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Protección de Datos alerta contra los chivatazos anónimos y los 'soplones' en las empresas
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'GRAN HERMANO' EN LA OFICINA

Protección de Datos alerta contra los chivatazos anónimos y los 'soplones' en las empresas

Donde la vista y el oído del gran hermano no alcanzan a vigilar lo que usted hace y dice en la oficina, ahí están sus compañeros de trabajo para controlarle y,

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Protección de Datos alerta contra los chivatazos anónimos y los 'soplones' en las empresas

Donde la vista y el oído del gran hermano no alcanzan a vigilar lo que usted hace y dice en la oficina, ahí están sus compañeros de trabajo para controlarle y, si es necesario, delatarle. ¿Ciencia ficción? En absoluto. Aunque pueda parecerle una pesadilla, cada vez son más las empresas españolas que instalan buzones para recoger de forma anónima las denuncias de sus empleados soplones.

La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) alerta en su última memoria anual, correspondiente a 2008, de que el rápido desarrollo tecnológico está favoreciendo la puesta en práctica de "nuevas modalidades de control" en el ámbito laboral que pueden violar las "garantías de privacidad de los trabajadores".

Entre otros posibles abusos cometidos por las empresas, la AEPD cita la "integración de datos biométricos para el control horario", el acceso al correo electrónico de los trabajadores, la instalación de videocámaras y sistemas de grabación de voz por supuestas razones de seguridad, la geolocalización o la "implantación creciente de sistemas de denuncia interna y anónima" en los centros de trabajo.

Este último método de control ha sido importado de EEUU, y tiene su origen en la llamada Ley Sarbanes-Oxley aprobada por el Congreso estadounidense en 2002, que establece un conjunto de sistemas de alarma en las empresas para la detección de irregularidades financieras y contables. La norma resulta de obligado cumplimiento para todas las empresas que cotizan en algún mercado de valores de aquel país, incluidas las multinacionales españolas que operan allí y las filiales españolas de multinacionales norteamericanas cotizadas.

De denunciante a denunciado

En los últimos años, sin embargo, esta práctica se ha ido generalizando entre las empresas españolas. Y no sólo para poner al descubierto supuestas irregularidades financieras. Cualquier empleado puede convertirse en denunciante anónimo, pero también corre el riesgo de ser denunciado por un compañero. En teoría, los delatores pueden utilizar los buzones para informar a sus superiores de actividades ilegales o inmorales cometidas por otros trabajadores, como la facturación de gastos injustificados o excesivos, la utilización del nombre de la compañía para el enriquecimiento personal, o el acoso laboral y sexual. Pero, en la práctica, no hay límite al celo fiscalizador de los chivatos.

Imagine por un momento que un compañero le sorprende habitualmente utilizando su terminal de ordenador para leer El Confidencial, reservar un hotel para sus vacaciones o escribir un correo electrónico a un familiar. O que usted está harto de que ese mismo compañero se escabulla cada media hora para fumarse un cigarrillo o se pase la mañana hablando por teléfono con su esposa. O, peor aún, que alguien que no le quiere bien aproveche el anonimato para desprestigiarle con una acusación sin fundamento.

Casi todo está permitido. Y la falta de una normativa legal que regule el funcionamiento de los buzones de chivatos está haciendo que éstos proliferen en las empresas, pese a que el artículo 6 de la Ley Orgánica de Protección de Datos señala que "el tratamiento de los datos de carácter personal requerirá el consentimiento inequívoco del afectado", y que las denuncias anónimas en el ámbito laboral no cumplen, obviamente, ese requisito.

Sin embargo, la ausencia de un reglamento que desarrolle ese apartado de la ley y el desconocimiento de los trabajadores son las rendijas utilizadas por un número cada vez mayor de empresas para implantar lo que algunas han dado en llamar, un tanto cínicamente, buzones éticos, en los que cualquier empleado puede denunciar supuestas infracciones del código de conducta interno de la compañía.

La AEPD recomienda a las empresas que las denuncias no sean anónimas, aunque se debe garantizar la confidencialidad del denunciante, cuya identidad jamás será revelada al trabajador denunciado en caso de que éste quiera ejercer su derecho de acceso, rectificación y cancelación. De esta forma, al quedar registrado el soplón, la empresa podría imponer sanciones y adoptar medidas disciplinarias en los casos de denuncias falsas o malintencionadas.

Donde la vista y el oído del gran hermano no alcanzan a vigilar lo que usted hace y dice en la oficina, ahí están sus compañeros de trabajo para controlarle y, si es necesario, delatarle. ¿Ciencia ficción? En absoluto. Aunque pueda parecerle una pesadilla, cada vez son más las empresas españolas que instalan buzones para recoger de forma anónima las denuncias de sus empleados soplones.