Es noticia
Roca i Junyent controla un ejército de 200 abogados y factura 28 millones al año
  1. España
ASÍ ES EL DEFENSOR DE LA INFANTA CRISTINA

Roca i Junyent controla un ejército de 200 abogados y factura 28 millones al año

Casi 200 profesionales, equipos de prestigio y relaciones a todos los niveles. Éste es el ejército jurídico que ha contratado la Infanta Cristina para que lleve

Foto: Roca i Junyent controla un ejército de 200 abogados y factura 28 millones al año
Roca i Junyent controla un ejército de 200 abogados y factura 28 millones al año

Casi 200 profesionales, equipos de prestigio y relaciones a todos los niveles. Éste es el ejército jurídico que ha contratado la Infanta Cristina para que lleve su defensa. Al frente de este ejército está Miquel Roca i Junyent, un veterano político que se mueve como nadie en los pasillos enmoquetados y que, tras abandonar las trincheras de Convergència i Unió (CiU), se dedicó en cuerpo y alma a levantar un imperio que en el último ejercicio facturó 28,5 millones de euros. “No es barato, pero es seguro”, dicen en el sector de la abogacía, refiriéndose a los honorarios que Roca puede embolsarse por el encargo.

En su página web, el bufete barcelonés dice que cuenta con “240 profesionales y con oficinas en Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca, Lleida, Girona y Shangai”. En realidad, tiene a 181 en plantilla y 18 colaboradores no fijos. En el año 2007, sin embargo, tenía a 207 empleados fijos. En el consejo de administración, se sienta Miquel Roca, flanqueado por Francesc Segura como vicepresidente primero y por su hijo Joan Roca como vicepresidente segundo. Pero tiene, además, un comité asesor formado por tres personas de peso: el exministro de Economía Carlos Solchaga, el empresario  José Manuel Lara, dueño de Planeta, y el también empresario Artur Carulla, propietario de Agrolimen.

Con el fichaje, el expolítico convergente ha logrado un nuevo hito profesional. Y, como bregado abogado, afianza así su fama de tener el despacho con mejores conexiones de Barcelona, una fama que ha ido labrando durante los últimos tres lustros.

Condenado a ser, además, el eterno segundón en Convergència por el férreo control de Jordi Pujol, decidió abandonar la política en 1996 y montar de nuevo su despachoDesde que un joven Roca abriese despacho hace más de medio siglo junto a Narcís Serra ha llovido mucho. Ambos fueron los pergeñadores del denominado Plan de la Ribera, la primera gran transformación de la capital catalana. Luego, entraron en política. Concretamente, en el Frente Obrero de Cataluña, donde coincidieron con otra figura de la transición: Pasqual Maragall. Dice la leyenda que Roca y Serra se jugaron un día, a cara o cruz, el partido en el que aterrizarían. A Narcís le tocó la izquierda y Miquel participó en la fundación de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Desde entonces, fueron rivales, pero no dejaron de ser amigos.

La ‘operación reformista’

Roca consolidó su carrera política ocupando la secretaría general adjunta de CDC y fue el portavoz indiscutible del grupo de lo que entonces se conocía como Minoría Catalana en el Congreso de los Diputados durante varias legislaturas. En los años 80, junto a su amigo Florentino Pérez, intentó articular un gran movimiento de centro tras el hundimiento del CDS. Pusieron en marcha el Partido Reformista, pero fue un auténtico fiasco, por lo que Roca volvió a refugiarse en las trincheras de CiU.

En los años 90, se atrevió a plantarle cara a Pasqual Maragall, para arrebatarle la alcaldía de Barcelona, pero no logró su cometido. Condenado a ser, además, eterno segundón en Convergència por el control férreo de Jordi Pujol, decidió abandonar la política en 1996 y montar de nuevo su despacho. Si la Generalitat se le resistía, debía buscarse nuevos horizontes.

A partir de entonces, nunca volvió a meterse en política, aunque siguió vinculado a CDC y aparece a menudo en los principales actos políticos que realiza la cúpula de esta coalición.

