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El 80% de los 'think tanks' más influyentes del mundo no desvela quién los financia
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¿qué intereses hay detrás?

El 80% de los 'think tanks' más influyentes del mundo no desvela quién los financia

Un informe de Transparify analiza la transparencia de estas organizaciones

Foto: Un 'think thank' improvisado por el Movimiento Occupy Wall Street en el Zuccotti Park de Nueva York. (Corbis)
Un 'think thank' improvisado por el Movimiento Occupy Wall Street en el Zuccotti Park de Nueva York. (Corbis)

Pueden aparecer en forma de columna en un periódico. O de informe. O incluso de invitado en una tertulia. Los think tanks tienen, por definición, el difícil papel de crear y mover ideas para influir en la vida y en las políticas públicas. Y siempre, sean del color y de la nacionalidad que sean, representan a un determinado interés.

Pero únicamente el 12% de los think tanks más importantes a nivel global son totalmente transparentes sobre quién los financia. Es decir, sólo uno de cada diez deja muy claro a la opinión pública quién representa ese interés. El dato es el resultado del trabajo que ha realizado Transparify, una organización financiada por el Think Tank Fund de la Open Society Foundation, que ha analizado la documentación pública disponible sobre la financiación de 169 instituciones independientes (algo que excluye a las fundaciones de partidos políticos) consideradas entre las más influyentes de cada país.

Solo 21 de los 169 think tanks analizados facilitan públicamente toda la información necesaria para saber quién les financia.

No es difícil imaginar las consecuencias de la opacidad de unas organizaciones que intentan hacer llegar su voz a la hora de elaborar políticas públicas. Para muestra, un botón. En concreto, esta columna del Washington Post del pasado mes de octubre. La firmaba Michael Saltman:

Algunos restaurantes adoptarán nuevas tecnologías para reducir la necesidad de personal hasta en un tercio. Otros encontrarán maneras de hacer más con menos, incluyendo depender de autoservicio. En cualquier caso, los puestos de camarero demasiado bien pagados a los que estamos acostumbrados hoy serán pronto cosa del pasado.

Con el debate sobre la necesidad de subir el salario mínimo de los estadounidenses a la orden del día, este duro ataque a un aumento de la paga mínima –sobre todo en el caso de que el trabajador fuera un camarero– llegaba desde el autonombrado think tank Employment Policies Institute.

El nombre de esta organización no sonará al lector español. Y tampoco lo hizo, como demostró un estudio al respecto, al 97% de los periódicos estadounidenses que se hicieron eco de su opinión, citándolo a menudo como "un think tank sin fines de lucro". En realidad no era nada menos que una operación de marketing financiada por la firma de relaciones públicas de Richard Berman, especializada en ayudar a sus clientes en el sector de la hostelería a mejorar su imagen. Había creado una máscara perfecta para ‘colar’ opiniones sesgadas –e incluso financiadas– por el interés de un determinado sector.

Pocas '5 estrellas'

Por casos como este es necesario conocer quién está detrás del nombre que firma una opinión, del autor que elabora un informe u organiza una charla para tener la clave que explique su intención. Los resultados del informe de Transparify, que El Confidencial adelanta hoy en exclusiva, son desoladores: sólo 21 de los 169 think tanks analizados facilitan públicamente toda la información necesaria para saber quién los financia. Por ello, la organización les asigna una puntuación de 5 sobre 5.

Entre los más transparentes a nivel mundial destacan el International Food Policy Research Institute, que cuelga en su página web el detalle de todas sus cuentas anuales, o el Center for Global Development, que lo hace en un formato aún más sencillo de interpretar. Pero llama la atención la escasa transparencia de organizaciones como Human Rights Watch o el Pew Research Center.

En Europa, sólo 11 de los 80 analizados han sido ‘premiados’ con un 5 sobre 5.

El único español incluido en el informe es Fride, que el índice de Jim McGan sobre la influencia de los think tanks sitúa en el lugar 76 de los más de 6.000 que existen en el mundo. A pesar de ello, esta institución española es última en transparencia.

Su directora, Magdalena Segre, explica a El Confidencial que la institución se puso manos a la obra para hacer pública su memoria anual, en la que figuran todos los donantes, en cuanto Transparify contactó con ella, el pasado mes de marzo. El principal patrón de esta institución, que aporta el 30% de su financiación, según detalla Segre, es el filántropo Diego Hidalgo, mientras que el resto deriva sobre todo de fondos públicos de instituciones europeas o de la colaboración con organizaciones de otros países del Viejo Continente.

Y es que, aunque "han aumentado su relevancia, a los think tanks españoles les queda mucho camino por recorrer", señala Segre.

Tienen la responsabilidad de ser transparentes en todas sus operaciones: si falta esta transparencia, se levantarán dudas sobre sus intereses ocultos, que minan así su efectividad.

Una evaluación con la que coincide Francesc Ponsa, director de la sección española del Observatorio de los Think Tanks: "En España, la influencia de este tipo de instituciones es muy escasa", explica a El Confidencial. "Hay muchas organizaciones que se consideran tales, pero no lo son". Y gran parte de este hueco se debe a los partidos políticos: "Sus fundaciones ocupan un espacio que en Estados Unidos ocuparían los think tanks. Sobre el papel deberían desarrollar la misma función, pero a la hora de la verdad son instrumentos para financiar el partido, no para producir ideas", añade.

Una situación que no ayuda a crearse buena imagen, sobre todo cuando, señala el director del Observatorio, se portan como los llamados "Advocacy": "Se trata de organizaciones que, como la Heritage Foundation en Estados Unidos o FAES en España, se dedican a justificar ideologías, y no a crear políticas”.

El informe de Transparify destaca cómo, a nivel global, es sobre todo desde la entrada en el siglo XXI que la voz de este tipo de organizaciones está situándose en el mapa. De hecho, "ya son verdaderas piezas clave en todas las políticas democráticas", explica Hans Gutbord, director ejecutivo de Transparify: "Tienen la responsabilidad de ser transparentes en todas sus operaciones: si falta esta transparencia, se levantarán dudas sobre sus intereses ocultos, que minan así su efectividad".

Pueden aparecer en forma de columna en un periódico. O de informe. O incluso de invitado en una tertulia. Los think tanks tienen, por definición, el difícil papel de crear y mover ideas para influir en la vida y en las políticas públicas. Y siempre, sean del color y de la nacionalidad que sean, representan a un determinado interés.

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