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De la Vega colapsa Madrid de personalidades y coches oficiales en su estreno en el Consejo
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TOMA POSESIÓN DE SU CARGO VITALICIO EN EL CONSEJO DE ESTADO

De la Vega colapsa Madrid de personalidades y coches oficiales en su estreno en el Consejo

En el pequeño Madrid del poder muy pocos quisieron perderse ayer el estreno de María Teresa Fernández de la Vega como consejera vitalicia del Consejo de

Foto: De la Vega colapsa Madrid de personalidades y coches oficiales en su estreno en el Consejo
De la Vega colapsa Madrid de personalidades y coches oficiales en su estreno en el Consejo

En el pequeño Madrid del poder muy pocos quisieron perderse ayer el estreno de María Teresa Fernández de la Vega como consejera vitalicia del Consejo de Estado, el máximo órgano consultivo del Gobierno convertido ahora en el retiro dorado de la ex vicepresidenta primera del Ejecutivo, que pasará allí el resto de sus días. Las siempre imposibles agendas de un buen número de dirigentes, altos cargos y personalidades de la política, la justicia y los medios de comunicación, se cuadraron de forma simétrica en torno a la una del mediodía. Ello originó un atasco morrocotudo en la calle Mayor de Madrid con pitidos incluidos al presidente del Congreso, José Bono, que fue abucheado a su llegada al Consejo por movilizar nada menos que tres coches oficiales para su desplazamiento. “¡A dónde vas con tanto coche!”, le gritaron desde la acera.

Demasiada concentración de autoridades colapsó el tráfico en las inmediaciones del Palacio Real y la catedral de La Almudena. Porque nadie con pedigrí se quiso perder el abarrotado acto protocolario ni dejar de lado el tradicional saludo-abrazo-besamanos que siguió al juramento de De la Vega como nueva consejera áulica del Ejecutivo. Aunque entre las ausencias más destacadas se echó en falta la del propio presidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien delegó en su edecán y triministro Rubalcaba la representación gubernamental de mayor rango. Fue, precisamente, Rubalcaba, sustituto in pectore de De la Vega, quien, por sus galones, presidió la sesión desde el sillón principal del salón de plenos de la docta Casa.

Medio consejo de ministros le acompañaba, incluidos todos los que suenan o han sonado con más fuerza como posibles recambios en un futuro post-zapatero: el responsable de Fomento, José Blanco, o el propio José Bono, que siguió el acto en primera fila flanqueado por los máximos representantes del poder judicial, la presidenta del Constitucional, María Emilia Casas -la misma a la que De la Vega abroncó en público en el desfile del 12 de octubre de 2007-, así como su homólogo en el Supremo, Carlos Dívar. Otros recién llegados a la cartera como Valeriano Gómez o Ramón Jáuregui completaron la cuota ministerial junto al titular de Justicia, Francisco Caamaño, y la responsable de Cultura, Ángeles González Sinde.

Reunión de ex ministros


El acto, como todos los protagonizados por la ex vicepresidenta durante los últimos días, tuvo algo de melancólico. Los abrazos que le ofrecieron sonaron más a una despedida de la primera línea de la política. La arroparon en el trance las dos ex ministras que también han sido relegadas a secretarias de Estado, Beatriz Corredor (Vivienda) y Bibiana Aído (Igualdad), a quienes se les pudo ver explicando a muchos curiosos sus nuevas funciones o lo que queda de ellas tras la remodelación del Gobierno. 

Tampoco faltaron muchos de los que en su día fueron compañeros de gabinete y que también fueron dejados de lado por el presidente Zapatero. Entre ellos las dos ex titulares de Educación, María Jesús San Segundo y Mercedes Cabrera, el ex ministro de Jusiticia, Mariano Fernández Bermejo, o el hombre que quiso ser vicepresidente pero que tuvo que conformarse con la cartera de Trabajo, Jesús Caldera

De la Vega se fundió en un abrazo especialmente largo con Consuelo Rumí, la secretaria de Estado de la Función Pública, y tuvo tiempo para detenerse también con otros 'números dos' como Antonio Camacho, secretado de Estado de Interior, o Soraya Rodríguez, responsable de la Cooperación Española. 

De la Vega sustituye en el cargo a Miguel Vizcaíno, quien ha ejercido su responsabilidad como consejero durante los últimos 35 años.  La ex vicepresidenta charló también con el último cargo elegido por Franco que aún permanece en las instituciones, su nuevo compañero Antonio Sánchez del Corral, que fue nombrado por el caudillo en 1974. “Vengo a aprender mucho de ti”, le dijo De la Vega. “Al revés, yo voy a aprender mucho contigo”, le respondió el nonagenario consejero. Normal que la ex vicepresidenta bromease el día de su marcha del Gobierno con el hecho de que “la edad media en el consejo sea de 90 años”. 

Representantes de las teles

Aunque especialmente llamativa fue la presencia de destacados representantes de los medios de comunicación con los que De la Vega trató en su anterior etapa, cuando dirigía las riendas de la comunicación y todo lo relativo a las televisiones. Alejandro Echevarría, presidente de Telecinco, Fran Llorente, director de informativos de TVE, o Gloria Lomana, de Antena 3, se mezclaron entre la larga lista de asistentes que incluyó también, entre otros, al propio Alfonso Guerra, a la portavoz del Consejo General del Poder Judicial, Gabriela Bravo, la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, o Federico Trillo, que con toga y todo, acudió en representación del Partido Popular. 

De la Vega tomó posesión renovando públicamente su compromiso con "la felicidad de la Nación y el bienestar de los ciudadanos", para dotarlos de "más libertad, más igualdad, más justicia y más progreso, como consagra la Constitución y como es inherente a la democracia". Un empeño en el que permanecerá, si nada cambia, hasta el final de sus días. A partir de ahora, la jurista De la Vega solo hablará a través de sus dictámenes.

En el pequeño Madrid del poder muy pocos quisieron perderse ayer el estreno de María Teresa Fernández de la Vega como consejera vitalicia del Consejo de Estado, el máximo órgano consultivo del Gobierno convertido ahora en el retiro dorado de la ex vicepresidenta primera del Ejecutivo, que pasará allí el resto de sus días. Las siempre imposibles agendas de un buen número de dirigentes, altos cargos y personalidades de la política, la justicia y los medios de comunicación, se cuadraron de forma simétrica en torno a la una del mediodía. Ello originó un atasco morrocotudo en la calle Mayor de Madrid con pitidos incluidos al presidente del Congreso, José Bono, que fue abucheado a su llegada al Consejo por movilizar nada menos que tres coches oficiales para su desplazamiento. “¡A dónde vas con tanto coche!”, le gritaron desde la acera.

José Bono