Grandes fichajes

Los esfuerzos de Roca i Junyent están dirigidos a consolidar su despacho. En él ha dado cabida a personalidades diversas para elevar su influencia. A finales de la pasada década, fichó a Francesc Homs, que había sido consejero de Economía de Cataluña. Y a Carlos Solchaga, el hombre de los números de Felipe González. Dicen sus detractores que supo combinar excelentemente sus relaciones políticas con sus intereses profesionales. Y le achacan incluso haber jugado sucio en algunas ocasiones valiéndose de esos contactos. Pero lo cierto es que supo forjar su despacho con profesionales y expertos en diversas materias. 

Por su bufete han pasado instituciones y empresas a partes iguales. El Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Cataluña figuran en su nómina de clientes. Su firma fue una de las elegidas para intentar vender los edificios públicos de la Generalitat en la anterior legislatura de Artur Mas, con el objetivo de conseguir liquidez ante la bajada de ingresos del Gobierno autonómico. La operación fracasó por la adversa coyuntura económica internacional.

Roca fue también el elegido por la Fundación Gala-Dalí en el contencioso que durante más de un lustro enfrentó a esta institución con el exsecretario de Salvador Dalí, Robert Descharnes, que tenía los derechos de explotación de la obra del pintor. A partir de entonces, Roca se incorporó como patrón de la Fundación, de donde cobró unos elevadísimos honorarios, dicen quienes participaron en ese pleito.

Largos tentáculos

Los tentáculos del expolítico, no obstante, son muy largos. Dos de sus socios, Jacint Boixasa y Pere Galí, por ejemplo, aterrizaron en 2009 como administradores de Agrupació Mútua, un gigante con pies de barro que estaba a punto de hundirse por la pésima gestión que se había llevado a cabo. La Dirección General de Seguros quería controlar la situación y Roca puso a sus expertos en la compañía. Boixasa y Galí dejaron poco después el despacho de abogados para garantizar su independencia profesional en la tarea que tenían encomendada por la Administración. 

En los últimos años, Roca se dedicó a acumular cargos. Tras alcanzar el despacho velocidad de crucero, amplió sus influencias al ámbito empresarial. Y ahí obtuvo, de nuevo, un rotundo éxito: es secretario de Banco Sabadell, secretario de Sociedad General de Aguas de Barcelona, consejero de Endesa, consejero de ACS, secretario de la comisión ejecutiva de Abertis Infraestructuras y ocupa diversos cargos en Catalana Occidente, Accesos de Madrid Concesionaria Española y La Seda, donde durante un corto periodo de tiempo ofició como presidente de la junta rectora. Al hilo de sus relaciones con grandes empresas, también participó en la dirección de compañías como Técnica y Proyectos, Alazor Inversiones y Bansabadell Holding, aunque hasta mediados de la pasada década también fue secretario de Ginsa Electronic y de Idiada Automotive Technology.

Además de ser profesor de Derecho en la Universidad Pompeu Fabra, preside la Fundación Abertis (en ella, además de Isidre Fainé, está su amigo Florentino Pérez), la Fundación Amics del Mnac (donde coincide con Narcís Serra), la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País, la Fundación para el Estudio de la Seguridad de las Telecomunicaciones, y es vicepresidente de la Fundación Barcelona Cultura (donde, entre otros, están Isidre Fainé, Antoni Brufau, Narcís Serra, Pedro Fontana, Josep Oliu y Francisco Daurella). Asimismo, es miembro del patronato de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges y de la Fundación Gaspar de Portolà.

Un espeso y multicolor currículum para un general que tiene el honor de defender al primer miembro imputado de la Familia Real española. Y si hasta ahora tenía peso en la abogacía, a partir de esta fecha ya puede considerarse el bufete jurídico con más peso de Barcelona.

Casi 200 profesionales, equipos de prestigio y relaciones a todos los niveles. Éste es el ejército jurídico que ha contratado la Infanta Cristina para que lleve su defensa. Al frente de este ejército está Miquel Roca i Junyent, un veterano político que se mueve como nadie en los pasillos enmoquetados y que, tras abandonar las trincheras de Convergència i Unió (CiU), se dedicó en cuerpo y alma a levantar un imperio que en el último ejercicio facturó 28,5 millones de euros. “No es barato, pero es seguro”, dicen en el sector de la abogacía, refiriéndose a los honorarios que Roca puede embolsarse por el encargo.

Miquel Roca i Junyent