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La historia nunca contada de 'Operación Chamartín'
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La historia nunca contada de 'Operación Chamartín'

Poca gente sabe que el fatídico 11 de marzo de 2004 estaba prevista la aprobación inicial de 'Operación Chamartín', un plan cuya crónica negra suma ya casi un cuarto de siglo

Foto: Vista general de Distrito Castellana Norte, el desarrollo de Operación Chamartín.
Vista general de Distrito Castellana Norte, el desarrollo de Operación Chamartín.

El 11 de marzo de 2004 es una de las fechas más trágicas, si no la más, de la historia de la ciudad de Madrid. Ese día, un atentado terrorista yihadista segó la vida de 190 personas y dejó a cerca de otras 2.000 heridas, brutales cifras que han manchado de sangre para siempre esta página del calendario.

Lo que poca gente sabe es que ese mismo día, apenas tres antes de la celebración de las elecciones generales, estaba prevista la aprobación inicial de Operación Chamartín, una firma que nunca llegó a producirse debido al drama de las estaciones de Atocha y el Pozo del Tío Raimundo, pero que marca el clímax de la crónica negra de este desarrollo urbanístico, que parece condenado a no ver nunca la luz.

A lo largo de sus 23 años de historia, este proyecto ha sufrido todo tipo de vicisitudes que han echado por tierra los diferentes intentos por sacarla adelante. Ideada bajo el Gobierno socialista de Felipe González en 1991, con Joaquín Leguina como presidente de la Comunidad de Madrid y Agustín Rodríguez Sahagún como alcalde de la capital, recibió el pistoletazo de salida oficial dos años después, cuando Renfe, organismo dependiente del entonces ministro de Fomento Josep Borrell, adjudicó a Argentaria (actual BBVA) el desarrollo urbanístico de Chamartín.

Inicialmente diseñada sobre una extensión de 62 hectáreas y por un plazo de 11 años, el vuelco político que empezó a gestarse en esas fechas desde el PSOE hacia el PP, y que llevó a José María Aznar a hacerse con La Moncloa en 1996, empezó a poner las primeras piedras del cambio de dimensiones de este proyecto, hasta abarcar un ámbito de 312 hectáreas.

De hecho, apenas un año después, con José María Álvarez del Manzano como alcalde de Madrid, se modificó el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de la capital, y con él, se sentaron las grandes líneas de este desarrollo tal y como lo conocemos hoy, como una prolongación de la Castellana más allá de la M-30, soterrando las vías y cubriéndolas de zonas verdes, oficinas y viviendas. Se había consumido ya más de la mitad del tiempo que había previsto Borrel y todo el plan continuaba en pañales.

Con el azul popular ondeando en Fomento, Comunidad y Ayuntamiento, nada hacía presagiar que este desarrollo iba a seguir en el aire casi dos décadas después. Pero así es, como quedó claramente reflejado tras la reunión de ayer entre la ministra de Fomento en funciones actual, Ana Pastor, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, el presidente del BBVA, Francisco González, y la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, un encuentro en el que los tres primeros confirmaron a la regidora la inviabilidad de Madrid Puerta Norte, último nombre con el que se ha bautizado a este desarrollo.

Del plan del PSOE al del PP

En los 19 años que separan al PGOU del 97 y al plan diseñado por Ahora Madrid con el beneplácito del PSOE, este proyecto se ha enfrentado, primero, a las reclamaciones de los reversionistas, antiguos propietarios del suelo, que fueron expropiados por el Estado para la construcción del ferrocarril y que alegaban su derecho a recuperar los terrenos, una vez Renfe había decidido cambiar su uso.

Durante cerca de 15 años, sus reclamaciones estuvieron vivas en los tribunales, hasta que el Supremo echó por tierra sus aspiraciones en el año 2012. Para entonces, la operación ya había atravesado varios hitos clave que habían ido dilatando su tramitación. Por una parte, en 2000 se aprobó una modificiación puntual, que requirió casi dos años de tramitaciones, que permitió aumentar el coeficiente de edificabilidad de 0,6 a 1,05, un cambio que se justificó para compensar todas las obras que tenían que pagar los propietarios, y que el plan de Carmena ha decidido mantener, pero reduciendo a la mitad la superficie total del plan.

Con esta gran traba saldada, estaba todo listo para recibir la aprobación inicial el fatídico 11-M de 2004. Apenas tres días después, el monocolor popular que facilitaba el entendimiento entre las tres administraciones que deben dar su beneplácito a este desarrollo saltó por los aires, con el triunfo del socialista José Luis Rodríguez Zapatero en las elecciones generales.

El nuevo Gobierno mostró su disconformidad con algunos aspectos, aunque apenas dos años después se logró un acuerdo parcial entre el Ministerio de Fomento y Duch -sociedad conjunta entre BBVA y Grupo San José que posteriormente se transformó en Distrito Castellana Norte- que permitió firmar un Convenio para la Gestión y Ejecución del Plan el 23 de diciembre de 2008.

