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Fabra indigna al PP por ascender a su pareja sentimental a alto cargo de la Generalitat
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ESTHER PASTOR ACUMULA PODER Y COMPETENCIAS

Fabra indigna al PP por ascender a su pareja sentimental a alto cargo de la Generalitat

Hay una ley no escrita en el periodismo español según la cual la vida íntima de un político, siempre que no encubra delitos o conductas irregulares

Foto: Alberto Fabra, presidente del PP de Valencia. (EFE)
Alberto Fabra, presidente del PP de Valencia. (EFE)

Hay una ley no escrita en el periodismo español según la cual la vida íntima de un político, salvo que encubra delitos o conductas irregulares, nunca es noticia. Al menos en la prensa seria. Y esa salvaguarda ampara, especialmente, las relaciones sentimentales de la clase dirigente. Pero ese código deontológico salta por los aires cuando la esfera privada colisiona de lleno con los intereses públicos. De ahí que los escarceos amorosos de Alberto Fabra, presidente de la Generalitat valenciana, carecerían de todo interés informativo si no fuera porque su actual pareja, Esther Pastor, ha sido promovida por el propio Fabra a alto cargo del Ejecutivo autonómico que preside.

Pastor ocupaba hasta el pasado mes de junio un discreto segundo plano en una dirección general de la Generalitat. Fue entonces, a comienzos del verano de 2013 y poco después de que Fabra se separase de su esposa, cuando éste decidió ascender a su antigua colaboradora, que ya había trabajado a sus órdenes en su etapa como alcalde de Castellón. De la noche a la mañana, la semidesconocida Pastor pasó a ser secretaria autonómica de Organización, Coordinación y Relaciones Institucionales, un cargo en el que acumula poder y competencias y desde el que coordina la acción política de todas las consejerías.

Alberto Fabra y Esther Pastor. (Generalitat de Valencia)El fulgurante ascenso de Pastor, casada y madre de una hija, provocó estupor en el PP valenciano, en cuyas filas ya era un secreto a voces la relación sentimental que Fabra mantenía con su subordinada, y desató un aluvión de críticas internas. Su decisión de promover a la castellonense, que ni siquiera es militante popular, se ha interpretado como una muestra más de la debilidad y soledad políticas del sucesor de Francisco Camps, incapaz de gobernar un partido en horas bajas –el líder del PP en la provincia de Valencia, Alfonso Rus, y la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá, le ningunean en cuanto tienen ocasión– y que, para combatir su falta de apoyos, trata de rodearse de un reducidísimo grupo de fieles.

Pero el estupor inicial del PP ha dejado paso a la indignación después de que un juzgado de Valencia admitiese a trámite, el pasado 21 de enero, una querella contra Pastor por presunta malversación de caudales públicos. La ahora mano derecha de Fabra pagó supuestamente con fondos de la Generalitat estancias privadas en hoteles de la Comunidad Valenciana y Madrid antes de su ascenso a secretaria autonómica de Organización –un cargo inmediatamente por debajo del de conseller–, además de facturas en supermercados y tiendas de alimentación.

El malestar en las filas del PP hacia Fabra y Pastor ha coincidido con una 'caza de brujas' lanzada desde la Presidencia de la Generalitat para tratar de cazar al topo que desde hace meses filtra supuestas corruptelas en el entorno del 'president'.

La querella admitida a trámite por el Juzgado de Instrucción número 4 de Valencia fue presentada por Manos Limpias. El pseudosindicato sostiene que "no consta actividad oficial alguna" durante los días en que Pastor, a la que acusa de "abusar de su cargo con ánimo de lucro", se alojó en hoteles de Madrid, Alicante y Jávea, y asegura que dichas estancias "responden a fines totalmente privados". El juzgado ya ha abierto diligencias previas y ha solicitado información a la Presidencia de la Generalitat y a los hoteles en los que pernoctó Pastor.

Pese a que numerosos dirigentes y cargos públicos del PP valenciano han confirmado a El Confidencial la relación sentimental entre Fabra y Pastor, un portavoz de la Presidencia negó ayer "rotundamente" que esa relación exista. "Es una leyenda urbana incontrolable", añadió, y aseguró que todas las estancias hoteleras de la secretaria autonómica de Organización "coincidieron con actos oficiales de la agenda del presidente". En cuanto a los gastos supuestamente privados de Pastor en supermercados, el citado portavoz dijo que ésta se limitó a autorizar con su firma facturas del "servicio de restauración y cocina" de la Generalitat con el que Fabra atiende a sus "invitados oficiales".

Casualidad o no, el malestar en las filas del PP hacia Fabra y Pastor ha coincidido con una caza de brujas lanzada desde la Presidencia de la Generalitat para tratar de descubrir al topo que desde hace meses filtra a los medios de comunicación y a una hasta hace poco desconocida Asociación contra la Corrupción en la Comunidad Valenciana supuestas corruptelas en el entorno del president. Presidencia ha abierto un expediente informativo y ha interrogado a varios funcionarios autonómicos, este mismo mes de febrero, para desenmascarar al filtrador, pero sin resultado positivo.

Hay una ley no escrita en el periodismo español según la cual la vida íntima de un político, salvo que encubra delitos o conductas irregulares, nunca es noticia. Al menos en la prensa seria. Y esa salvaguarda ampara, especialmente, las relaciones sentimentales de la clase dirigente. Pero ese código deontológico salta por los aires cuando la esfera privada colisiona de lleno con los intereses públicos. De ahí que los escarceos amorosos de Alberto Fabra, presidente de la Generalitat valenciana, carecerían de todo interés informativo si no fuera porque su actual pareja, Esther Pastor, ha sido promovida por el propio Fabra a alto cargo del Ejecutivo autonómico que preside.

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