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Los Hermanos Musulmanes, una presencia silenciosa en España
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Los Hermanos Musulmanes, una presencia silenciosa en España

En países como España, la Hermandad actúa lejos de la vista pública. En principio pacífico, este movimiento podría radicalizarse con los sucesos de Egipto

Foto: Rezo musulmán (REUTERS)
Rezo musulmán (REUTERS)

Una mujer, cubierta la cabeza, limpia la entrada al patio de la mezquita Abu-Bakr, la Central de Madrid, un edificio blanco que llama la atención en una calle estrecha del barrio de Cuatro Caminos. Explica que, con el Ramadán, está muy cansada. Son las 10 de la mañana, y estos días de ayuno, cuenta, la actividad comienza algo más tarde. También debe de estarlo el hombre de pelo cano que sonríe amigablemente en la segunda planta del edificio, donde, aparte de la sala que utiliza de despacho, está la zona reservada a la oración de las mujeres y dos estancias que estos días funcionan de comedor social (“Palestina”, ha dejado escrito alguien en una de sus paredes).

Son las 10 de una mañana en ayunas, en el mes del Ramadán, y aun así el hombre de pelo cano, primer imán de la mezquita Abu-Bakr, muestra una infinita paciencia ante quien ha venido a preguntarle por su pertenencia (o no) a los Hermanos Musulmanes. Su nombre es Riaÿ Tatary, llegó hace décadas a España desde Siria, cuando era joven, y fundó en 1971 la primera asociación musulmana de ámbito nacional (Asociación Musulmana de España), hoy transformada en la UCIDE (Unión de Comunidades Islámicas de España), que engloba a cerca del 60% de las organizaciones de esta comunidad. Tatary, interlocutor habitual de las autoridades políticas españolas que colaboró con el Ministerio de Justicia en la redacción de la ley de libertad religiosa y tiene una encomienda al Mérito Civil, declina amablemente que la conversación se grabe. “Según lo que hablemos… Prefiero que no”, decide.

Algunos expertos en movimientos islámicos han relacionado a Riaÿ Tatary con la Hermandad, hoy en boca de todos por los últimos acontecimientos en Egipto. De “cercano” a su ideario lo describía hace un tiempo el diplomático y exprofesor del Instituto Gutiérrez Mellado Juan José Escobar Stemmann en un artículo publicado en Política Exterior, en el que señalaba que “en España, la organización [Hermanos Musulmanes] está representada por la Asociación Musulmana de España”, es decir, el antecedente de la UCIDE.

Ryaÿ Tatary, en 2008, junto al entonces secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho (EFE)Él lo niega con rotundidad. Con quién sabe si infinita paciencia. “UCIDE es totalmente ajena a cualquier movimiento: nuestro principio fundamental es una independencia positiva. Si alguno de nuestros miembros es proclive, lo es para sí solo. Habrá afines a los Hermanos, pero yo no le pido la afiliación a nadie. Desde aquí mantenemos diálogo con otras religiones, ideologías y también sensibilidades dentro del Islam. Colaboramos con todos, pero sin que se impongan”, defiende.

¿Pertenece usted a la Hermandad? “No. Yo tengo buenas relaciones con todo el mundo, mientras no haya nada que afecte a nuestra organización. Me han relacionado con ellos, y tengo la valentía de decir si me gusta o no. No pertenecí, no pertenezco, no he pertenecido nunca”, reitera. “Mi preocupación máxima es toda la comunidad musulmana y ese es el proyecto que defiendo. El Islam es mucho mayor que todos los movimientos, que no son más que instrumentos. En España creo que se necesita otra visión”.

Valencia, Madrid y Granada

El pasado año, el Instituto Español de Estudios Estratégicos publicaba el Documento Marco Movimientos Islamistas en España, que también ligaba la UCIDE de Tatary a los Hermanos Musulmanes. “No son un club con su carné. Es muy complicado vincular a alguien a la organización, incluso para ellos mismos el hecho de reconocer que son miembros, sobre todo después del 11S y del 11M. No diría que en España son mayoritarios, pero sí fueron de los primeros que se asentaron y tienen representación en las mezquitas de la Comunidad Islámica de Valencia, las de Tetuán y Estrecho en Madrid y el Centro Islámico de Granada”, señala al respecto Óscar Pérez Ventura, del Grupo de Estudios Estratégicos, uno de sus autores.

