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La dirección del PP dejó caer a Cervera después de dos conversaciones con el diputado
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UNA EXPERIODISTA DE ‘EL PAÍS’ OCUPARÁ EL ESCAÑO DEL GRUPO POPULAR

La dirección del PP dejó caer a Cervera después de dos conversaciones con el diputado

El Partido Popular ha resuelto el caso Cervera con una rapidez inusitada, en doce horas. Después de que el diputado del PP fuera detenido el domingo

Foto: La dirección del PP dejó caer a Cervera después de dos conversaciones con el diputado
La dirección del PP dejó caer a Cervera después de dos conversaciones con el diputado

El Partido Popular ha resuelto el caso Cervera con una rapidez inusitada, en doce horas. Después de que el diputado del PP fuera detenido el domingo por su presunta implicación en un caso de chantaje y puesto a continuación en libertad, bastaron dos llamadas de la dirección del partido (la misma noche de los hechos y ayer por la mañana) para que el parlamentario renunciara a su escaño. El desconcierto en el PP fue tan absoluto como la fulminante decisión de Cervera al renunciar al privilegio de que le juzgara el Tribunal Supremo para someterse a la jurisdicción ordinaria.

El parlamentario navarro cierra, al menos de momento, una de las trayectorias políticas más rápidas y cortas que se recuerdan en el Congreso. En noviembre del pasado año Mariano Rajoy, en pago a los servicios prestados al presentarse seis meses antes en las elecciones autonómicas en Navarra, colocó a Cervera en el sexto puesto de la lista al Congreso por Madrid que él encabezaba.

El navarro figuró justo a continuación de Soraya Sáenz de Santamaría, Ana Mato, Alberto Ruiz-Gallardón y Miguel Arias Cañete. Todos fueron luego ministros. Además, el navarro iba por delante de ‘pesos pesados’ y veteranos de la dirección del partido y del Grupo Parlamentario como Juan Carlos Vera, Ignacio Astarloa, Beatriz Rodríguez-Salmones o Teófilo de Luis. Vistos los progresos de Cervera, que se había atrevido a encabezar en la Comunidad Foral la candidatura del PP después de la ruptura con UPN, las listas de ‘ministrables’ que circularon después de la victoria electoral incluían su nombre incluso con cartera: Sanidad. Es médico e hijo de médico y tiene un máster en administración y dirección de servicios sanitarios.

En el primer reparto de cargos, Cervera se tuvo que conformar con el de secretario de la Mesa del Congreso, un ascenso institucional en el escalafón de los parlamentarios pero de escasa proyección pública que suele recaer en los diputados más curtidos. Dentro del Grupo Popular tenía fama de ser buena persona, amable, correcto y obsesionado con las redes sociales. Pero no acabó de encajar en la vieja guardia. “Parecía pedir perdón a los de Madrid por haberse colado por delante en la lista”, comentaban ayer en medios del PP. Pero nadie daba crédito a que se hubiera metido en ningún asunto turbio, y menos en un caso de corrupción.

El sobre que desató el escándalo

El coordinador de organización del PP, Juan Carlos Vera, habló el domingo por la noche con Cervera. El diputado había sido detenido e interrogado por la Guardia Civil al ir a recoger una documentación escondida en la muralla de Pamplona sobre la Caja Navarra (la versión del diputado), una cita que, según el testimonio del responsable de la entidad, José Antonio Asiaín, consistía en el pago de un chantaje por valor de 25.000 euros. El todavía diputado explicó al representante del partido que había sido engañado, que le habían tendido una trampa y que había sido muy torpe al caer en ella.

Cuando al día siguiente Diario de Navarra hizo pública la detención de Cervera, hubo una nueva conversación con Vera. El parlamentario, aunque insistía en su inocencia, añadió que se daba cuenta del calvario que tendría que recorrer a partir de ese momento y decidió dimitir del todo, no como suelen hacer los políticos al dejar el cargo adicional representativo, pero no el fundamental del que cobran, sea escaño o puesto de concejal. Rajoy, de viaje en Oslo, estaba informado. La secretaria general, María Dolores de Cospedal, se limitó a decir que el caso le parecía “raro”. Nadie intentó disuadirle para que no se fuera.

Cervera pidió ver al presidente del Congreso, Jesús Posada, que en ese momento recibía al presidente de la Asamblea Nacional francesa. Como era imposible, pidió que dieran a Posada el recado de su inminente dimisión. Luego, hizo una breve declaración para despedirse de la Cámara, agradecer al PP las oportunidades que le había dado y confirmar que prefería defender su inocencia en un tribunal ordinario.

En el PP y en el Grupo Popular no disimulaban anoche su alivio por la rápida resolución del caso en el Congreso, que tendrá más recorrido en el ámbito regional y en la Justicia, pero no en la Cámara. Se libran esta vez de los problemas que dieron diputados y senadores como Jesús Merino o Jesús Bárcenas, que aguantaron en el escaño para que les juzgara el Tribunal Supremo.

De El País a Faes y ahora al Grupo Popular

El escaño que deja Cervera será ocupado por la periodista Pilar Marcos, que iba en el puesto 25 de la candidatura por Madrid. El Partido Popular sacó 19 escaños por Madrid en los últimos comicios, pero entre bajas y renuncias (como la de Cristina Cifuentes) la lista ha corrido ya en seis ocasiones

Marcos procede de Faes, la fundación que preside José María Aznar, en la que aterrizó después de trabajar durante casi 20 años en el diario El País en distintas secciones, como Economía y Política, donde se ocupó de la información del Partido Popular. En 2006 fue nombrada directora de publicaciones de Faes, puesto en el que estuvo hasta principios de este año. Después de unos meses en el Ayuntamiento de Madrid como asesora, Marcos acababa de volver a la fundación.

El Partido Popular ha resuelto el caso Cervera con una rapidez inusitada, en doce horas. Después de que el diputado del PP fuera detenido el domingo por su presunta implicación en un caso de chantaje y puesto a continuación en libertad, bastaron dos llamadas de la dirección del partido (la misma noche de los hechos y ayer por la mañana) para que el parlamentario renunciara a su escaño. El desconcierto en el PP fue tan absoluto como la fulminante decisión de Cervera al renunciar al privilegio de que le juzgara el Tribunal Supremo para someterse a la jurisdicción ordinaria.