Es noticia
Un discurso crudo sobre las tres crisis de España
  1. España
EL REY PIDE CONFIANZA EN UNO DE LOS MOMENTOS "MÁS DIFÍCILES DE LA RECIENTE HISTORIA"

Un discurso crudo sobre las tres crisis de España

El Rey y sus más estrechos colaboradores han demostrado disponer de una notabilísima sagacidad para detectar el relato adecuado para el mensaje navideño de S.M. Este

Foto: Un discurso crudo sobre las tres crisis de España
Un discurso crudo sobre las tres crisis de España

El Rey y sus más estrechos colaboradores han demostrado disponer de una notabilísima sagacidad para detectar el relato adecuado para el mensaje navideño de S.M. Este año -el XXXVII discurso real- no era fácil encontrar el concepto sobre el que hacer girar una disertación necesariamente breve y densa. Pero Don Juan Carlos lo ha conseguido al diagnosticar el primer estimulo que nos sacará de la crisis: “la confianza”. No ignora el Jefe del Estado que atravesamos por unos de los momentos “más difíciles de la reciente historia de España”; tampoco –párrafo importante del discurso- que “existe pesimismo y que sus efectos se dejan sentir en la calidad del clima social  que vivimos”. Es a ese clima social deteriorado al que el Rey atribuye el “desapego hacia las instituciones y hacia la función política”. La consecuencia de esa descripción –muy realista- es que necesitamos “una puesta al día”.

España en versión libre de lo que Don Juan Carlos expresó necesita resetearse y reivindica la confianza, aquella que los españoles tuvimos en nosotros mismos para erigir el Estado democrático y de Derecho, el Estado del bienestar y “nuestra gran nación”. Tras enumerar en qué grandes principios se materializa la “política grande” que el jefe del Estado reivindica, el Rey apeló a los “valores del respeto mutuo y la lealtad recíproca. Son valores –dijo- que hace tres décadas contribuyeron a poner en pie un nuevo marco de convivencia, el reconocimiento de nuestra pluralidad y el amparo de las diferentes lenguas, culturas e instituciones de España.” Consciente de que esos principios se han resquebrajado, el Rey invita a “cerrar heridas” basándonos en “el respeto a las leyes y a los cauces democráticos”. La referencia implícita a Cataluña es clara y, esta vez sí, adecuada en el fondo y en la forma.

Crisis económica, reivindicación de la política y fortaleza de la nación: ese es el mapa de los problemas –de las crisis- de España bien detectados por el Rey. Con un texto altamente institucional e integrador, con un realismo encomiable y conceptos muy claros, Don Juan Carlos desgranó ante la sociedad española un diagnóstico acertado, bien descrito y totalmente creíble. En el que la institución que encarna –dígase lo que se diga- sigue recabando, con legítimas críticas, la mayor adhesión de los españoles. El Rey ha realizado este año un gran esfuerzo personal por superar la crisis de la Corona que registró caracteres casi dramáticos este año. Don Juan Carlos no reivindica una “política grande” que él no haya practicado: cuando el 18 de abril pasado pidió perdón por sus propios errores, no sólo estableció un precedente inédito en nuestra larga historia monárquica, sino que también ejemplifico cómo la humildad es una actitud que los ciudadanos reconocen, aceptan y aplauden.   

El Rey se dirigió ayer a los españoles desde su experiencia, desde una trayectoria personal controvertida pero en la que pesan más los servicios a España que sus debilidades. Don Juan Carlos es un Rey que no ha perdido la brújula y que cuando parecía haberse desviado de su itinerario ha sabido rectificar y reemprender el camino. Ahora invita a la nación a que lo vuelva a intentar, apela a la confianza, a la “política con mayúsculas” que “se cimenta en el espíritu de servicio y se acomoda a los principios de la ética personal y social”. Un discurso contundente para un momento extremadamente difícil que el Rey no ha circunvalado ni edulcorado. Era el discurso adecuado para un momento con el actual, incluyendo esa mención a nuestra  España proyectada a Iberoamérica y a la Unión Europea (superando “visiones puramente nacionales”) y por supuesto, invocando ese criterio tan compartido de que el bienestar social exige la compatibilidad entre la austeridad y el crecimiento. Nada se dejó el Rey en el tintero y todo se le entendió. España está en la tesitura anímica y moral que supo describir reclamando ese intangible que hace grande a los pueblos: la confianza en sí mismos. Un buen discurso para entender la España de hoy y saber cómo alcanzar la del mañana.

Y apunte final: buena realización televisiva -por primera vez, el Rey de pie, apoyado sobre su mesa de trabajo, con panorámica de su despacho, sin imágenes subliminales o sugerencias visuales- y un aspecto físico del Jefe del Estado que delata una gran mejoría de su estado de salud.   

El Rey y sus más estrechos colaboradores han demostrado disponer de una notabilísima sagacidad para detectar el relato adecuado para el mensaje navideño de S.M. Este año -el XXXVII discurso real- no era fácil encontrar el concepto sobre el que hacer girar una disertación necesariamente breve y densa. Pero Don Juan Carlos lo ha conseguido al diagnosticar el primer estimulo que nos sacará de la crisis: “la confianza”. No ignora el Jefe del Estado que atravesamos por unos de los momentos “más difíciles de la reciente historia de España”; tampoco –párrafo importante del discurso- que “existe pesimismo y que sus efectos se dejan sentir en la calidad del clima social  que vivimos”. Es a ese clima social deteriorado al que el Rey atribuye el “desapego hacia las instituciones y hacia la función política”. La consecuencia de esa descripción –muy realista- es que necesitamos “una puesta al día”.

Banco de España