Ofensiva de la Generalitat para que las empresas ‘hablen’ catalán

La Agencia Catalana de Consumo de la Generalitat de Cataluña ha publicado un libro que lleva por título Propuesta para establecer un código de buenas prácticas en la empresa en relación con el uso del catalán en los productos y servicios que se ofrecen a las personas consumidoras. Este título tan largo es de una guía de sugerencias en el uso del catalán tanto oral como escrito en las empresas catalanas.

La guía gira en torno a un decálogo, que se recomienda a las empresas tener en cuenta, sobre el uso del catalán en su negocio. El primer punto de estos diez mandamientos de la lengua catalana es que “la persona consumidora catalana tiene los mismos derechos que cualquier otro consumidor”. Esto implica que la empresa debe tener en cuenta, “como mínimo, a la comunidad lingüística catalana”. A partir de ahí, nos encontramos con enunciados como que “no hay responsabilidad social ni consumo responsable sin el uso del catalán” o como que “los miedos y los prejuicios personales a la hora de usar el catalán no han de pesar más que los datos puramente comerciales”,  ya que según esta guía aún hay “falta de autoestima lingüística”.

El uso del catalán, una inversión

En otro punto de este decálogo se puede leer que “si se usa el catalán” en los negocios es “por razones puramente comerciales” y que “no forma parte de ninguna ideología ni actividad nacionalista”. A su vez, se añade que su uso “no es un coste, es una necesidad o una inversión”. En uno de los puntos finales se deja claro que “el catalán es la lengua propia de Cataluña” y que “sin discriminar a nadie”, “si alguien vive en Cataluña, también es catalán y no se le puede negar nuestra lengua”.

En esta guía de buenas prácticas también se insiste en la etiquetación de los productos en catalán. Según los autores, el argumento de no etiquetar los productos en este idioma por razones de coste no es una excusa válida, ya que “no tiene ningún fundamento”, porque “el coste de etiquetar en catalán se puede considerar ínfimo”.

Uno de los asuntos más polémicos que recoge esta guía es el que hace referencia a los rótulos y a los carteles de los comercios. Aquí se recuerda que, según la Ley de Política Lingüística aprobada por la Generalitat de Cataluña los rótulos fijos, tanto en el exterior como en el interior de los establecimientos abiertos al público, han de estar escritos, como mínimo, en catalán y que “el incumplimiento de esta ley es sancionable”.

Jordi Anguera, director de la Agencia Catalana de Consumo señala, en relación al contenido del libro, que “es el propio consumidor quien está impulsando estos cambios”. Y sugiere que “hay que evitar que la lengua sea un arma política” y que “hay que sacudirse los complejos”

Por su parte, Bernat Gasull, responsable del área de empresas de la entidad Plataforma per la Llengua, que también participa de esta iniciativa, asegura que “en tiempos de crisis, la lengua puede ser un hecho diferenciador con la competencia”.