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Santander se da seis meses para vender todo el ladrillo tóxico de Popular a cuatro fondos
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Cerberus, Lone Star, Blackstone y Apollo

Santander se da seis meses para vender todo el ladrillo tóxico de Popular a cuatro fondos

Cerberus, Lone Star, Blackstone y Apollo son los elegidos para negociar la compra de 30.000 millones de activos tóxicos, operación que se cerrará este año, aunque la desconsolidación será en 2018

Foto: Ana Botín, presidenta del Santander.
Ana Botín, presidenta del Santander.

Al más puro estilo anglosajón, Banco Santander ha decidido pisar el acelerador y cerrar en apenas seis meses la venta de los 30.000 millones de activos tóxicos —inmuebles adjudicados y créditos fallidos— que ha heredado de Banco Popular. Su objetivo con esta inyección de celeridad es ganarse al mercado y hacer ver a los inversores que en España las pérdidas se reconocen y se corrigen sin dilación, todo un cambio de signo respecto a la historia reciente de Popular, que se anotaba cinco puntos menos de morosidad de la real, según ha destapado ahora la entidad presidida por Ana Botín.

Para poder cumplir con ese agresivo calendario, Santander ha decidido esquivar un proceso de concurso abierto y se ha sentado a negociar, asesorada por Morgan Stanley, con solo cuatro grandes fondos internacionales: Lone Star, Blackstone, Cerberus y Apollo, según confirman fuentes conocedoras. Con todos ellos, prevé tener cerrado un acuerdo para navidades, aunque no será hasta 2018 cuando Popular pueda desconsolidar todo este ladrillo, por la problemática propia del traspaso de este tipo de activos. Ninguna de las partes afectadas ha querido hacer comentarios

Estos cuatro fondos están compitiendo a cara de perro por hacerse con la parte del pastel que más les interesa a cada uno, incluida Aliseda, sociedad que Santander recompró a Värde la semana pasada por 180 millones y que ahora está dispuesta a incluir en el proceso de venta.

Como maestro de ceremonias, encargado de dividir estos 30.000 millones en varias carteras para sacar el máximo provecho, está Javier García Carranza, máximo responsable del negocio inmobiliario de Santander y experto en preparar portfolios capaces de atraer el apetito de los fondos.

En principio, todos estos activos se están segmentando en dos grandes grupos, créditos fallidos (conocidos en la jerga del sector como NPL) y activos adjudicados (REO), aunque también está sobre la mesa hacer un portfolio de alquileres y otro de inmuebles comerciales. En concreto, Popular cuenta con 17.500 millones brutos de activos inmobiliarios, que tras ser provisionados al 63% podrían salir al mercado por 6.500 millones; mientras que los créditos morosos inmobiliarios suman 12.100 millones, cuya cobertura se elevará al 75%.

Precisamente, el detalle de cómo se va a organizar todo este volumen de fallidos es lo que está debatiendo actualmente la entidad con los fondos, presentando cada uno sus propuestas, aunque donde parece haber consenso ya entre todas las partes es en que no tiene sentido crear un único vehículo con esos 30.000 millones.

Santander también ha incluido en esta operación a Aliseda, sociedad que adquirió la semana pasada a Värde y Kennedy Wilson por 180 millones de euros

Esto no es óbice para que sí pueda crearse una gran sociedad, como intentó hacer Ron con Sunrise, en la que participarían accionarialmente varios de estos vehículos con, al menos, el 51% del capital, mientras que el otro 49% sería de Popular, con la vista puesta siempre en la bolsa. A este gran vehículo, que podría acoger el grueso de los activos tóxicos de Popular, se sumarían otras carteras que adquiriría cada fondo, permitiéndoles así engordar los activos que ya tienen en España.

De hecho, Cerberus, Lone Star, Blackstone y Apollo forman parte del reducido grupo de inversores internacionales que apostaron por España en los peores momentos de la crisis, y, por tanto, también son los más interesados en mantener la buena imagen que ha conseguido granjearse nuestra economía, espantando cualquier elemento que pueda volver a despertar fantasmas del pasado círculo vicioso entre las finanzas y el ladrillo. Y eso pasa por cerrar rápido la crisis de Popular.

Para garantizar la máxima transparencia y la ausencia de conflictos de interés, el consejero independiente Pedro Pablo Villasante supervisará todo el proceso, al cual siguen llamando otros vehículos interesados en poder hacerse también con una parte del pastel, puertas que Morgan siempre deja abiertas, pero que, por el momento, solo han atravesado estos cuatro fondos.

Al más puro estilo anglosajón, Banco Santander ha decidido pisar el acelerador y cerrar en apenas seis meses la venta de los 30.000 millones de activos tóxicos —inmuebles adjudicados y créditos fallidos— que ha heredado de Banco Popular. Su objetivo con esta inyección de celeridad es ganarse al mercado y hacer ver a los inversores que en España las pérdidas se reconocen y se corrigen sin dilación, todo un cambio de signo respecto a la historia reciente de Popular, que se anotaba cinco puntos menos de morosidad de la real, según ha destapado ahora la entidad presidida por Ana Botín.

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