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Alberto, el otro Fabra de Castellón
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MARIANO RAJOY LO COMPARA CON LA ALCALDESA DE VALENCIA, RITA BARBERÁ

Alberto, el otro Fabra de Castellón

No es un político desconocido de puertas para adentro. Ni para el PSOE ni para el PP. Desde que estalló el caso Gürtel y la sombra

Foto: Alberto, el otro Fabra de Castellón
Alberto, el otro Fabra de Castellón

No es un político desconocido de puertas para adentro. Ni para el PSOE ni para el PP. Desde que estalló el caso Gürtel y la sombra de la culpabilidad cercaba cada vez más la figura de Camps, al otro Fabra, a Alberto, al alcalde de Castellón, lo empezaban a conocer hasta los socialistas atrincherados en la calle Ferraz. Para dejar claro que no tenía ningún parentesco con el eterno presidente de la Diputación castellonense, Carlos Fabra, el alcalde de Castellón utilizó como eslogan en su campaña electoral "Simplemente Alberto".

Fabra (Castellón de la Plana, 1963) es uno de esos políticos que se afilió al PP nada más cumplir la mayoría de edad y que se vio, con 27 años, siendo alcalde de Castellón gracias a la renuncia de su anterior titular, José Luis Gimeno. Desde entonces, se ha ocupado de la política local ininterrumpidamente, y aunque el núcleo duro de la dirección regional del PP siempre le tuvo presente en las conversaciones para un futuro relevo generacional, él siempre negó que sus aspiraciones trascendieran más allá de su Castellón natal.

Si a alguien no pilló por sorpresa su nombramiento como sucesor de Camps fue a su entorno más cercano. “No hay otro mejor para sucederle”. Quienes han trabajado con él en el consistorio lo definen como una persona conciliadora, tolerante y amante del diálogo; que sabe escuchar, que ha oído en primera persona los problemas de sus paisanos y se ha remangado la camisa para poder resolverlos. Un talante que, para todos, ha sido su aval para mantenerse durante veinte años sentado en el mismo sillón.  

Casado y padre de dos hijos, Fabra siempre se ha mostrado muy celoso de su intimidad y ha huido de todos los saraos públicos en los que su presencia fuera evitable. Cuando dispone de un poco de tiempo, aprovecha para escaparse con su familia a un pequeño pueblo de Teruel, donde sus vecinos lo conocen como Alberto (a secas). El lugar perfecto para que hasta el móvil te deje sin cobertura.

Una vez que Camps anunció que dimitía, Mariano Rajoy lo tenía claro. Prefería nombrar como nuevo presidente a Fabra antes que a su adorada Rita Barberá sabiendo, incluso, que la alcaldesa valenciana arrasa allá por donde pisa. El líder nacional apuesta por aupar a esa nueva generación de políticos que tienen mucho que decir y que han demostrado tener un carácter duro y decidido, como María Dolores de Cospedal, actual presidenta de Castilla-La Mancha, y su homólogo en Extremadura, José Antonio Monago. De Fabra dicen que, aunque saca el mal carácter sólo cuando no le queda más remedio, “no hay quien lo frene cuando tiene la razón y le llevan la contraria”.

En Génova comparan a Fabra con la mismísima Rita Barberá. Al igual que la baronesa consiguió colocar Valencia en el mapa internacional, Fabra solo accedió a entrar en la lista autonómica del PP por la provincia de Castellón en 2007 porque sabía que era la única forma de pelear y conseguir frutos para su provincia, la gran olvidada dentro de la región. Sin embargo, el caso Gürtel estalló a los pocos meses, y su partido tiró de él para que levantase la moral. En 2009 fue elegido coordinador general del PP autonómico, y aunque al principio se resistió a asumir el cargo, no tuvo más remedio que aceptarlo. Desde entonces, siempre estuvo presente en el banquillo de recambios para cuando llegara el momento de presentarlo como el nuevo presidente de la Generalitat de la Comunidad Valenciana.

No es un político desconocido de puertas para adentro. Ni para el PSOE ni para el PP. Desde que estalló el caso Gürtel y la sombra de la culpabilidad cercaba cada vez más la figura de Camps, al otro Fabra, a Alberto, al alcalde de Castellón, lo empezaban a conocer hasta los socialistas atrincherados en la calle Ferraz. Para dejar claro que no tenía ningún parentesco con el eterno presidente de la Diputación castellonense, Carlos Fabra, el alcalde de Castellón utilizó como eslogan en su campaña electoral "Simplemente Alberto".

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