junto con otros hoy desaparecidos, como los andalucistas (5 diputados), el PAR o Euskadiko Ezquerra. También estaban ya los regionalistas canarios y la Unión del Pueblo Navarro. En total, había 15 partidos representados en el Congreso.

A ese reparto por puestos sólo hay que cambiar las siglas para ver la similitud con el teórico reparto de intención de voto que se da en 2014, siempre según las europeas, el último barómetro del CIS y los sondeos privados de las últimas semanas. El primer partido (PP) le saca un mínimo de cinco puntos al PSOE, Podemos pisa los talones a los socialistas, aparece IU como tercera opción de izquierdas, UPyD ofrece las cifras de la Coalición Democrática de entonces y ERC crece a costa de CiU.

Según el análisis de Arriola, el PP puede dar ya por consolidada una intención de voto del 30 por ciento (cuatro puntos más que en las europeas) y su objetivo hasta el otoño del próximo año consiste en convencer a los millones de votantes fieles pero desencantados que se quedaron en su casa en mayo pasado para que vuelvan a las urnas con la papeleta de la gaviota el otoño próximo.

Vuelve la sopa de letras de la Transición

Los populares calculan que en las europeas dos millones de votos se les quedaron en la abstención. En las próximas generales necesitan esos apoyos y algunos más para subir los 5 puntos que les faltan para pensar en una nueva victoria por un margen suficiente para seguir en el poder. Si el PSOE no es capaz de levantar cabeza, la izquierda se fragmenta hasta en tres formaciones (con IU y Podemos) más las de corte nacionalista e independentista, la llamada “sopa de letras” de la Transición volverá al Congreso.

La novedad será la irrupción de varias formaciones antisistema al alza: Podemos, lo que pueda quedar de Izquierda Unida, ERC y los batasunos. En ese caso, si el PP supera el 35 por ciento de los votos y se confirma como primer partido en la mayoría de las circunscripciones podría incluso acercarse a la mayoría absoluta. La cuestión es con quién podría completarla para gobernar a la vista de la deriva de los clásicos aliados de todos los Gobiernos en minoría desde 1989 (de Felipe González, de José María Aznar y de José Luis Rodríguez Zapatero): los nacionalistas de CiU.

“Bastará el 35 por ciento de los votos para ganar y acercarse a la mayoría absoluta”. Ese es el análisis de optimismo que Pedro Arriola colocó a la dirección del Partido Popular reunida por Mariano Rajoy en el parador de Sigüenza durante el primer fin de semana de septiembre. La idea ha calado como un bálsamo entre los dirigentes del PP alarmados con los resultados de las elecciones europeas (26 por ciento) y los sondeos que les dejan a 14 puntos de los resultados obtenidos en 2011: un 44,6 por ciento de los votos y 186 diputados.

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