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CiU y PP polarizan la campaña de Gobierno a Gobierno e ignoran al PSC
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ARENAS Y AGUIRRE LLEGAN A CATALUÑA

CiU y PP polarizan la campaña de Gobierno a Gobierno e ignoran al PSC

El Partido Popular (PP) y Convergència i Unió (CiU) acaparan la campaña de las autonómicas catalanas con su guerra particular. Los dos partidos, que hasta hace

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CiU y PP polarizan la campaña de Gobierno a Gobierno e ignoran al PSC

El Partido Popular (PP) y Convergència i Unió (CiU) acaparan la campaña de las autonómicas catalanas con su guerra particular. Los dos partidos, que hasta hace pocos meses eran casi socios, se tiran ahora los trastos a la cabeza polarizando una campaña en la que el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) también quiere figurar. Pero la visita de Mariano Rajoy a Cataluña durante dos días para apoyar a los suyos ha marcado una agenda en la que prima la pelea entre convergentes y populares.

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, acusó ayer a CiU de intentar dar un “golpe de Estado en términos jurídicos” con su insistencia de convocar un referéndum separatista (cosa que la Generalitat no puede hacer con la ley en la mano). Y el candidato convergente, Artur Mas, le respondió que si no se le deja, lo que hace Madrid es dar un “golpe de Estado democrático”, una expresión, cuanto menos, chocante.

Convergentes y populares, pues, dominan la escena electoral con su duelo. A ambos les interesa: Artur Mas focaliza su enemigo en el PP y el Gobierno central. El mensaje es dar la imagen de una guerra de Gobierno (autonómico) contra Gobierno (central). Y mata dos pájaros de un tiro: por un lado, menosprecia al PSC, a quien las encuestas auguran un fuerte bajón que le puede dejar al borde de los 20 diputados (en la actualidad, tiene 28); y, por otro lado, sabe que eligiendo al PP como enemigo público número uno de Cataluña le puede restar votos a los socialistas, pero también conoce que el techo electoral del PP no es muy alto o, al menos, no es tan alto como el del PSC. En otras palabras: a CiU le interesa que el electorado vea al PP como el voto útil, porque de esta manera debilita a su tradicional gran rival, el PSC.

Y eso, por supuesto, también le conviene al PP, consciente de que cuanto más se hable de él, menos se habla de los socialistas. Por eso han hecho a Artur Mas, a su vez, el enemigo público número uno de España.

Pero, además, los populares ganan terreno mediático al hacer desembarcar en Cataluña a sus máximas figuras nacionales. El viernes y sábado, estuvieron el mismísimo Mariano Rajoy y el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete; el domingo, el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo; este lunes, García Margallo; y hoy llegan a tierras catalanas Javier Arenas y Esperanza Aguirre. Todos, claro, apuntando hacia Mas.

Números contra números

Fiel a la estrategia polarizadora, pues, el President sacó a colación ayer más datos que certifican el agravio comparativo que sufre Cataluña. “Con la misma capacidad de producción que tenemos, si tuviéramos más poder y recursos, los recortes habrían sido más pequeños”, acusó ayer. Y desgranó que, por ejemplo, en políticas activas de ocupación, el Estado había de pagar 191 millones este año, pero todavía no ha enviado ni un euro. Y eso que en el anterior ejercicio la partida presupuestaria era de 444 millones, por lo que ya había sufrido un recorte del 57%.

Las acusaciones económicas, sin embargo, son obviadas por los populares. El PP hizo público un vídeo que, bajo el lema ¡Rompamos mitos! intenta demostrar los estrechos lazos que existen entre Cataluña y el resto de España: en la comunidad hay 1.500.000 españoles viviendo y que no nacieron en ella; hay más de 170.000 apellidos García y más de 118.000 ciudadanos que se llaman José; 4.200.000 turistas de toda España viajan a Cataluña cada año; el AVE y el puente aéreo entre Madrid y Barcelona mueven a casi 6 millones de personas anualmente; el 60% de los productos catalanes se vende en el resto de España; productos catalanes están presentes en el 100% de los hogares españoles; Antoni Gaudí, Salvador Dalí, Pau Casals, Antoni Tàpies i Montserrat Caballé son considerados por los españoles como parte de su propia cultura; hay 5,5 millones de aficionados del Barça en toda España; y más de un millar de calles, avenidas o plazas españolas tienen el nombre de Cataluña o de municipios catalanes.

“Y tú más”

Mas también entró al trapo en el tema de la corrupción. La candidata popular, Alicia Sánchez-Camacho, acusó abiertamente al aún President de esconderse tras la estelada (bandera independentista) para esconder las acusaciones de corrupción que acosan a CiU: Palau de la Música, caso ITV, escándalos en la sanidad catalana... Y Mas, por fin, saltó: “Podría hacerme un hartón de casos de corrupción que tienen un muchos sitios, pero no lo haré”, dijo en referencia al PP y a los diferentes escándalos que salpican a sus dirigentes, como Gürtel, o los diferentes sumarios de Baleares. Para el presidenciable nacionalista, sus oponentes se aprovechan de la campaña electoral para armar bulla y airean los casos de corrupción “porque no tienen argumentos. Y quien no los tiene, entra en terreno sucio y pantanoso”.

Pero no es sólo el PP quien le reclama transparencia. El PSC, ICV, Ciutadans y Solidaritat Catalana per la Independència (SI) le han pedido aclaraciones de las acusaciones que se vierten contra la federación nacionalista. Todos excepto Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que se ha mantenido al margen de cualquier acusación a CiU, a la espera de que la convierta en su socia preferente de Gobierno tras las elecciones del 25 de noviembre.

El Partido Popular (PP) y Convergència i Unió (CiU) acaparan la campaña de las autonómicas catalanas con su guerra particular. Los dos partidos, que hasta hace pocos meses eran casi socios, se tiran ahora los trastos a la cabeza polarizando una campaña en la que el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) también quiere figurar. Pero la visita de Mariano Rajoy a Cataluña durante dos días para apoyar a los suyos ha marcado una agenda en la que prima la pelea entre convergentes y populares.