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Pepe Griñán, “un tal” que llegó a presidente de la Junta
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Pepe Griñán, “un tal” que llegó a presidente de la Junta

Cuenta un testigo que a Pedro J. Ramírez, reunido con su equipo de confianza de El Mundo para decidir la portada, en la sala de reuniones

Foto: Pepe Griñán, “un tal” que llegó a presidente de la Junta
Pepe Griñán, “un tal” que llegó a presidente de la Junta

Cuenta un testigo que a Pedro J. Ramírez, reunido con su equipo de confianza de El Mundo para decidir la portada, en la sala de reuniones de la redacción de la calle Sánchez Pacheco, la primera sede del diario, no le cabía el titular (a cuatro columnas y cuerpo 42) del nuevo ministro de Sanidad nombrado por Felipe González. A bolígrafo, en mayúscula, lo solucionó escribiendo tres palabras: “Un tal Griñán”. Así se publicó el 15 de enero de 1992. Días más tarde, Pepe Griñán (sólo los periodistas o los que no lo conocen le llaman José Antonio: “Llamadme Pepe”) telefoneó al despacho de Pedro J. “Soy el tal Griñán”.

Fue así cómo el nuevo presidente de la Junta de Andalucía se estrenó en la escena nacional. Procedía del primer equipo de Chaves en el Gobierno Andaluz (era el consejero de Sanidad) y no sería su única misión ministerial. Asumiría también la cartera de Trabajo en el último gobierno de González. Griñán que fue viceconsejero (también de Trabajo), al igual que Braulio Medel, presidente de Unicaja, el viceconsejero de Economía en el Gobierno andaluz de Rafael Escuredo, fue hasta 2004 diputado en el Congreso. Afiliado desde mitad de los ochenta, nunca le ha gustado la vida interna del partido, ni la de Ferraz, ni la de San Vicente (la sede del PSOE andaluz).

La carrera de Griñán ha sido un continuo ir y venir entre Sevilla y Madrid. Nacido en la capital, en junio de 1946, se considera un andaluz “por elección y convicción”. Dotado de gran sentido del humor, abomina sin embargo del chiste fácil y de ser el gracioso del grupo. Y huye de las bullas. Le gusta lo justito (más bien poco) la Feria de Sevilla y la Semana Santa. Y no tiene afición por los toros. Lo suyo son las carreras de caballos, el Atlético de Madrid, la ópera (canta piezas y se las sabe de memoria, es devoto de Verdi y fue amigo de Alfredo Kraus), pero sobre todo (intelectualmente es muy sólido) los libros, que devora a toda velocidad. Le da a todos los palos: novela, ensayo, poesía…

El miércoles, en su discurso de réplica a Javier Arenas en la sesión de investidura, citó a Augusto Monterroso, el autor de este conocidísimo minicuento: (“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”), a Alonso Quijano (Don Quijote) y al coronel Aureliano Buendía (Cien años de Soledad), la novela junto a Guerra y Paz, de Tolstoi, que más le marcó.

El cine es otra de sus pasiones. Uno de sus directores predilectos es John Ford; Centauros del desierto, Matar a un ruiseñor son dos de sus películas favoritas. Entre las últimas figura Gran Torino, de Clint Eastwood, que vio en los Cinesa Plaza de Armas de Sevilla. Fue hace un par de domingos, por la tarde, acompañado de su mujer, la sevillana Mariate Caravaca (está casado con ella desde hace 40 años), el matrimonio Chaves y Amparo Rubiales, íntima amiga suya, ex delegada del Gobierno en Andalucía.

“Mariate es la mujer con mejor carácter que conozco”, resalta Rubiales a El Confidencial, en la sede del Parlamento andaluz, tras la toma de posesión de Griñán. ¿Realidad o exaltación exagerada de la amistad? “Él es muy amigo de sus amigos. Le gusta felicitar los santos, pero no los cumpleaños”, explica Rubiales a este diario.

Por sus  conocimientos y clara vocación profesoral -le gusta explicar las cosas en tono didáctico, profesoral, aunque también aparece su soberbia, temible, sin piedad, cuando le contradicen sus ideas y argumentos que él cree irrebatibles-, tenía claro que estudiaría Filosofía y Letras, pero se decidió por Derecho, aconsejado por su tío, Rafael Martínez Emperador, asesinado en 1997 por ETA cuando era magistrado del Tribunal Supremo. En tercero de carrera se integró en la cátedra de Miguel Rodríguez Piñero, ex presidente del Tribunal Constitucional. Con 23 años obtuvo la plaza de inspector de Trabajo. Fue el tercero de la promoción de 1969, la misma que el histórico socialista Eduardo Martín Toval.

Socialdemócrata convencido, se lleva bien hasta con sus enemigos políticos. De hecho, cuando fue nombrado ministro el que fuera portavoz del PP en asuntos sanitarios en el Parlamento andaluz, José Manuel Gómez Angulo, le calificó de "buen gestor". "Diríamos que tiene unas ideas poco socialistas. Va a dar cancha al sistema privado", señaló Gómez Angulo en El País en 1992.

Poco dado a los protocolos, a pesar de que por su aspecto físico pueda parecer lo contrario, reunió a su familia el jueves en el Parlamento andaluz para su toma de posesión. Su madre, malagueña de 90 años, que vive en Madrid, estaba sentada en una silla, al lado de Rosa Aguilar, y le escuchaba. “Hemos venido en el primer AVE y nos vamos en el último”, explicaba la madre de Griñán a este diario, mientras las dos hermanas del presidente, muy discretas, expresaban el orgullo por “nuestro hermano Pepe”. Un “tal Griñán” que ya preside la Junta de Andalucía.

Cuenta un testigo que a Pedro J. Ramírez, reunido con su equipo de confianza de El Mundo para decidir la portada, en la sala de reuniones de la redacción de la calle Sánchez Pacheco, la primera sede del diario, no le cabía el titular (a cuatro columnas y cuerpo 42) del nuevo ministro de Sanidad nombrado por Felipe González. A bolígrafo, en mayúscula, lo solucionó escribiendo tres palabras: “Un tal Griñán”. Así se publicó el 15 de enero de 1992. Días más tarde, Pepe Griñán (sólo los periodistas o los que no lo conocen le llaman José Antonio: “Llamadme Pepe”) telefoneó al despacho de Pedro J. “Soy el tal Griñán”.

José Antonio Griñán