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No tienen carrera y van en coche oficial: ¿Qué han estudiado nuestros políticos?
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BLANCO Y CORBACHO, DOS MINISTROS SIN CARRERA

No tienen carrera y van en coche oficial: ¿Qué han estudiado nuestros políticos?

Que los políticos, tal y como vaticinaba Miguel Boyer, acaben siendo “analfabetos” en un futuro, está por ver. La realidad es que, a medida que pasa

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No tienen carrera y van en coche oficial: ¿Qué han estudiado nuestros políticos?

Que los políticos, tal y como vaticinaba Miguel Boyer, acaben siendo “analfabetos” en un futuro, está por ver. La realidad es que, a medida que pasa el tiempo, la clase política española se devalúa. Atrás quedaron los Antonio Cánovas del Castillo, Manuel Azaña, Victoria Kent, Clara Campoamor o Enrique Tierno Galván. ¿Qué dirían hoy si analizaran los discursos de Bibiana Aído, las patadas lingüísticas de José Blanco o los mensajes de José Luis Rodríguez Zapatero? 

 

Politólogos, sociólogos y expertos coinciden en señalar la creciente falta de formación y preparación académica de los políticos en la actualidad. El presidente del Gobierno, por ejemplo, no habla ni inglés ni francés de forma fluida. Sus estudios se limitan a la Licenciatura de Derecho. José Luis Rodríguez Zapatero estudió Primaria en el Colegio Discípulas de Jesús en León, cursó el Bachillerato y el COU en un centro privado  y se licenció en Derecho con una tesina sobre el Estatuto de Autonomía de Castilla y León. Su primer trabajo fue como profesor ayudante de Derecho Constitucional en la Universidad y duró sólo cuestión de meses.

Dos de las carteras más importantes del Ejecutivo, la de Fomento y la de Trabajo, la ocupan dos políticos que no tienen carrera universitaria alguna. José Blanco inició sus estudios de Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela pero los dejó inacabados ante su temprana incorporación a las filas políticas. Sobre Celestino Corbacho no hay referencia alguna sobre su formación académica en ninguno de sus perfiles, sólo un breve apunte en el que puede leerse “profesional del comercio”. 

Para Ignacio Camacho, periodista, el gran problema es que, hay políticos como Zapatero que “han accedido rápidamente a la política sin cotizar a la seguridad social, o sea, sin haber tenido prácticamente experiencia profesional”. Es un caso similar al de José Montilla, el presidente de la Generalitat de Cataluña, a sus 25 años, ya era primer teniente de alcalde y aunque inició Economía y Derecho en la Universidad de Barcelona nunca llegó a licenciarse en ninguna de las dos carreras. Para Camacho “las clases políticas municipales se han convertido en el caldo  de cultivo de profesionales de partido con una formación muy escasa que, sin ejercer profesión alguna se montan ya en coche oficial. Se puede ser buen ministro sin tener título, pero ahora mismo tenemos a una clase política muy joven que no sólo no ha pasado por la universidad sino que ni si quiera ha trabajado profesionalmente. Empiezan a ser concejales muy jóvenes y terminan ocupando puestos claves en los partidos con una escasísima formación”.

José Luis Sanchís, consultor político y de comunicación, tiene más de 30 años de experiencia y ha participado en un centenar de campañas electorales. Para Sanchís uno de los principales motivos que hay tras la falta de formación es el sueldo: “El salario del político debería ser equivalente al que se paga en otros trabajos que precisan formación específica. Es la única forma de que la gente preparada pudiera dedicarse a la política. Ahora mismo, el número de políticos es muy alto, tenemos un Congreso con 350 señores. Es excesivo. Sería mejor menos políticos, más cualificados y mejor pagados”.

Otro de los problemas de los partidos es que “ponen en las listas a quienes tienen a mano. En un colectivo siempre hay alguien para ir de número uno y número dos, pero es muy difícil encontrar al ocho, al nueve, al diez… Además, en los partidos priman conceptos diferentes, se prima la fidelidad por encima del mérito. Ya no es el gobierno de los mejores sino el gobierno de los más fieles o de los más necesitados de un puesto de trabajo. Se cae todo el proyecto, no se busca calidad sino rellenar un espacio y la gente que rellena espacios no es la más preparada”.

