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El debate de la remunicipalización: "Han llevado la ideología a la economía"
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MESA REDONDA EL CONFIDENCIAL

El debate de la remunicipalización: "Han llevado la ideología a la economía"

¿Es la remunicipalización la manera más eficiente de gestionar los servicios públicos? ¿Tienen razón los 'ayuntamientos del cambio'? Hablamos con cuatro expertos que no lo creen así

Foto: Mesa redonda de El Confidencial. (C. Castellón)
Mesa redonda de El Confidencial. (C. Castellón)

Es una de las palabras más oídas en la política española en 2017: remunicipalización. Los llamados 'ayuntamientos del cambio' han hecho suyo este discurso y progresivamente han ido abandonando las concesiones de servicios públicas a empresas privadas, asumiendo como propios dichos servicios desde el primer paso hasta el último.

¿Se trata del mejor método? Las opiniones, como casi siempre, están enfrentadas: por un lado están los que consideran que las prácticas remunicipalizadoras no solo resultan más baratas y eficientes sino que, además, devuelven a las administraciones públicas la autonomía que nunca debieron perder; por otro, los que creen que en este discurso hay más ideología que economía, que se está criminalizando la labor de las empresas privadas y que la remunicipalización es un fracaso en términos de eficiencia.

En este segundo discurso se hallan Valeriano Gómez (exministro de Trabajo, especialista en Economía del Trabajo y miembro de UGT), Jesús Sánchez Lambás (jurista y presidente ejecutivo del Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada), Ramiro Aurín (ingeniero y consultor en gobernanza de agua) y Lorenzo Dávila (economista, abogado y arquitecto). Los cuatro, junto al economista Ramón Tamames y el periodista Carlos Díaz Güell, son los autores del libro 'Remunicipalización: ¿ciudades sin futuro?'. Hemos hablado con ellos para debatir sobre este asunto en torno a una mesa redonda moderada por Carlos Sánchez, director adjunto de El Confidencial.

"Se criminaliza a las empresas"

"Este movimiento es regresivo respecto hacia la evolución de una ciudad", asegura Ramiro Aurín. "Una ciudad moderna no puede plantearse ese tipo de cuestiones. Es un discurso de ciudad del siglo XIX, de barricadas, y supone la pérdida de oportunidades para incorporarse al carro de la innovación. Estas ciudades se convierten en escenario de confrontación de clases sociales donde se criminaliza a la actividad empresarial y financiera".

Para Valeriano Gómez, "hace falta un análisis serio, por ejemplo, en los servicios públicos locales, donde no hay un debate sobre si la remunicipalización es o no más eficiente. Hay mucho apriorismo: es un discurso de que todo lo público es bueno, frente a lo privado, que es malo".

Se trataría, en opinión de todos ellos, de un movimiento más político que puramente económico: "Han llevado la ideología a la economía", asegura Jesús Sánchez Lambás, "y eso es una complicación. A los servicios públicos se debe acceder por igualdad, mérito y capacidad. Si no, se entra en clientelismos políticos. En los contratos públicos, que son el 28-30% del PIB español, hay un fraude de unos 50.000 millones de euros".

Es un discurso apriorístico: todo lo público es bueno y todo lo privado es malo

Y aquí es donde el debate se vuelve delicado y donde, según Valeriano Gómez, el discurso en contra de las empresas privadas tiene su origen: "Si buena parte de la corrupción institucional de este país está vinculada a estos servicios, esto enturbia el debate y da alas a quien piensa que todo el servicio público es mejor". Sin embargo, Sánchez Lambás lo tiene claro: "Si hubiera transparencia, no habría corrupción".

Y precisamente esa falta de transparencia es, en su opinión, el foco de todos los problemas: "Desde 2016, es obligatorio que todas las administraciones públicas publiquen en un solo portal todas sus contrataciones, pero, según el Observatorio sobre la Contratación Pública, solo cumplen la ley cerca del 30%. El Estado es desleal a sus ciudadanos, y lo peor es que no hay sanciones de ningún tipo. ¿Qué pasaría si la sociedad incumpliera una ley de forma tan flagrante como las AAPP?", se pregunta.

"Un ayuntamiento no es más eficiente"

Al final, gran parte del debate gira en torno a otra palabra: eficiencia. Si lo que se busca ante todo es que el servicio sea eficiente, ¿qué opción es mejor, la gestión pública o la externalización del servicio hacia la empresa privada?

Sánchez Lambás lo tiene claro: "No podemos pensar que un ayuntamiento, que a lo mejor compra tres o cuatro camiones de basura, puede ser más eficiente que una empresa que a lo mejor compra camiones para toda España. Los servicios públicos tienen que ser llevados a cabo por quien mejor sepa tratarlos, la labor de la entidad pública será regular y poner condiciones, pero nunca será más eficiente que una empresa, no dará un mejor servicio. Eso es impensable en España".

Una entidad pública podrá regular y poner condiciones, pero nunca será más eficiente

Y es que, a la hora de analizar su propia eficiencia, las empresas privadas ganan, según el criterio de Lorenzo Dávila: "Las grandes empresas llevan toda la vida analizando su eficiencia, porque si no son eficientes, se mueren. Y en sus procesos externalizan muchos servicios, porque solo así pueden ser eficientes. Las administraciones públicas deben hacer lo mismo: externalizar ciertos servicios para que sean más eficientes".

Y eso que "hay servicios públicos cuya eficiencia no se puede medir, pero en otros sí se puede. En los servicios en los que se pueda medir la eficiencia, las administraciones públicas tienen que ceder la gestión".

El futuro: modelo público-privado

Para Valeriano Gómez, el futuro de los servicios públicos pasa por la adopción de modelos mixtos: "Ni es verdad que lo privado asegure mayor eficiencia, ni lo contrario, tenemos ejemplos de ambos casos. Tenemos muy buenos ejemplos de gestión pública, de privada y de colaboración público-privada".

Por ejemplo, "España es el país que antes reconoce una prestación por desempleo en todo el mundo (3-4 días), y la Seguridad Social española es la que menos gasta respecto a su gasto corriente, esos son buenos ejemplos de gestión pública. Pero, por lo general, conviene avanzar hacia modelos mixtos".

Tiene que haber indicadores de eficiencia, no ideológicos

"El mundo va hacia un futuro mucho más colaborativo", considera Sánchez Lambás. "Hoy en día, si no hay cooperación y colaboración fluida, no conseguiremos nada. La remunicipalización es un sarampión que tienen que superar la izquierda y la propia sociedad. El futuro no serán grandes concesiones, sino grandes acuerdos, cooperaciones mixtas y un Estado que controle la fiscalización. El mejor papel que puede jugar la Administración Pública es el de regulación de sus propios servicios y concesiones".

En definitiva, "tiene que haber indicadores de eficiencia, no ideológicos. Tenemos que ir a situaciones de colaboración entre lo público y lo privado. Lo que hay que hacer es perseguir la eficiencia y establecer leyes de transparencia que les obligue a dar información para poder medir si este tipo de servicios son eficientes o no".

Es una de las palabras más oídas en la política española en 2017: remunicipalización. Los llamados 'ayuntamientos del cambio' han hecho suyo este discurso y progresivamente han ido abandonando las concesiones de servicios públicas a empresas privadas, asumiendo como propios dichos servicios desde el primer paso hasta el último.

Ada Colau Manuela Carmena