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Grupos de vándalos desatan el caos en el centro de Madrid al acabar la manifestación del 14-N
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UNA TURBA DE RADICALES ARRASA RESTAURANTES, SUCURSALES BANCARIAS Y AGENCIAS DE VIAJE

Grupos de vándalos desatan el caos en el centro de Madrid al acabar la manifestación del 14-N

​La masiva manifestación que recorrió en la tarde de ayer el eje central de Madrid, desde la glorieta de Atocha a la plaza de Colón, con

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Grupos de vándalos desatan el caos en el centro de Madrid al acabar la manifestación del 14-N

​La masiva manifestación que recorrió en la tarde de ayer el eje central de Madrid, desde la glorieta de Atocha a la plaza de Colón, con la que culminó una huelga general de seguimiento desigual en toda España, transcurrió sin incidentes. Hasta que, poco después de las 21 horas, varios grupos de vándalos y radicales, aparentemente coordinados, desataron el caos en los alrededores del Congreso de los Diputados, blindado por un formidable ejército de policías antidisturbios. La batalla campal se saldó con 30 heridos -nueve de ellos agentes-, más de una veintena de detenidos y grandes destrozos en comercios y mobiliario urbano.

​Centenares de miles de manifestantes en toda España, y muchas decenas de miles en Madrid -30.000 según la Delegación del Gobierno y hasta un millón según los sindicatos convocantes-, se echaron ayer a la calle para culminar la octava huelga general desde la Transición y la segunda contra el Gobierno de Mariano Rajoy. La marcha de la capital, la más numerosa junto con la de Barcelona, arrastró a una marea humana contra los recortes, los desahucios, los rescates bancarios y la clase política en general -incluida la canciller alemana Angela Merkel-, eclipsando con su clamor el impacto de una huelga general de resultados discretos.

​La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, había advertido que la actuación de la policía dependería de "la actitud de los manifestantes". Y éstos, que abarrotaban los dos kilómetros que separan Atocha de Colón, expresaron con contundencia, pero de forma pacífica, su malestar contra el incesante goteo de recortes sociales, subidas de impuestos y medidas de ajuste. La marcha, en la que confluyeron los huelguistas convocados por los sindicatos y los activistas del Movimiento 25-S Rodea el Congreso, comenzó a disolverse lentamente poco antes de las 21 horas. Hasta ese momento, las fuerzas de seguridad solo tuvieron que intervenir para disolver a un pequeño grupo de jóvenes que zarandeó las vallas que cerraban el perímetro de la Cámara Baja.

Piedras, botellas, bengalas...

​Pero, en cuestión de minutos, la calma saltó por los aires. Bastó que unos pocos, no más de un centenar de alborotadores antisistema -casi todos jóvenes y algunos encapuchados-, comenzaran a lanzar piedras, botellas y bengalas contra los agentes que protegían los alrededores del Congreso, muchos de ellos a caballo y armados hasta los dientes con material antidisturbios, para emborronar el epílogo de una jornada de reivindicaciones y protestas. La policía, contenida hasta entonces, respondió sin contemplaciones a la provocación. Y, de repente, el centro de Madrid se transformó en un campo de batalla nocturno.

​Las fuerzas de seguridad cargaron con pelotas de goma y botes de humo contra los agitadores, que en un primer momento se dispersaron por los aledaños del Museo del Prado y el Jardín Botánico, a pocos centenares de metros del Congreso. Los violentos se dirigieron a continuación, en pequeños grupos, hacia la glorieta de Atocha, levantando a su paso barricadas, incendiando contenedores, derribando marquesinas, arrancando bancos y destrozando comercios. Muchos manifestantes que volvían a sus casas y algunos turistas despistados quedaron atrapados en el caos, dudando entre salir huyendo o permanecer inmóviles en medio del colosal tumulto.

​Los altercados más graves se produjeron en la zona de Atocha. Pese al acoso de los agentes antidisturbios, los radicales destrozaron las cristaleras de una agencia de Viajes El Corte Inglés, un restaurante McDonald's y un supermercado de la cadena Día; incendiaron una sucursal de La Caixa y otra del Banco Santander; lanzaron un contenedor ardiendo contra un local de comida rápida Kentucky Fried Chicken, cuyo interior arrasaron a continuación; y pegaron fuego al separador del carril-bus, lo que provocó una densa humareda en toda la zona. Los bomberos tuvieron que realizar casi medio centenar de salidas para sofocar los incendios provocados por la turba de incontrolados.

​La masiva manifestación que recorrió en la tarde de ayer el eje central de Madrid, desde la glorieta de Atocha a la plaza de Colón, con la que culminó una huelga general de seguimiento desigual en toda España, transcurrió sin incidentes. Hasta que, poco después de las 21 horas, varios grupos de vándalos y radicales, aparentemente coordinados, desataron el caos en los alrededores del Congreso de los Diputados, blindado por un formidable ejército de policías antidisturbios. La batalla campal se saldó con 30 heridos -nueve de ellos agentes-, más de una veintena de detenidos y grandes destrozos en comercios y mobiliario urbano.