Aquí, en la mezquita Abu-Bakr, la de Estrecho, acuden cada viernes 2.000 fieles. A las 10 menos 20 de la noche, a la puesta de sol, muchos romperán el ayuno en sus dependencias. Entre ellos su primer imán, Ryaÿ Tatari, que ahora menciona también el 11M, en cuyo juicio testificó, por las visitas de El Egipcio a este templo. “Hemos pagado mucho por el 11M, cuando la comunidad musulmana no tiene nada que ver con ello. Los radicales no han recibido su formación aquí. Todo esto, las noticias sobre el burka, el destierro de las mezquitas de las ciudades… todos los días tenemos un goteo que cansa y que hace un flaco favor a la integración. Te piden integrarte, pero integrarte es cuestión de dos”, sentencia.

No son un club con su carné. Es muy complicado vincular a alguien a la organización, incluso para ellos mismos el hecho de reconocer que son miembros, sobre todo después del 11S y del 11M

Esa es también, quizá, una de las causas del hermetismo de los Hermanos en España, un movimiento nacido en 1928 de vocación internacional y ambición política que tiene presencia en multitud de países y que en muchos de ellos han sido perseguidos. “En cada uno intentan adaptarse a su realidad. Aquí sus fines pueden ser la expansión de la religión, la captación de fondos para sus países de origen y la salvaguarda de la identidad y costumbres musulmanas”. Entre sus objetivos no estarían tanto las acciones sociales de solidaridad y ayuda, que son una de sus bases más férreas en Egipto (y aquí llevan a cabo otros grupos de forma más abierta, como los marroquíes Justicia y Caridad), sino mantener la moral islámica entre quienes se han asentado en Occidente.

Flexibles y pragmáticos

El de los Hermanos Musulmanes es un movimiento del Islam político que se suele considerar moderado, aunque “están expuestos a la radicalización ideológica que otros grupos salafistas intentan propagar por Europa”, narra Pérez. Son flexibles y se adaptan a la realidad del país en el que operan, incluida la democracia, y aunque su objetivo fundacional es la implantación, desde el pacifismo, de la Sharia como patrón moral de la sociedad, conviven con el sistema político existente. “Los estudios apuntan a la posible existencia de una agenda oculta, pero no está demostrado”, señala Pérez. Su mensaje político es “pragmático”, pero, según el estudio de IEEE del que Pérez es coautor, “persisten los motivos para creer y para dudar de su voluntad”, como sus derivas entre acción moderada y violencia.

Su mensaje es en principio pacífico, salvo ante lo que consideren “resistencia a ataques extranjeros, lo que encierra cierta ambigüedad”, señala Pérez, profesor en el Campus Internacional para la Seguridad y Defensa (CISDE). Ambigüedad que se ha incrementado en ocasiones con el paso por sus filas de terroristas como Abu Dahdah, integrado en su rama siria y condenado en su día por liderar la red de Al Qaeda en España, y por su apoyo a grupos como Hamás y Hezbolá, en ese sentido de “resistencia”.

¿Podrían los sucesos de Egipto llegar a radicalizarlos, no sólo en Egipto, sino también en Europa y particularmente España? Contesta Pérez: “Puede, si bien hasta el momento no hay signos de ello”. Y también Tatary, quien recuerda que la palabra Islam significa, precisamente, paz: “Cuando falta la libertad, la gente puede ir hacia posturas no compatibles con la paz mundial. Los Hermanos Musulmanes deberían tener una postura muy clara contra la violencia, y no dejar pasar una oportunidad de decirlo”. Él, mientras, sigue negando su vinculación con ellos, con una paciencia que también se les atribuye a los Hermanos en su camino hacia el poder. “Entiendo su proyecto y colaboro con ellos porque estamos en el mismo barco. Pero yo quiero que la UCIDE sea transparente como el sol del día. No quiero crear ninguna sospecha sobre los musulmanes, y al final, cualquier grupo puede equivocarse”.

Una mujer, cubierta la cabeza, limpia la entrada al patio de la mezquita Abu-Bakr, la Central de Madrid, un edificio blanco que llama la atención en una calle estrecha del barrio de Cuatro Caminos. Explica que, con el Ramadán, está muy cansada. Son las 10 de la mañana, y estos días de ayuno, cuenta, la actividad comienza algo más tarde. También debe de estarlo el hombre de pelo cano que sonríe amigablemente en la segunda planta del edificio, donde, aparte de la sala que utiliza de despacho, está la zona reservada a la oración de las mujeres y dos estancias que estos días funcionan de comedor social (“Palestina”, ha dejado escrito alguien en una de sus paredes).

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