Contados con los dedos de una mano, el Ejecutivo cuenta también con expedientes académicos brillantes. Es el caso de Alfredo Pérez Rubalcaba, Doctor en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid; Elena Salgado, Licenciada en Ciencias Económicas y en Ingeniera Industrial especializada en energía –fue la única mujer de su curso en la década de los 60- ; Cristina Garmendia, Licenciada y Doctora en Biología molecular bajo la dirección de Margarita Salas por la Universidad Autónoma de Madrid; Miguel Sebastián, Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid además de Doctor en Economía por la Universidad de Minnesota, y Ángel Gabilondo, Licenciado en Filosofía y Letras con notas de sobresaliente.

La reina de las licenciaturas en el Gobierno de Zapatero es la carrera de Derecho, la tienen Teresa Fernández de la Vega, Francisco Caamaño, Miguel Ángel Moratinos, Beatriz Corredor, Manuel Chaves y Carme Chacón.

La economía es la segunda en el ranking con Elena Espinosa, Licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales, y Bibiana Aído, Licenciada en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Cádiz. Ángeles González Sinde es la excepción en este sentido con su licenciatura en Filología Clásica.

Zapatero y sus homólogos

 

El presidente del Gobierno ha alcanzado el poder con su licenciatura de Derecho, pero ¿qué currículo académico tienen sus homólogos? Echemos un rápido vistazo:

Barack Obama, presidente de los EEUU: Estudió Derecho en Harvard y se  graduó en la Universidad de Columbia en la prestigiosa escuela de Derecho Harvard Law School. Lo hizo con un expediente brillante, magna cum laude.  Durante doce años fue profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Chicago.   Universidad de Columbia estudió Ciencias Políticas y se especializó en Relaciones internacionales.

 

Angela Merkel, canciller alemana: Ya en la escuela y el bachillerato su expediente no pasaba desaparecido. Sobresalía en matemáticas e idiomas. Comenzó sus estudios de física en la Universidad de Leipzig. Durante 12 años una vez completados sus estudios trabajó en el Instituto Central de Química Física de la Academia de Ciencias. Se convirtió en una especialista en química cuántica. Se doctoró en Física por la Academia de Ciencias Berlinesa. Culminó su currículum académico con la Cátedra de Química Teórica y Física en la Universidad de Humboldt en Berlín.

 

Silvio Berlusconi, primer ministro de Italia: Tras estudiar en un colegio salesiano se licenció en Derecho en la Universidad de Milán y se graduó cum laude con una tesis sobre la publicidad.

Dimitri Medvédev, presidente de Rusia: Estudió derecho en la Universidad Estatal de Leningrado y se doctoró en 1990 en derecho civil. Impartió clases en la universidad durante ocho años hasta que se incorporó a la alcaldía de San Peteersburgo en 1990.

Nicolás Sarkozy: Sus primeros años de bachiller no fueron especialmente brillantes aunque terminó licenciándose en Derecho en la Universidad de París X Nanterre en 1978 y un año después retomó su formación académica en el Instituto de Estudios Políticos IEP. Su carrera política comenzó a los 22 años como concejal de la ciudad de Neuilly –sur– Seine.

Son, como bien puede comprobarse, mentes, experiencias y formación dispares al frente de las grandes potencias del mundo. ¿Marca la vida académica la trayectoria de un político?, ¿los votos llegan por méritos o por siglas?, ¿cómo serán las generaciones políticas del futuro? Escribía con humor Jardiel Poncela que “el que no se atreve a ser inteligente, se hace político” de seguir así, quién sabe, igual con los años, la ironía sea la única superviviente.

Que los políticos, tal y como vaticinaba Miguel Boyer, acaben siendo “analfabetos” en un futuro, está por ver. La realidad es que, a medida que pasa el tiempo, la clase política española se devalúa. Atrás quedaron los Antonio Cánovas del Castillo, Manuel Azaña, Victoria Kent, Clara Campoamor o Enrique Tierno Galván. ¿Qué dirían hoy si analizaran los discursos de Bibiana Aído, las patadas lingüísticas de José Blanco o los mensajes de José Luis Rodríguez Zapatero?