Pero entonces llegó la mayor crisis económica que se recuerda desde la Segunda Guerra Mundial, una debacle que golpeó con especial dureza a los dos pilares financieros de este desarrollo: el bancario y el inmobiliario. Con este mar de fondo, y tras una serie de cambios normativos, como la limitación de las cuatro alturas que impuso en 2007 Esperanza Aguirre cuando era presidenta de la Comunidad, se requirió un Plan Parcial de Reforma Interior que se retrasó hasta 2011, y tras el cual, el entonces alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, aseguró haber coronado un trabajo de más de 20 años.

Grandes palabras y pocas realidades, porque apenas dos años después, el Tribunal de Justicia Superior de Madrid (TSJM) volvió a tumbarlo al prohibir los rascacielos en este plan urbanístico y obligarle a someterse a la norma de levantar viviendas con solo tres pisos más ático. Este fallo obligó en 2013 a realizar una nueva revisión que sentó las bases del Proyecto Distrito Castellana Norte.

Con el PP de nuevo al frente a las tres administraciones, este último diseño se presentó oficialmente el 30 de enero de 2015, con la promesa de crear 120.000 empleos durante los próximos 20 años, invertir 6.000 millones e inyectar en las menguantes arcas públicas una lluvia de millones cuyo principal beneficiario era la red de Cercanías de Madrid, ya que Adif (una de las dos partes en las que se dividió la antigua Renfe) preveía destinar a la mejora de 'los hermanos pobres' de los ferrocarriles el grueso de los 1.200 millones que preveía ingresar.

Sin embargo, una vez más ocurrió lo inesperado, y la tramitación de todos los permisos se dilató más de lo previsto, lo que exigía que la entonces alcaldesa de Madrid, Ana Botella, tuviera que convocar un pleno extraordinario a pocos días de las elecciones municipales de 2015 para dar sus bendiciones a este proyecto.

Las fuentes consultadas divergen sobre el motivo último de por qué nunca llegó a cumplirse este hito: unos dicen que la mujer de Aznar no quería pasar a la historia como la alcaldesa que autorizó este operación fuera de tiempo y con las cartas marcadas, mientras que otros apuntan a una división dentro del PP madrileño en torno a este desarrollo, ya que la rama 'esperancista' nunca terminó de ver con buenos ojos una nube de rascacielos donde habían imaginado un manto de casas bajas.

Sea como fuere, la realidad es que el 24 de mayo de 2015 el PP vio cómo perdía la Alcaldía de Madrid en favor de Manuela Carmena, que se convirtió en la nueva inquilina del Palacio de Cibeles con el apoyo del PSOE, un partido que en apenas un año también ha mostrado los dos bandos que conviven en su seno en relación a este desarrollo.

Antonio Miguel Carmona, que arrancó la legislatura como líder de los socialistas madrileños, mostró rápidamente su respaldo a Distrito Castellana Norte, hasta el punto de que se comprometió públicamente a hacer todos los esfuerzos necesarios para sacarlo adelante. Pero, apenas un mes después de realizar estas declaraciones, Ferraz le destituyó como portavoz del Grupo Municipal Socialista en favor de Purificación Causapié, representante del ala socialista más próxima a los nuevos movimientos de izquierdas que representan formaciones como Podemos o Ahora Madrid.

Vuelta a los orígenes del PSOE

Con el poder que le confiere ser la llave que permite a Carmena estar al frente de la Alcaldía, el PSOE ha sabido jugar sus cartas y, conforme aumentan los rumores de su entrada en el Gobierno de Cibeles, imponer sus tesis urbanística en el enésimo proyecto que se ha presentado para Chamartín, bautizado como Madrid Puerta Norte e inspirado en esa primera propuesta socialista de los años 90. A pesar de los esfuerzos del Ayuntamiento por defender que este plan desbloquea la operación, la realidad es que se trata de un brindis al sol, ya que carece del apoyo de Fomento, Comunidad y BBVA.

Los propios socialistas madrileños reconocen que si el próximo 26-J no logran hacerse con el Ministerio de Fomento tendrán muy difícil sacar adelante su plan, y todo ello sin contar con que Cifuentes está al frente a la Comunidad, y su firma también es necesaria para aprobar este o cualquier otro proyecto. Y sin consenso, la crónica negra de Chamartín puede seguir escribiéndose durante otras dos décadas... mientras la capital continua seccionada por el norte.

El 11 de marzo de 2004 es una de las fechas más trágicas, si no la más, de la historia de la ciudad de Madrid. Ese día, un atentado terrorista yihadista segó la vida de 190 personas y dejó a cerca de otras 2.000 heridas, brutales cifras que han manchado de sangre para siempre esta página del calendario.

Ayuntamiento de Madrid Ministerio de Fomento Renfe Manuela Carmena Francisco González Adif
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